«¿Cuántos likes ha conseguido mi último reel? Uff, menos que el de la semana pasada, ¿habrá notado la gente que he engordado? Mi amiga está mucho más delgada que yo y sus vídeos gustan más, seguro que come menos calorías. Y esta famosa tiene las piernas tan finitas, no me extraña que le encante a todo el mundo». Repite esta conversación imaginaria en tu cabeza cada 15 o 30 segundos. Es el tiempo que suelen durar de media los vídeos de TikTok.
Si tienes la aplicación abierta, cada corto espacio de tiempo se irán deslizando contenidos en tu pantalla de manera vertiginosa, uno detrás de otro. Puede ser que el algoritmo te presente estas imágenes por casualidad o que lo haga cada vez más a menudo si interactúas con ellas, pero también puede que tú quieras encontrarlas y sepas dónde buscar.
Tanto si padeces un Trastorno de Conducta Alimentaria (TCA) como si no, es muy posible que esos contenidos te despierten ese tipo de sentimientos. Aún más: si en los vídeos aparece gente hablando de dietas, calorías y cuerpos perfectos, pueden generar en ti pensamientos obsesivos.
En TikTok permanecen publicados muchos vídeos que promueven la alimentación desordenada y la pérdida de peso peligrosa, pese a que es algo que está recogido dentro de las normas de la plataforma como no permitido y que supuestamente controlan y eliminan. Y más delicado todavía: también los hay de gente que está intentando salir de esos trastornos y comparten su proceso de recuperación, trazando una sutil línea entre qué puede ser peligroso para otros y qué no.
¿Qué relación hay entre las redes sociales y los trastornos de alimentación? ¿Qué hace TikTok con los contenidos que incitan a malas prácticas alimentarias y promueven una imagen insana, tanto a nivel físico como psicológico? Lo averiguamos de la mano de especialistas en estos temas y adentrándonos en zonas de TikTok que sería mejor que no existieran.
Quien busca, encuentra, y en TikTok hay dónde buscar
Si el usuario busca de forma explícita términos relacionados con los trastornos alimenticios o hashtags como los históricos #Ana (grupos proanorexia) y #Mia (probulimia), en el punto de mira desde que en 2004 el show de Oprah Winfrey hiciera un programa sobre ello, TikTok no muestra contenidos relacionados, igual que sucede en Instagram, sino que redirige al teléfono de ADANER (Asociación en Defensa Atención Anorexia Nerviosa y Bulimia) y ofrece recursos, consejos y ayuda, como hablar con un profesional.
Hasta aquí, todo bien. El problema es que no es tan difícil dar con contenido relacionado con los TCA. Basta con esquivar el buscador o con usar otro tipo de términos. En Maldita.es, sin haber buscado anteriormente este tipo de vídeos, dimos con varios de ellos en tan sólo 10 minutos.
Uno de los hashtags más utilizados es #thinspiration (inspiración delgada) y derivados como #thinsho, #thinso, #thin5po… Si en el buscador de TikTok escribes uno de estos términos, la propia plataforma te recomienda otros hashtags relacionados, como se puede ver en la siguiente captura.
Bajo esta serie de etiquetas encontramos sobre todo imágenes de chicas delgadísimas y visualizaciones que se cuentan en números de seis cifras. Algunas, por ejemplo, comparten ejercicios para conseguir caderas “diminutas” y la alimentación que se debería seguir para conseguirlo, con consejos como “comer en déficit de calorías” (dietas de las que ya han advertido los compañeros de Maldita Ciencia).
Otros vídeos se esconden bajo retos virales. En 2016, en Instagram, fue el #A4Paperchallenge, en el que los jóvenes tenían que mostrar una imagen que demostrara que su cintura era más estrecha que una hoja DIN A4. También el #Iphone6Challenge, con el que se pretendía demostrar que las dos rodillas juntas no miden más que el dispositivo móvil.
