La incineradora de Valdemingómez enciende las alarmas por la alta presencia de tóxicos en su entorno, según un estudio europeo

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Valdemingómez tóxicos

En los alrededores de la incineradora de Valdemingómez de Madrid se acumula una alarmante cantidad de sustancias tóxicas persistentes. Se trata de compuestos químicos que permanecen en el ambiente y se bioacumulan en los tejidos de los seres vivos y en la cadena alimentaria, generando efectos adversos sobre la salud de los humanos, según la definición que hace el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico de estas sustancias.

Esta es la principal conclusión del estudio realizado por un laboratorio holandés, ToxicoWatch, promovido por el movimiento europeo Zero Waste para favorecer el reciclaje y reducir los residuos que ha contado con la colaboración sobre el terreno para la recogida de muestras de Ecologistas en Acción, la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM) y el Grupo de Acción para el Medio Ambiente (GRAMA).

España cuenta con cinco plantas de incineración de residuos. La más antigua y la que más biometano produce es la incineradora madrileña que, desde que empezó a funcionar en 1997, arrastra una larga historia de lucha vecinal que pide su cierre desde hace más de 20 años. Según la FRAVM, hay unas 700.000 personas viviendo a un radio de 10 kilómetros de la planta, sufriendo sus consecuencias. Las más cercanas son las que tienen su casa en el asentamiento de la Cañada Real, en el Ensanche de Vallecas y en el barrio de Perales del Río, en Getafe. 

Los resultados del estudio: niveles de tóxicos elevados en el entorno de Valdemingómez

La investigación de ToxicoWatch ha consistido en biomonitorizar durante dos años consecutivos –en 2021 y en 2022– muestras tomadas en musgos, huevos de gallinas para autoconsumo y agujas de árboles de hoja perenne (pino y ciprés) para determinar la presencia de contaminantes orgánicos persistentes en las proximidades de tres plantas de incineración: la de Valdemingómez en Madrid, la UAB Kauno Cogeneration Power Plant en Kaunas (Lituania) y ZEVO Chotíkov en Pilsen (República Checa). De ellas, la zona más contaminada es la del entorno de Valdemingómez en los dos años del estudio. 

Elegir la incineradora madrileña y no otra para realizar el estudio no ha sido casualidad. “Desde un punto de vista de la toxicología, nos interesaba investigar cuál podría ser el impacto en el medio ambiente de Valdemingómez porque es una de las incineradoras de residuos más grandes y antiguas de Europa”, explica a Newtral.es Abel Arkenbout, uno de los dos autores del estudio.

La principal conclusión tras dos años de biomonitorización es que “la zona de Valdemingómez es un entorno sometido a un grave estrés por polución de contaminantes orgánicos persistentes”, subraya Arkenbout. “Cuando se encuentran agujas de pino, follaje de árboles y musgos a pocos kilómetros de la incineradora de residuos con niveles de dioxinas que solo se encuentran en zonas extremadamente contaminadas, hay un grave problema”, añade.

El Ayuntamiento contesta: el estudio europeo que muestra altos niveles de tóxicos en Valdemingómez no es riguroso

“El estudio de Zero Waste utiliza una metodología completamente diferente a la legalmente exigible, que no permite determinar el origen de la contaminación que se pudiera detectar; además, el rigor en la realización del estudio resulta muy cuestionable”. Esta ha sido la reacción del Ayuntamiento de Madrid que ha hecho pública a través de una nota de prensa frente los resultados del informe de ToxicoWatch. 

Arkenbout, sin embargo, defiende su estudio y explica que, independientemente de la fuente de la contaminación, “se ha probado científicamente la existencia de sustancias extremadamente tóxicas en los alrededores de Valdemingómez”. 

El también fundador de ToxicoWatch admite que su laboratorio sí utiliza un “enfoque diferente” basado en la metodología del biomonitoreo, una herramienta mucho más sensible que las mediciones del aire, en su opinión. “Los programas de vigilancia gubernamentales utilizan métodos limitados para vigilar las emisiones y deposiciones de las incineradoras de residuos”, argumenta Arkenbout. 

