Agua ilimitada pero más cara: ventajas y desventajas de las desaladoras frente a los trasvases

La guerra del agua en España es como el río Guadiana: aparece y desaparece a lo largo de la historia, especialmente en épocas de sequía. Y si hay un trasvase entre cuencas especialmente conflictivo es el Tajo-Segura, 264 kilómetros de hormigón que llevan el agua al Levante español. En periodos de escasez de agua, el trasvase puede suponer un perjuicio para la cuenca excedente, por lo que el Ministerio de Transición Ecológica (Miteco) los limita. Además, la propuesta de elevar los caudales ecológicos del Tajo complican aún más que los regantes de Murcia, Alicante y Almería, “la huerta de Europa”, puedan disponer de agua trasvasada. Y las desaladoras vuelven a presentarse como una  alternativa. 

“No se trata de optar por uno u otro medio, trasvases o desalación, sino de valorar cuál es la mejor forma de gestionar ese recurso y atender al mayor número de usos posibles”, sostiene Antonio de Lucas, autor de la tesis doctoral Concepto, análisis histórico y determinación de excedentes de la cuenca del Tajo: aplicación al trasvase Tajo-Segura. En ella defiende que, desde un punto de vista técnico, la cantidad de agua que puede ceder el Tajo en los trasvases es realmente más baja que la legalmente establecida.

El experto señala que el principal motivo de oposición a las desaladoras es el precio del agua, mucho mayor que el de los trasvases, por el enorme gasto energético de las plantas. Un estudio de mayo de 2021 elaborado por las Cámaras de Comercio de Alicante, Almería, Cartagena, Lorca, Murcia y Orihuela señalaba que sustituir el caudal del trasvase Tajo-Segura por agua desalada aumentaría el coste del agua un 20%, y en años de sequía podría alcanzar hasta el 130%. 

Desalación: agua ilimitada, pero a mayor coste

“La desalación, en sitios cercanos al mar, permite disponer de agua ilimitada, pero con un coste de instalación importante y un gasto energético también alto, lo que hace que el coste del metro cuadrado de agua sea más alto que con otras fuentes”, indica De Lucas.

Es el mayor atractivo de la desalación frente al trasvase Tajo-Segura, puesto que la cantidad de agua disponible para ser trasvasada es limitada y depende del cauce que tenga el río. Este ha sido el principal problema, como recuerda el experto: “Está funcionando muy por debajo de las expectativas, y con los caudales ecológicos supondrán una merma del excedente trasvasable”. De poco sirven los trasvases si no hay agua que trasvasar.

En Almería, hay zonas con alta productividad que utilizan sus propias desaladoras. “Aunque el agua les cueste más, pueden mantener esa producción”, indica. “Pero en el caso de los trasvases, ese incremento de coste puede convertir en no rentables a producciones que están en el límite de serlo”.

Desde Ecologistas en Acción, Santiago Martín señala que, cuando se ofreció a los regantes del Levante agua desalada a 60 céntimos el metro cúbico, bajaron las demandas. “No había déficit de agua, sino de agua gratis o muy barata”, ironiza. “Las desaladoras tuvieron el efecto colateral de racionalizar el consumo del regadío”, añade. 

Coste medioambiental: consumo de energía y salmuera

“Cuando se quiere más agua de la que se puede trasvasar, se está sobreexplotando el Tajo y se le infringen unos daños ambientales superiores a los que se podrían sostener. Ese es uno de los grandes errores”, defiende De Lucas. Y es el motivo por el que los ecologistas se oponen a los trasvases que suponen una presión hídrica insostenible para los ríos. Pero la desalación no es una alternativa mucho más sostenible, desde el punto de vista medioambiental.

Fue el Gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero el que construyó 25 plantas en la costa mediterránea para suplir el déficit hídrico. El plan ya contó entonces con la oposición de los ecologistas, por el enorme coste energético y la contaminación asociada a esta forma de disponer de agua. “La desalación tiene impactos ambientales muy grandes, sobre todo energéticos. Podemos estar hablando, según cómo hagamos las cuentas, de dos veces la energía del trasvase Tajo-Segura, que hidráulicamente está muy bien pensado”, señala De Lucas. Según los cálculos de Ecologistas en Acción, hablamos de 3,5 kilovatios hora por cada metro cúbico de agua desalada.

Otro de los costes medioambientales que más preocupa es la salmuera que se genera: agua salada con una concentración de sal mayor. Vertida en una zona concreta, puede afectar a ciertos ecosistemas, y uno de los más sensibles es la posidonia. 

Una alternativa solo en periodos de sequía

Pero, para Martín, el principal problema de las desaladoras es que esa idea de que el agua es infinita puede hacer olvidar los costes que supone generarla. “Lo principal es ahorrar en el consumo de agua”, insiste. 

Es por ello que defienden su uso no como una solución definitiva, sino puntual, circunscrita a periodos de intensa escasez y sequía que no permitan el abastecimiento de agua para los ciudadanos. Además, esta forma de disponer de agua es demasiado dependiente de la energía: “Te hace vulnerable, porque sin electricidad te quedas sin agua”, dice Martín. De hecho, para el periodo 2022-2027, el Gobierno plantea modificar el esquema energético de las desaladoras de Torrevieja, Valdelentisco y Águilas utilizando energías renovables como la fotovoltaica para reducir los costes energéticos.

De Lucas recuerda también que el agua desalada tiene unas características físico químicas diferentes a la que se extrae de los trasvases. “El boro del agua del mar limita en la agricultura, especialmente para los naranjos, y se tiene que hacer algún tratamiento añadido del agua”, indica De Lucas.