¿Pasa el futuro de la energía por el hidrógeno verde? ¿Tiene sentido explotar yacimientos de este gas, como si del petróleo se tratase en décadas pasadas? El hidrógeno verde prevé ayudar en el proceso de descarbonización. Pero ni todo el hidrógeno es verde, ni todos sus usos serían eficientes. Las personas expertas consideran que será un complemento a la electrificación del sistema, prioritaria salvo en los casos en los que la electricidad no sea capaz de sustituir a los fósiles, como parte del transporte pesado o algunos sectores de la industria.
Sin embargo, el hidrógeno verde está rodeado de incertidumbre, tanto en lo que al mercado se refiere como de la viabilidad de su producción. Porque para considerarse ‘verde’, debe producirse a partir de fuentes renovables. Es cierto que puede hallarse de forma natural en algunos pozos, como el que se ha descubierto recientemente en Aragón; pero la mayoría del hidrógeno que se consume en la Unión Europea se genera mediante gas natural (el 96% en 2022, según la Comisión). Y eso ya no es precisamente verde.
¿Cómo se produce el hidrógeno verde?
El hidrógeno no es un combustible como el gas. Es un vector. Significa que nos permite mover energía producida antes en otro sitio. Como lo hacen las pilas. Y esa energía se puede producir de forma renovable o no.
Típicamente, se entiende que el hidrógeno será verde si se fabrica mediante lo que se llama electrólisis a partir de electricidad renovable. No es más que sacar las moléculas de hidrógeno del agua, aplicando electricidad. Si esa electricidad sale de la turbina de un molino o de placas fotovoltaicas, será verde.
Pero también se puede producir hidrógeno con electricidad nuclear o con la quema de combustibles fósiles, de ahí que se le asignen unos colores distintos al verde, por convención. La molécula de hidrógeno, en sí, es incolora.
¿Cómo sacamos electricidad del hidrógeno? Dándole la vuelta al proceso. Al combinarse el hidrógeno con el oxígeno del aire, se produce electricidad. Es lo que ocurre en las llamadas ‘pilas de combustible de hidrógeno’, que ya incorporan algunos vehículos.
En este sentido, el hidrógeno se plantea como una solución a los caprichos del viento y la falta de luz solar. Es decir, como si fuera un acumulador de esa energía renovable cuando no se está produciendo. Pero el proceso tiene sus limitaciones en cuanto a eficiencia con la tecnología disponible.
Las incógnitas acerca de su papel en el camino hacia la descarbonización
Las propias características del hidrógeno verde como vector energético hacen que sea una forma de energía secundaria, ya que sirve para gestionar el almacenamiento de la producción energética de otros lugares, como explica Aurèlia Mañé, profesora de la Universitat de Barcelona, experta en sistemas y relaciones energéticas internacionales. “No es equivalente al petróleo, al carbón o al gas”, destaca.
‘Transforma’ renovables en hidrógeno, según Ana Maria Jaller-Makarewicz, analista de energía europea del Instituto para el Análisis Económico y Financiero de la Energía (IEEFA, por sus siglas en inglés). “Por eso están priorizando la electrificación con renovables, que es más eficiente que hacerlo con hidrógeno”, desarrolla.
Patricia Cabello, profesora de Dinámica de la Tierra y del Océano de la Universitat de Barcelona, experta en geofísica de reservorios de hidrocarburos, enumera diversos problemas adicionales de sustituir directamente combustibles fósiles por hidrógeno. Entre ellos, destaca la insuficiencia de la infraestructura existente (por las distintas características de la molécula y su mayor tasa de fugas) o la necesidad de agua para producirlo.
Además, como apunta Albert Banal-Estañol, profesor de Economía y Finanzas de la Universitat Pompeu Fabra (UPF), el hidrógeno verde “todavía es muy caro” por hallarse en una fase inicial de su desarrollo. “Ahora el único hidrógeno que resulta competitivo es el que viene del propio gas”, indica. Por el momento, solo el 2% del hidrógeno consumido en territorio comunitario es verde, de acuerdo con datos de 2022 de la Comisión Europea.
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Aun así, el hidrógeno verde se plantea como parte del futuro del sistema energético y existen distintos proyectos que invierten en este vector energético. Un ejemplo es el H2Med, un gaso-hidroducto que pretende conectar Portugal, España y Francia, como se recoge en una nota de prensa de La Moncloa.
Pese a que Banal-Estañol manifiesta ciertas dudas respecto a este conducto para transportar hidrógeno verde, cree que el recurso en sí puede ser “muy bueno”. No obstante, a su juicio, el problema se encuentra en la construcción de infraestructuras pensando que el hidrógeno verde será masivo. “O que luego acabe retrasando la propia transición energética [hacia infraestructuras renovables]”, agrega. Puesto que infraestructuras como estas también podrían transportar gas natural fósil.
Así, se prevé que el hidrógeno verde comparta espacio con la electrificación ‘pura’ del sistema; pero únicamente en los usos para los que la electricidad no es suficiente. De acuerdo con Alfons Pérez, ingeniero y analista de energía en el Observatorio de la Deuda en la Globalización (ODG), puede ser útil para vehículos pesados y en un entorno local. Por ejemplo, en el transporte público de las ciudades. “Las baterías de los vehículos eléctricos, de los autobuses, ahora mismo son muy grandes y tienen un impacto también a nivel extractivo”, sugiere.
Fuentes
Artículo de El Confidencial sobre el descubrimiento en Aragón del primer pozo de hidrógeno europeo
Página web sobre hidrógeno de la Comisión Europea
Aurèlia Mañé, profesora de la Universitat de Barcelona, experta en sistemas y relaciones energéticas internacionales
Ana Maria Jaller-Makarewicz, analista de energía europea del Instituto para el Análisis Económico y Financiero de la Energía (IEEFA, por sus siglas en inglés)
Patricia Cabello, profesora de Dinámica de la Tierra y del Océano de la Universitat de Barcelona, experta en geofísica de reservorios de hidrocarburos
Albert Banal-Estañol, profesor de Economía y Finanzas de la Universitat Pompeu Fabra (UPF)
Nota de prensa de La Moncloa sobre el H2Med
Alfons Pérez, ingeniero y analista de energía en el Observatorio de la Deuda en la Globalización (ODG)