En TikTok se pueden encontrar retos disfrazados de buenas prácticas, detrás de los que también hay vídeos de contenido peligroso. Por ejemplo, con #edsheeranrecoveryy, una tendencia que puede tener su origen en que el cantante Ed Sheeran reconociera que había tenido que luchar contra el alcohol y trastornos de alimentación.
Bajo ese hashtag hay cuentas que intentan lanzar un mensaje positivo de su proceso de recuperación, como la de Fiona Hollings, que comparte mensajes de ánimo y su alimentación diaria, en la que vemos cómo se fuerza a comer. Pero bajo el mismo hashtag, también hay otras cuentas que aprovechan para etiquetar vídeos en los que se promueve la delgadez, con comentarios como “las piernas delgadas hacen que todo se vea mejor”.
Por ejemplo, en el caso de las capturas que adjuntamos, es bastante sencillo darse cuenta de la tendencia de esa cuenta: un nombre de usuario que incluye las palabras iwanttobethin (quiero ser delgada) y hashtags derivados de thinspiration.
También hay contenido en el que se cuenta de manera obsesiva las calorías. Hay etiquetas evidentes, como #ihatecalories (de nuevo, el propio TikTok sugiere hashtags relacionados si lo buscas), pero también otros que no lo son tanto, como #ven4sg0als. En este tipo de contenidos, lo que se suele encontrar son textos con un vídeo de un famoso fondo. En ellos, se relatan situaciones relacionadas con la alimentación, las calorías que se han comido y las que se han podido evitar, y rutinas muy concretas, sugeridas sin ningún tipo de base médica o guiada por un especialista. Por ejemplo, en la siguiente captura se relata una situación en la que el usuario explica que no quiere comer, pero que va a hacerlo para que su familia no se dé cuenta y habla de las calorías que ha ingerido (377) versus las que ha quemado (más de 1000). En otra, se recogen diez mandamientos como “no comer después de las 8 de la tarde y nunca permitir que mi madre me fuerce a comer” o “de una a dos comidas al día y un snack”.
Cualquiera puede ver y seguir estas cuentas y estos vídeos, en los que hemos encontrado desde consejos para vomitar, escenas de hospital o dietas con cantidades extremadamente ínfimas en calorías que, prácticamente, recomiendan la inanición.
Internet, adolescencia y trastornos de alimentación: un triángulo fatal
¿Es esto algo nuevo? Los trastornos de conducta alimentaria, como la anorexia, la bulimia o el trastorno por atracón, siempre han ido de la mano de Internet. “Los primeros foros y chats, las listas de correo, los blogs… Hay algo que atrae a la gente que se está iniciando, casi con un afán de proselitismo”, explica Aurora Gómez, psicóloga clínica especializada en comportamientos digitales.
Pero, ahora, las redes sociales son el caldo de cultivo definitivo para alimentar los TCA. En 2019, una campaña de Orange apoyada por la Federación Española de Asociaciones de Ayuda y Lucha contra la Anorexia y Bulimia (FEACAB) y la Asociación Española para el Estudio de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (AEETCA), que buscaba hacer un mejor uso de la tecnología en relación a estos temas, recogía estas cifras: los contenidos en redes sociales que fomentan la anorexia o bulimia habían aumentado un 470% desde 2014, y el 60% de las personas con TCA buscan en las redes sociales contenidos que pueden poner en riesgo su salud.
“Hay algo identitario que puede verse impulsado por las redes sociales: quiero que la gente me vea y que otra gente forme parte de esto”, añade Gómez. Esa identidad se ve cuestionada en el momento más vulnerable: la adolescencia, una edad frágil porque los adolescentes no tienen control sobre nada (ni poder total para decidir a qué hora se levantan, a qué instituto van o qué se ponen). Entonces, “cuando no tienes control sobre nada, al menos tienes control sobre tu cuerpo”, explica la psicóloga.
