El dinero no es excusa para evitar el desastre climático; para desactivar “la bomba climática”, en palabras de António Guterres, secretario general de la ONU. Es una de las principales conclusiones del resumen de evidencia científica que el Panel Experto del Clima (IPCC) entrega a la clase política, contra el calentamiento global. “Hay suficiente capital y liquidez a nivel global para cerrar las brechas de inversión”, dice expresamente el informe, presentado este lunes, tras una semana de largas discusiones. El coste de resignarse a la emergencia climática es muy superior al de las inversiones para mitigarla y adaptarse.
“La humanidad se encuentra sobre una fina capa de hielo, y ese hielo se está derritiendo rápidamente. El objetivo de limitar la temperatura a +1,5ºC es alcanzable, pero requerirá dar un enorme salto, no hay tiempo que perder”, ha dicho, contundente, Guterres, en la presentación del Informe de Síntesis del IPCC, el dosier encargado de dar instrucciones a los políticos para “desactivar” esa bomba de la emergencia climática con un coste inasumible. En la mayoría de los casos, implica recortes profundos de las emisiones de gases de efecto invernadero en todos los sectores en esta misma década.
Tras un análisis de años de varios equipos científicos internaciones, el IPCC pone el foco en la necesidad de recortar de forma urgente las emisiones de CO2. Estamos hablando del mayor consenso científico sobre un único tema: miles de personas expertas de 195 países, de distintas disciplinas, enfoques e ideologías, que han llegado a unos acuerdos mínimos sobre la implicación humana en el desastre climático y ambiental.
El gran problema está en la generación de energía. Y también ahí reside la gran solución. De acuerdo con su análisis, la respuesta está en las renovables. Ahora mismo son realmente baratas. Una apuesta decidida por el despliegue mundial de estas infraestructuras requiere de inversiones muy por debajo del coste de los daños que producirán los fenómenos extremos que la emergencia climática trae consigo.
Los distintos informes parciales también han entrado al detalle de cuánto de lo que ya está pasando en la Tierra (y va a pasar) es atribuible o no a la acción humana. Ya no existe ninguna duda de que el calor extremo que vivimos en regiones como la mediterránea se debe a las emisiones de CO2 y metano (CH4) que se disparan desde hace más de un siglo. El reverso de la era industrial ha sido un incremento térmico global que ha desatado otros fenómenos: acidificación de los océanos, deshielo, subida del nivel del mar, lluvias torrenciales. Y, seguramente, más sequías e incendios con el consiguiente impacto en la salud alimentaria y la seguridad global.
La generación que ahora tiene más de 70 años ha sido la primera en notarlo en carne propia. Los jubilados de hoy nacieron en un mundo un grado más fresco que el actual (un grado de media en ciencias de la Tierra es mucho e implica cosas como que deje de nevar en algunos sitios, por ejemplo). Pero la peor parte se la lleva la generación nacida en 2020. Serán ancianos en un mundo que, como mínimo, tendrá entre 1,5ºC y 2ºC más. Esto implica costes de la emergencia climática que deberán asumir sí o sí. Pero siempre será mejor que plantarse en 4ºC o más, algo que ocurrirá si se siguen vertiendo a la atmósfera cada vez más gases de efecto invernadero. Por encima de +2ºC se supera el límite de seguridad de la Tierra, en lo que al clima se refiere.
La inversión en renovables tiene menos coste que los desastres de la emergencia climática
“La incorporación de medidas climáticas eficaces y equitativas no sólo reducirá las pérdidas y los daños para la naturaleza y las personas, sino que también aportará beneficios más amplios”, ha apuntado el presidente del IPCC, Hoesung Lee.
Uno de los mensajes clave es que es necesario movilizar todos los esfuerzos en cooperación internacional y cumplir las regulaciones gubernamentales para adaptarse y mitigar la emergencia climática a cualquier coste y a corto plazo. La idea central es que no es ‘tan caro’, como enfatiza Vanesa Castán Broto, catedrática de Urbanismo Climático en la Universidad de Sheffield (Reino Unido).
En concreto, el IPCC hace un análisis de inversiones, llegando a la conclusión de que las políticas con resultados más impactantes contra la emergencia climática son las que menos costes tienen. Sumadas, la solar y la eólica ahorrarían al planeta unas 9 gigatoneladas de CO2 al año. Y serían ampliamente rentables en términos económicos.
El resumen del IPCC hace hincapié en la acción a corto plazo en materia de mitigación y adaptación. Aunque estas requieran grandes inversiones iniciales y puedan causar impactos disruptivos en las sociedades actuales. Esto entronca con debates como el impacto de las renovables, por ejemplo, en el entorno rural. No entra de lleno en este asunto, pero sí recalca que la emergencia climática es justamente eso: una emergencia de costes inasumibles.
