La historia real de ‘Ellas hablan’, la película sobre las víctimas de violaciones en una colonia menonita

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ellas hablan

La película Ellas hablan arranca en 2009 cuando las mujeres de una comunidad menonita que apenas saben leer ni escribir votan por primera vez qué hacer tras haber sido violadas de manera masiva y continuada por los hombres de la comunidad. Tienen que decidir entre tres opciones como respuesta a las agresiones: no hacer nada, quedarse y luchar contra ellos o irse. Los votos empatan entre quedarse y luchar, o irse. Así que tres familias son elegidas para decidir qué harán las mujeres. Tienen dos días antes de que regresen los hombres de su comunidad y sus agresores: padres, hijos, maridos, hermanos, que durante años las violaron a todas (niñas, adultas, ancianas) tras sedarlas con un potente anestésico para vacas.

Ellas hablan, la cinta de Sarah Polley nominada a dos Óscar por mejor película y mejor guion adaptado, basada a su vez en el libro homónimo de la canadiense Miriam Toews (Sexto Piso, 2020), narra precisamente estas intensas asambleas en las que un grupo de mujeres de distintas generaciones a las que se les ha negado el acceso a la educación y que solo hablan un antiguo dialecto alemán debaten cómo responder ante un crimen tan brutal. Tal y como deja por escrito Toews en una nota al inicio del libro y aparece a modo de prólogo en el film, la historia de Ellas hablan es un “acto de imaginación femenina”. 

La escritora, por tanto, imaginó la respuesta de estas mujeres que sí fueron agredidas en la realidad. En la ficción, las protagonistas de Toews que muestra Polley en Ellas hablan (interpretadas por Frances McDormand, Claire Foy y Rooney Mara, entre otras) indagan en ideas tan trascendentales como la venganza, el perdón, la libertad, la utilidad del pacifismo, la banalidad del mal o la existencia de Dios. “Somos mujeres sin voz, no tenemos nada a lo que volver y hasta los animales viven más seguros que nosotras. Todo lo que tenemos son nuestros sueños; claro que somos soñadoras”, reflexiona una de las protagonistas. 

Siete hombres fueron condenados por violar a más de 100 mujeres entre 2005 y 2009 tras sedarlas con somníferos: la historia detrás de ‘Ellas hablan’

“Sucedió de nuevo. Cuando despertábamos, sentíamos manos que ya no estaban. Los ancianos decían que habían sido fantasmas o Satanás, o que mentíamos para llamar la atención o que había sido un acto de salvaje imaginación femenina. Continuó durante años. Nos pasaba a todas”. Así arranca una voz en off en Ellas hablan para presentar los crímenes reales que sucedieron en una remota colonia menonita en Bolivia llamada Manitoba, como la provincia canadiense, a 150 kilómetros al noreste de la ciudad de Santa Cruz. 

Entre 2005 y 2009, como informó la BBC entre otros medios, varios hombres violaron de manera masiva y continuada a más de 100 mujeres de todas las edades (desde niñas a mujeres de 60) tras drogarlas con potentes somníferos. A pesar de pertenecer a una comunidad aislada sin contacto con las autoridades bolivianas donde normalmente aplican su propia justicia, el caso de la violación masiva sobrepasó a los dirigentes de la comunidad que decidieron ponerlo en manos de la justicia local.

Como relata la BBC en un segundo artículo, el juicio se celebró dos años después, en 2011. Un tribunal de Bolivia condenó a siete hombres de entre 20 y 40 años de edad a 25 años de prisión por cometer las violaciones y a un octavo, un veterinario menonita, a 12 años por transformar un producto químico destinado a anestesiar vacas en el aerosol que utilizaron los demás para drogar a las mujeres, como indica la revista Time.

El modus operandi de los violadores era sencillo: durante cuatro años, los hombres menonitas rociaban el producto químico a través de las ventanas de los dormitorios por la noche, sedando a familias enteras y violando a las mujeres. “Cuando no había mujeres adultas hacían lo que querían con las niñas”, explicó entonces Wilfredo Mariscal, el abogado de las víctimas, según recoge la revista estadounidense que cubrió el juicio.