Precisamente, es la franja de edad que más utiliza TikTok: casi un 42% de sus usuarios tiene edades comprendidas entre los 16 y los 24 años según datos de Statista de 2021. Su uso coincide en los casos en los que se desarrollan este tipo de conductas. “Nos damos cuenta de que los adolescentes que atendemos por sospechas de TCA han usado ampliamente estas redes; de hecho, lo incluimos en la historia clínica”, indica Montserrat Graell, presidenta del consejo directivo del Capítulo Hispanolatinoamericano de la AED (Academy for Eating Disorders) y Jefa del Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, que afirma que a su consulta y sus oídos llegan cientos de estos casos.
Otro dato de la campaña de Orange, FEACAB y AEETCA: el 85% de los pacientes empezaron a buscar información en Internet sobre este problema cuando eran menores de edad y uno de cada cuatro lo sigue haciendo.
Graell recuerda que también hay una predisposición genética a padecer estos trastornos, que no tienen por qué darse, pero que pueden verse impulsados por estímulos externos. Por ejemplo, por esos mensajes que amplifican las redes sociales y visualizamos una y otra vez.
La relación entre redes sociales y TCA es algo ampliamente documentado en el ámbito científico. Por ejemplo, en una investigación sobre el uso de las redes sociales y las preocupaciones alimentarias se concluyó que había una fuerte relación entre el uso de las redes sociales y las preocupaciones alimentarias en una muestra representativa a nivel nacional de adultos jóvenes de 19 a 32 años. En otro estudio similar de 2019, se consiguió asociar que, a mayor número de cuentas en redes sociales, mayores puntuaciones en conductas de TCA, y confirmó que esto se daba cada vez a una edad más temprana.
Una investigación de ámbito español publicada en mayo de 2023 ha concluido que las redes que más riesgo de desarrollar trastornos de la conducta alimentaria provocan son aquellas en las que más se ve el físico de los usuarios y que, a más uso, más probabilidades de padecer un TCA. En concreto, Instagram es la red social que más afecta a los adolescentes, según el estudio.*
Las plataformas sociales también lo saben, aunque no lo hagan público. En 2021 salió a la luz un documento confidencial de Instagram en el que se admitía que esta red social daña la autoestima corporal de una de cada tres adolescentes: “El 32% de las chicas adolescentes dijeron que, cuando se sentían mal con sus cuerpos, Instagram las hacía sentir peor”, señalaba el informe.
El salvaje Oeste de TikTok: prepárate para encontrar cualquier contenido
Hay una gran diferencia entre buscar la información de manera proactiva y consciente, como en esos foros o blogs… y que el algoritmo de una plataforma te lo recomiende. “Si continuamente en tu feed aparecen comportamientos problemáticos con la comida, como contar calorías, ese comportamiento se nos queda grabado. Nuestra mente acaba configurándose de manera que cree que lo que está viendo es normal”, explica la psicóloga Aurora Gómez. Ni siquiera tienen que ser vídeos enfocados específicamente a promover un TCA: la publicidad con los cánones de belleza ensalzados hasta la saciedad puede hacerlo por sí misma, la cultura del selfie también ha ayudado.
Todas las redes sociales se guían por algoritmos de los que no sabemos demasiado, pero a partir de su uso podemos deducir cosas y “en TikTok, el algoritmo es más bestia, todo se mueve más rápido, es estresante y hay menos capacidad de decisión. Te quedas enganchado. Es el salvaje Oeste”, compara Gómez.
Montserrat Graell de la AED está de acuerdo en que esta red social es diferente y propicia para alentar TCA: “Son vídeos muy rápidos, cortos y con mensajes muy concretos. Además del mensaje en sí, está lo potente de la imagen, que es lo que lo diferencia de otras plataformas anteriores donde primaba el texto. Es muy impactante y genera adicción, consumes vídeos una y otra vez”, dice la especialista, que recuerda lo fácil que es llegar a ellos: un par de palabras, un torrente de vídeos.
Una investigación de ITV News, publicada en junio de 2022, analizó específicamente cómo puede TikTok obstaculizar la recuperación de jóvenes que están tratando de salir de estos TCA. A partir de una encuesta de 1.000 usuarios de la red social que habían sufrido o tenían relación con uno de estos trastornos, un 80% afirmaron que TikTok había tenido un impacto negativo en su recuperación. El 26% dijo que había experimentado un gran impacto negativo.
