Las cábalas del fútbol, un asunto de Estado en Argentina

“Cábalas son cábalas”. Con ese argumento, el presidente argentino, Alberto Fernández, confirmó este sábado que no viajará a Catar para asistir a la final del Mundial de fútbol entre Argentina y Francia, donde sí estará presente su homólogo francés, Emmanuel Macron, quien también acudió a la semifinal entre su país y Marruecos. Aunque algunos medios argentinos señalan que la ausencia de Fernández puede obedecer a una decisión de mostrar austeridad ante la compleja situación económica y política que atraviesa el país -con una inflación interanual del 92,4% y la reciente condena a la vicepresidenta Cristina Kirchner-, lo cierto es que su referencia a las cábalas no es casual.

Si bien no son exclusivas de Argentina, las cábalas son un ritual muy arraigado en la cultura popular y futbolística del país. Según un estudio realizado en 2014, uno de cada cuatro hinchas argentinos practica determinados rituales para ayudar a la selección. Son supersticiones que forman parte del folclore del fútbol y de las que casi nadie puede escapar: aficionados, jugadores, cuerpo técnico, periodistas, publicistas y hasta el propio jefe de Estado procuran mantener inalterables las costumbres que llevaron al éxito deportivo del equipo. 

“Viviré este momento fantástico como hasta ahora, junto a mi gente”, tranquilizó Alberto Fernández a la afición, consciente de que cambiar los ritos establecidos justo antes de la final -y un viaje suyo a Doha lo sería- puede suponer un sacrilegio. Quien sí estará en Catar en la final, como ha sucedido en todo el torneo, es el expresidente y opositor Mauricio Macri, que a su vez tuvo que defenderse de los señalamientos de “mufa” (gafe) que recibió tras la derrota de Argentina ante Arabia Saudí en el debut albiceleste.

Más allá de la decisión de Fernández, los hinchas argentinos también recibieron con alivio la confirmación de que el equipo dirigido por Lionel Scaloni jugará ante Francia con la camiseta celeste y blanca, la misma que se utilizó en las finales ganadas en 1978 y 1986. En las ediciones de 1990 y 2014, que acabaron con derrota Argentina en la final, se usó la camiseta alternativa, de color azul. Sin embargo, las cábalas prohíben expresamente cualquier celebración antes de tiempo. En caso de producirse este exceso, los más supersticiosos encontraron en la expresión “anulo mufa” un antídoto “antigafe” que se ha vuelto muy popular en las redes sociales.

El porqué de las cábalas: reducir la ansiedad y sentido de pertenencia

Las cábalas, que vienen del término hebreo qabbālāh (tradición) y a las que la Real Academia Española (RAE) define como un “cálculo supersticioso para adivinar algo”, se pueden materializar en las formas más variadas entre los aficionados argentinos. Desde ver los encuentros con las mismas personas con las que se obtuvo previamente un resultado favorable, excluyendo en ocasiones a aquellas consideradas gafes, hasta utilizar en cada partido de Argentina exactamente la misma vestimenta, ropa interior incluida. Incluso la distribución de los asientos entre los asistentes, las posturas físicas adoptadas durante los encuentros -por más incómodas que resulten- o el nivel de volumen de la televisión pueden formar parte del ritual entre los más “cabuleros”, como se conoce a los más supersticiosos.

“La cábala hunde sus raíces en el pensamiento mágico infantil. Implica que se puede modificar el mundo exterior mediante el pensamiento y sirve para encontrar explicaciones a ciertos eventos. En los adultos, el pensamiento cabalístico también puede servir para reducir la ansiedad”, señala Adriana Guraieb, psicoanalista miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), en un artículo publicado en el diario Clarín.

Marcelo Androetto, periodista deportivo y psicólogo clínico especializado en deportes, afirma a Newtral.es que las cábalas también sirven para reforzar un sentido de pertenencia. “Hay una necesidad muy grande que tenemos de sentirnos parte. Inconscientemente hay algo de creer que de alguna manera contribuyo al éxito, de que yo también juego y no me quiero quedar fuera”, analiza.