Además, al contrario de lo que afirma el consistorio madrileño, según Toxiwatch, la biomonitorización sería legal porque está sujeta a la aplicación de la directiva europea sobre emisiones industriales (DEI). Y, según apunta el toxicólogo, “varios países trabajan ya con programas de biomonitorización para controlar las emisiones”.

El Ayuntamiento defiende sus estudios como válidos frente al de ToxicoWatch

Frente al resultado del estudio europeo de tóxicos contaminantes persistentes en las inmediaciones de Valdemingómez, el Ayuntamiento de Madrid los rebate con los resultados de las emisiones de la incineradora, que cumplen con la normativa vigente. Y no solo. El consistorio utiliza para su argumento dos estudios complementarios más, uno realizado por Madrid Salud en 2019 y otro que terminó el IDAEA-CSIC (Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua) en 2021.

El primero concluyó que las emisiones de la incineradora no provocan un mayor riesgo de mortalidad por enfermedades respiratorias en la población que vive a menos de cinco kilómetros de la planta. Sin embargo, el estudio no alcanzó resultados concluyentes sobre el efecto de las sustancias contaminantes de Valdemingómez sobre la morbilidad, –es decir, sobre la cantidad de personas que enferman en un lugar y tiempo determinado– porque la Comunidad de Madrid no facilitó dicha información. 

El segundo, del IDAEA, señaló que no se puede atribuir “inequívocamente” los contaminantes tóxicos detectados en los entornos urbanos a las emisiones de la planta incineradora de Valdemingómez. No obstante, los investigadores reconocen que este análisis y el de ToxicoWatch no se pueden comparar. 

“Se trata de dos estudios diferentes en cuanto al tipo de muestras analizado, periodo, y análisis realizados. A ese respecto, ni se contradicen ni se complementan”, subraya Andrés Alastuey, uno de los autores del informe del CSIC, consultado por Newtral.es. Además, según reitera el investigador, “recomendamos evaluar el impacto de las emisiones de la planta incineradora en otros municipios próximos ubicados al sudoeste y al noroeste de la planta”.

Los vecinos piden el cierre de Valdemingómez

Cifras aparte, la historia de Valdemingómez está unida al conflicto. Los vecinos llevan pidiendo el cierre de la planta desde que supieron que iba a abrir sus puertas, como muestra la memoria de actividades de la FRAVM a la que ha tenido acceso Newtral.es. La última vez que se manifestaron fue el pasado 22 de enero, cuando miembros de Ecologistas en Acción, la FRAVM y GRAMA marcharon para exigir su clausura una vez más. 

El problema no son solo los malos olores que supone vivir al lado de un vertedero, de una planta de compostaje y de otra de biometanización. El problema es la incineradora de Valdemingómez “que emite tóxicos y venenos que no huelen pero que la literatura científica ha indicado que puede aumentar los casos de cáncer entre los vecinos, lo que genera una gran incertidumbre”, indica a Newtral.es Enrique Villalobos, presidente de la FRAVM y vecino del Ensanche de Vallecas. 

“Nosotros vamos a seguir manifestándonos y difundiendo información rigurosa: La gente tiene que saber los riesgos para la salud que tiene vivir cerca de una incineradora”, indica Villalobos. El presidente de la federación de vecinos insiste: “El peligro de Valdemingómez es potencial, es decir, cuánto mas tiempo pasas expuesto a las emisiones de la incineradora más probabilidades tienes de desarrollar una enfermedad grave”. 

El Ayuntamiento de Madrid pretende mantener operativa la planta de Valdemingómez hasta, al menos, el año 2030.

Fuentes

Análisis de ToxicoWatch de 2021 y 2022

Abel Arkenbout, uno de los dos autores del estudio

Enrique Villalobos, presidente de la FRAVM

Ayuntamiento de Madrid

Informe de Madrid Salud 2019

Informe del CSIC de 2021

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