Algunos de los testimonios que recoge la investigación expresan que “el lado oscuro de la aplicación los arrastró repetidamente a las profundidades de la enfermedad de la que intentaban recuperarse” y que encontraban “vídeos desencadenantes que se repetían a veces hasta 20 veces al día”.
Algunos de los comentarios que encontramos en nuestra búsqueda de vídeos de este tipo, como puede verse en la captura de abajo, recogen cosas como “hazte la cuenta privada, algunos de nosotros estamos tratando de recuperarnos” o, cuando otro usuario se refirió a que simplemente hagan scroll y deslicen hasta otro vídeo, otro usuario contesta: “Eso no arregla nada. No hace que olvides inmediatamente que el vídeo existió”.
Por eso, aunque siempre haya habido contenidos inadecuados en Internet, ahora el mensaje cala aún más en los jóvenes. Y en jóvenes de todo origen y condición, porque otra cosa que ha conseguido la democratización de internet y el acceso a redes sociales es la democratización de los TCA: de Europa a Latinoamérica, pasando por Estados Unidos y Canadá.
“Parecía que en países menos desarrollados habría menos casos, pero ya no. Aquello de que los TCA sólo se daban en las clases altas también es antiguo, ahora está en todas. Hay una explosión de casos general”, explica Graell, que conoce la situación de cerca gracias a su cargo en el Capítulo Hispanolatinoamericano de la AED.
¿Dónde está el límite entre el contenido no permitido y el que no lo es, pero que sí entraña riesgos para los adolescentes?
Como hemos visto, hay contenidos en TikTok que instan a repetir estas prácticas y que no se esconden en sus hashtags; otros, se camuflan, pero igualmente es fácil encontrarlos. Pero, ¿qué pasa con los que son más sutiles, con los que aparentemente recomiendan llevar una vida sana o muestran simplemente imágenes de personas muy delgadas?
“Hay una línea muy fina que separa lo ilegal de lo peligroso y de lo inapropiado. Es complicado poner puertas al campo”, dice Laura Cuesta, profesora de cibercomunicación y nuevos medios en la Universidad Camilo José Cela (UCJC) y responsable de Contenidos Digitales del Servicio de Prevención y Tratamiento de Adicciones en adolescentes y jóvenes del Ayuntamiento de Madrid.
Ya hay nuevos diagnósticos que se pueden ver impulsados fácilmente por muchos de los vídeos que se encuentran en este tipo de plataformas. Por ejemplo, la vigorexia, ejercicio compulsivo combinado con dieta para hacer músculo, o la ortorexia, obsesión por la comida saludable. Seguro que tú también tienes un amigo que, a raíz de seguir ciertas cuentas en redes sociales, se ha obsesionado con contar calorías.
Por otra parte, tal y como advierte Cuesta, si una persona con un TCA visualiza un vídeo que busca todo lo contrario, es decir, ayudar a la gente a recuperarse de un TCA mostrando su propia experiencia, “puede que le ayude a mantenerse en su propia recuperación o se anime a empezarla, pero también puede que le arrastre de nuevo a una mala dinámica”. Es decir, que puede que no identifiquen qué vídeo es terapéutico y clínicamente bueno para ellos, y qué vídeo puede perjudicarles. Para eso es necesario “un acompañamiento con profesionales sanitarios”, añade Cuesta.
¿Qué hace TikTok con este tipo de contenido que puede promover trastornos alimentarios?
En sus Normas de la comunidad, la red social asegura que no se permiten contenidos que “presenten, promuevan, normalicen ni ensalcen actividades que puedan conducir a trastornos alimenticios”. En su apartado específico de Trastornos alimenticios, dicen que eliminan los contenidos que expresan deseo de experimentar TCA, que comparten consejos o instrucciones sobre cómo padecerlos, y que muestran retos con el objetivo de perder peso y alcanzar medidas corporales poco saludables.