“Pero detrás de la cábala se esconde también el miedo no reconocido a perder. ¿Por qué mantenemos la cábala? Porque venimos ganando. Como venimos ganando, en algún punto nos da miedo la frustración de la derrota que puede acabar con toda esta locura. Y a medida que pasan las victorias, nos aferramos cada vez más. Porque también la ansiedad es enorme al estar cada vez más cerca del objetivo. La cábala funciona en algún punto como un calmante, como un ansiolítico”, considera el especialista.

El psiquiatra y ensayista José Eduardo Abadi también destacó, en un artículo en La Nación, la función que estas cábalas tienen a la hora de combatir la incertidumbre. “La cábala pretende neutralizar el efecto ansiógeno. Ese ritual nos arroga una participación frente a la ansiedad que provoca lo incierto. Recurrimos a una fantasía de omnipotencia: yo soy el que se mete e interviene en el destino. Uno supone la posibilidad de un control de lo imponderable. La cábala también a veces sirve como un acompañante protector. Nos hace sentirnos fuertes frente a la incertidumbre”, analiza.

Las cábalas de los jugadores de la selección argentina, de 1986 al 2022

Las cábalas no son un asunto exclusivo de los hinchas. Los propios futbolistas adoptan en muchas ocasiones estas supersticiones, y el equipo argentino que está compitiendo en Catar no es la excepción. 

Una de las supersticiones que han trascendido del conjunto de Scaloni es la que se conoce como “la cábala de los caramelos”, y tiene a los futbolistas Rodrigo De Paul, Leandro Paredes y Alejandro Papu Gómez como protagonistas. El ritual, que comenzó en la Copa América que ganó Argentina en 2021, consiste básicamente en que estos tres jugadores coman unos dulces cuando se hace el reconocimiento del campo una hora antes del encuentro. Para ello, los jugadores encomendaron varias bolsas de golosinas desde Argentina.

La presencia del portero Dibu Martínez en la rueda de prensa anterior a la final en Catar, tal como sucedió en la Copa América ganada el año pasado y en la Copa de Campeones de junio ante Italia, también fue señalada por medios argentinos como una de las cábalas del equipo albiceleste.

“En la medida en que cumplir cierto rito te hace sentir más seguro, más centrado o contribuye a la autoconfianza, la cábala puede funcionar como una ayuda emocional para los futbolistas”, asegura Androetto, periodista deportivo y psicólogo clínico especializado en deportes. “Pero lo importante es que los protagonistas tengan en claro que el asunto pasa por otro lado. Creo que los jugadores en el fondo son lo suficientemente inteligentes para saber que lo que inclina la balanza no tiene que ver con la cábala”.

Si de obsesión por las cábalas se trata, es difícil superar a la selección argentina que salió campeona mundial en 1986. Aquel equipo dirigido por Carlos Salvador Bilardo tenía un sinfín de rituales que aún siguen dando que hablar. Según reveló el exfutbolista Jorge Valdano, el autobús que llevaba a los jugadores al estadio debía escuchar en cada partido tres canciones completas: Total eclipse of the heart, de Bonnie Tyler; Eye of the Tiger, de Survivor (Rocky III) y Gigante chiquito, de Sergio Denis. La cábala tenía como requisito innegociable que la última canción acabara en el preciso momento en que el autobús se detenía en el estadio. 

Otra de las tradiciones más insólitas exigía que, antes de cada encuentro, sonara un teléfono público en el vestuario, tal como había sucedido casualmente antes del debut frente a Corea del Sur. Y siempre era el mismo jugador -Tata Brown- el que debía atender, incluso cuando nadie respondiera del otro lado de la línea.

Estos ritos acabaron contagiando también a periodistas, con varios de ellos procurando ocupar siempre el mismo sitio en los pupitres de los estadios en este Mundial de Catar. Y también al mundo de la publicidad con marcas de cerveza que han llegado a acusar a la competencia de dar mala suerte a la selección. En Argentina, casi nadie puede escapar de las cábalas.