Con todo, en sus capítulos ‘sociales’, sí que hay referencias a políticas de transición justa, “por ejemplo, en regiones dependientes de la minería del carbón, que demuestran que es posible poner las necesidades de los más vulnerables en el centro de la acción”, apunta Castán.
La experta, junto a otras personas especialistas, hacen un análisis “de la evidencia demoledora de la necesidad de abordar conjuntamente la adaptación al cambio climático” en el SMC de España. Estos son otros de los puntos clave para estos expertos, algunos de los cuales han trabajado en el IPCC:
Hay ya efectos inevitables, pero no hay que tirar la toalla
Francisco Doblas-Reyes, profesor ICREA, director del Departamento de Ciencias de la Tierra del BSC cree que teniendo en cuenta la trayectoria de emisiones de carbono durante el resto del siglo y más allá, el impacto del calentamiento seguirá presente en algunas variables como el nivel del mar durante muchos siglos.
“Queda claro que los impactos dependen fundamentalmente de las emisiones acumuladas y que la única forma de limitarlos es reducir esas emisiones lo más rápido posible”, apunta el investigador.
Para Eloy Sanz Pérez, del grupo de investigación de alto rendimiento en Ingeniería Química y Ambiental, “es muy probable que se alcancen los 1,5 ºC a corto plazo y algunos de los efectos del cambio climático ya son irreversibles. Por tanto, es imprescindible desarrollar estrategias de adaptación, es decir, debemos proteger nuestras calles, viviendas y ecosistemas contra impactos que nos acompañarán para siempre”.
Los pobres pagan la factura de los excesos de carbono de los ricos
El informe escuece: “Las personas con un nivel socioeconómico alto contribuyen de manera desproporcionada a las emisiones y tienen el mayor potencial de reducción de emisiones”. Pero las consecuencias las paga el resto.
Entre 2010 y 2020, la mortalidad por inundaciones, sequías y tormentas fue 15 veces mayor en regiones altamente vulnerables, en comparación con regiones con vulnerabilidad muy baja. “La justicia climática es crucial porque aquellos que han contribuido menos al cambio climático se ven afectados de manera desproporcionada”, ha explicado Aditi Mukherji, uno de los firmantes del resumen, en la presentación.
“Paradójicamente, los países menos desarrollados han contribuido en una menor medida a estos efectos, pero son quienes más los están sufriendo”, recalca Sanz. En este sentido, Guterres se ha dirigido específicamente a los líderes de los países desarrollados, que “deben comprometerse a alcanzar el cero neto de carbono lo más cerca posible de 2040. Es algo que se puede hacer”.
“Los líderes de las economías emergentes deben comprometerse a alcanzar el cero neto lo más cerca posible de 2050”, ha precisado, en línea con lo debatido y pactado en las últimas cumbres del clima. El carbón, el combustible más emisor y contaminante, debería desaparecer de la OCDE en 2040. Guterres también ha pedido que se dejen de financiar proyectos petrolíferos y gasísticos, con un “llamamiento a los directores ejecutivos de todas las compañías de petróleo y gas para que sean parte de la solución”.
Nunca hubo tantas evidencias científicas sobre un fenómeno
Explica José Manuel Moreno, catedrático de Ecología en la Universidad de Castilla-La Mancha y científico del IPCC en informes anteriores que “nunca la ciencia fue tan clara y robusta en señalar un problema, sus orígenes y posibilidades para reducirlo o minimizarlo. Ahora nos toca a todos actuar, en primer lugar, a los gobiernos”, señala el profesor.
“La Tierra es finita y hay que acompasar lo que hacemos con su capacidad de tolerarlo”, añade. Casi la mitad de la población mundial está expuesta a impactos que amenazan su vida. Esto está ocurriendo ya y la última cumbre del clima dio buena cuenta de ello. En el debate, buscar los mecanismos para atribuir fenómenos extremos y sus costes a la emergencia climática, puesto que irán a más. Y se han hecho más progresos en las ciencias para decir qué es y qué no es cambio climático, y menos en crear mecanismos de compensación para pagar los ‘platos rotos’ del desastre de forma justa.
“Cada incremento del calentamiento global exacerbará los extremos y reducirá la capacidad de adaptación de la humanidad”, añade Vanesa Castán.
Los informes por sector:
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▸ Adaptación y vulnerabilidad
Informe IPCC: Los pobres, “desproporcionadamente afectados” por no poder adaptarse a la emergencia climática