En febrero de 2022, TikTok actualizó estas normas para reforzar este tipo de políticas. En particular, ampliaban el enfoque sobre los trastornos alimentarios con el objetivo de “reconocer más síntomas, como el exceso de ejercicio o el ayuno de corta duración”.
Sin embargo, sí que animan a que los usuarios compartan sus experiencias personales de forma “segura” y con “fines de sensibilización y apoyo comunitario”.
Y si hay contenido subido, ¿cómo se modera? Según TikTok, por un equipo compuesto por expertos y tecnología (como ya te contamos que hace Google). La red social explica a Maldita.es que los vídeos subidos son analizados por una tecnología que trata de identificar si hay incumplimientos de las políticas de la plataforma mencionadas, y que luego se revisa por una persona del equipo de seguridad. Si se confirma que ha habido una infracción, el vídeo se debe eliminar; si no, el vídeo continuará publicado.
En 2020, TikTok anunció en su blog que tomaría medidas para que la plataforma fuera un entorno inclusivo y positivo para el cuerpo. Entre los objetivos que marcó, mejorar sus políticas publicitarias sobre productos dietéticos y para adelgazar. Por ejemplo, dijo que los productos de control de peso sólo los verían usuarios mayores de 18 años, y que prohibirían anuncios sobre aplicaciones de ayuno y suplementos para bajar de peso.
Sin embargo, ese tipo de contenido, sin que ni siquiera haya publicidad pagada de por medio, es muy fácil de encontrar en la red social: basta una búsqueda rápida en la que también aparecen vídeos de influencers o gurús que buscan lucrarse con este tipo de contenidos. Además, las plataformas ya tienen problemas en general a la hora de verificar la identidad de sus usuarios y, por tanto, su edad real, como os hemos explicado en Maldita.es.
Por otro lado, en julio de 2022 TikTok presentó Content Levels, una iniciativa con la que quieren organizar los contenidos en función de la madurez temática (como se hace en cine con la clasificación de las películas). La idea es proteger la experiencia de los adolescentes en la red social y que los menores de 18 años no accedan a ciertos vídeos. De momento, es una promesa para los próximos meses que no se ha implementado.
El papel de la alfabetización de redes sociales, el pensamiento crítico y el uso responsable
Las especialistas consultadas por Maldita.es coinciden en que debe haber un papel activo por parte de la sociedad para enseñar a los adolescentes qué pueden encontrar en las redes sociales, prevenirlos y ayudarles a estar preparados.
De parte de las familias, los centros educativos y los responsables médicos, “lo que sí tenemos que hacer es intentar que nuestros adolescentes cada vez sean más críticos delante de esos contenidos”, dice Graell. Cuesta coincide en que “no podemos delegar toda la responsabilidad en la plataforma, necesitamos implicarnos en la educación digital de los jóvenes desde las instituciones y los gobiernos”. La propia red social TikTok, por ejemplo, ofrece una guía del Centro de Seguridad sobre trastornos alimentarios para adolescentes, cuidadores y educadores.
Cuando en Maldita.es comenzamos este artículo, reportamos a TikTok varios de los vídeos que encontramos. La mayoría se eliminaron; otros, siguen ahí; en estos días, han aparecido muchos otros. Si eres usuario de TikTok, tú también puedes tomar acción y denunciar los contenidos que veas de este tipo y que creas que infringen las normas de la comunidad. No sólo vídeos: puedes denunciar cuentas, comentarios y hashtags. Con un uso responsable y un pensamiento crítico podemos contribuir a que Internet sea un lugar mejor y, con toda la información en nuestra mano, decidir por nosotros mismos cómo queremos utilizarlo.
* Hemos actualizado este artículo para citar el estudio de López-Gil, JF, Chen, S., Jiménez-López, E. et al. ¿El uso y la adicción a las redes sociales están asociados a los trastornos alimentarios en adolescentes? Conclusiones del estudio EHDLA. Adicción a la salud Int J Ment (2023).