Las violaciones se perpetraron durante cuatro años sin que nadie hiciera nada

Como narran los diferentes medios que recogieron el caso hace más de una década, las mujeres violadas, aunque inconscientes por el anestésico durante la agresión, sospechaban lo que estaba pasando. Como también recoge la película, las mujeres despertaban ensangrentadas, sin ropa interior o rasgada, con marcas en los muslos o con semen entre las piernas. Sin embargo, cuando lo contaban, sus quejas eran tachadas por los hombres de la comunidad como “salvaje imaginación femenina” u obra del demonio, como relata también The Guardian

El caso explotó cuando uno de los violadores fue sorprendido dentro de la casa de una de las familias, como también muestra la película Ellas hablan. Al ser capturado, el joven dio los nombres del resto de los agresores. Otros medios, como El País, explican que las violaciones se prolongaron hasta que el padre de uno de los violadores comenzó a sospechar de la conducta de su hijo que, contrario a sus hábitos, comenzó a levantarse más tarde y a desaparecer de casa por la noche. Le siguió, descubrió la agresión, lo llevó ante las autoridades religiosas y el joven confesó todo.

Tras conocerse el horror, los misioneros menonitas, entre otros, ofrecieron ayuda psicológica a las supervivientes de la violación. Pero el líder religioso de Manitoba rechazó la ayuda en favor de las víctimas y fue citado en la revista Time diciendo: “¿Por qué iban a necesitar asesoramiento si ni siquiera estaban despiertas cuando ocurrió?”.

Según los medios que cubrieron el caso, el número de afectadas podría superar el centenar. “Podrían ser más de 200”, contó a la BBC el fiscal que investigó el caso. “Pero algunas de esas víctimas permanecieron ocultas por factores culturales. No acudieron, o no fueron llevadas por sus padres, a un examen forense. Para una mujer menonita es difícil casarse si ha tenido relaciones sexuales. Así que muchos padres preferían callar y decir: ‘En esta casa no ha pasado nada’”.

Las menonitas, una sociedad endogámica sin contacto con el mundo exterior

Ellas hablan narra uno de los escándalos sexuales más brutales de la historia de los menonitas, una confesión protestante anabaptista pacifista que tiene sus orígenes en la Alemania y Holanda del siglo XVI. “La imagen que tenemos de los menonitas en Bolivia es que trabajan de seis de la mañana a nueve de la noche, son muy religiosos y no bailan ni se emborrachan”, explicó a la BBC el fiscal del caso.

Perseguidos en sus tierras de origen, los menonitas se marcharon de Europa e instalaron colonias en otros países donde les permitían mantener su forma de vida. Según el Congreso Mundial Menonita, hay 109 iglesias de esta confesión en 59 países de todo el mundo. Hay comunidades más integradas en las sociedades modernas donde se instalan y otras completamente ultraconservadoras, las conocidas como Old Colony, entre las que se encuentra la de Manitoba, en Bolivia, donde ocurrieron las violaciones masivas.  

Como recogen las crónicas periodísticas y se muestra en Ellas hablan, el mundo de los menonitas en esta colonia se arraiga en el pasado para evitar el progreso. Se desplazan por carretas tiradas por caballos, los coches y la electricidad están prohibidos, al igual que la música, los deportes, la televisión e internet. Se mantienen aislados del mundo. Tanto hombres como mujeres van uniformados, ellas llevan vestidos y ellos monos de trabajo con camisas de cuadros. La vida de las mujeres está aún más circunscrita. No van a la escuela después de los 12 años y, a diferencia de muchos hombres menonitas, rara vez aprenden el idioma local. Crían familias numerosas y pocas veces se aventuran a salir de la comunidad. 

Por todo ello, testificar como víctima de una violación para una mujer que ha crecido en una comunidad de tal arraigado aislamiento patriarcal no debió ser fácil. “Tuvieron el valor de enfrentarse a sus agresores sexuales y acusarles cara a cara. Eso es lo que me impresionó”, recordó Gladys Alba, una de las juezas del caso a la BBC

Fuentes

BBC

Revista Time

El País

AP

The Guardian

Congreso Mundial Menonita

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