‘Las nadadoras’, la historia real de las hermanas Mardini que se echaron al agua para escapar de Siria

1 year ago 159

Mardini nadadoras

En agosto de 2015, Europa asistía a una crisis de refugiados que puso a prueba las estructuras de gobernanza del continente, al que llegaron más de un millón de personas a través del mar, la mayoría de ellas siguiendo la ruta que pasaba por Turquía, Grecia y los Balcanes. A esta diáspora se unieron las hermanas Sarah y Yusra Mardini, nadadoras sirias profesionales, por entonces de 20 y 17 años. 

Su historia se hizo famosa en medio mundo: tras echarse a las aguas del Egeo y nadar durante tres horas para salvar el bote hinchable donde viajaban otros migrantes, consiguieron llegar a Alemania. La pequeña, Yusra, logró competir en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro del 2016 y de Tokio del 2020 como parte del equipo formado por refugiados. La mayor, Sarah, fue arrestada por las autoridades griegas acusada por tráfico de personas cuando colaboraba como voluntaria de salvamento para una organización de Lesbos.

Estos sucesos son los que recoge la película de la directora Sally El Hosaini, Las nadadoras. Aunque la mayor parte de la cinta se centra en contar el periplo de las hermanas Mardini hasta llegar a Alemania y deja en un segundo plano el triunfo emocional de Yusra en los Juegos Olímpicos o la intención de Sarah de volver a Lesbos para ayudar a otros refugiados a llegar a Europa, los hechos que relata ocurrieron. 

La familia Mardini consiguió escapar de Siria gracias a las nadadoras

La película arranca en Daraya, una localidad al sur de Damasco donde vivía la familia Mardini de cinco miembros antes de que las dos hermanas mayores, Sarah y Yusra, emprendieran su periplo hacia Europa. 

Su madre, Mervat, era fisioterapeuta, y su padre, Ezzat, un entrenador de natación que llevaba a sus tres hijas a la piscina todos los sábados, tal y como relata Yusra a la revista Vogue. Como muestra la película y explicó la atleta olímpica a The Guardian, el padre de las nadadoras entrenaba a Yusra desde los tres años, que consiguió competir por Siria en los campeonatos del mundo, viajando a Dubai y Turquía para participar en las competiciones. Al periódico The New York Times, Yusra afirmó: “Cuando era pequeña, solo me metían en el agua».

Hasta que estalló la guerra civil siria, en marzo de 2011, la familia llevaba una vida cómoda. Incluso entonces, la guerra no perturbó demasiado sus vidas: en medio de manifestaciones y represiones, las hermanas, de 13 y 15 años, siguieron entrenando en su piscina local. Un hecho que también aparece en la cinta. Pero en agosto del año siguiente, ya era imposible ignorar el conflicto. 

Hubo combates y fuertes bombardeos en Daraya, que vivió una de las peores embestidas de la primera parte de la guerra, con cientos de víctimas civiles, como cuenta la agencia Reuters. Según el relato de The Guardian, en los años siguientes, la casa de la familia fue destruida, y Ezzat fue detenido y torturado por paramilitares en un caso de confusión de identidad. 

La situación continuó deteriorándose. Un hecho decisivo que también muestra la película fue una bomba sin explotar que cayó en la piscina donde entrenaba Yusra. Otro, el asesinato de dos de las compañeras nadadoras de las hermanas Mardini. Ambos sucesos importantes que precipitaron la travesía de las hermanas. “Le dije a mi madre: ‘Vale, ya es suficiente’”, contaba la atleta a The New York Times. “Y ella dijo: ‘Bien, encuentra a alguien en quien pueda confiar para que te lleve, y puedes irte’”.

En agosto de 2015, los padres accedieron a enviarlas a Europa acompañadas por dos primos del padre y otro amigo de la familia (tres personajes resumidos en uno solo en la película: Nizar, el primo de las hermanas Mardini que comparte con ellas el viaje). El plan era volar a Estambul, pagar a traficantes para que les llevaran a Grecia, y llegar por tierra a Alemania. 

La odisea de las nadadoras Mardini para llegar a Europa: nadar por su vida 

Según el relato de la atleta olímpica, la huída que muestra la película desde Siria hasta Alemania que narra la película es real. El 12 de agosto de 2015, las nadadoras Mardini y sus acompañantes volaron de Damasco a Beirut (Líbano) y de allí a Estambul, donde contactaron con contrabandistas y unos 30 refugiados.

El grupo fue trasladado en autobús a Esmirna (Turquía) y luego a una zona boscosa cerca del mar para esperar a embarcar hacia la isla griega de Lesbos. Al cabo de cuatro días, Yusra y Sarah viajaban con otras 18 personas, entre ellas un niño de seis años (en la película, un bebé) en una lancha neumática con capacidad para seis personas. En su primer intento, fueron capturados por agentes fronterizos y devueltos a Turquía. En el segundo, el motor se paró al cabo de 20 minutos y el bote comenzó a hundirse. 

De las 20 personas a bordo, solo las hermanas Mardini y dos jóvenes sabían nadar, así que los cuatro saltaron por la borda. “Todo el mundo rezaba”, contaba Yusra a The New York Times. “Llamábamos a la policía turca y griega diciendo: ‘Por favor, ayúdennos. Tenemos niños. Nos ahogamos’. Y no paraban de decir: ‘Gira y vuelve. Gira y vuelve’”. Un momento que también refleja la película.

Las hermanas nadaron durante tres horas y media, ayudando a la embarcación a mantener el rumbo, incluso cuando los dos nadadores varones desistieron y se dejaron arrastrar por el bote. “Pensaba, ¿qué? ¿Soy nadadora y al final voy a morir en el agua?”, recordaba la atleta en conversación con el periódico norteamericano. 

De esta forma, consiguieron llegar a Lesbos todos vivos. “Cuando llegamos a la costa, todo el mundo nos daba las gracias”, explicó Sarah en una publicación de Acnur. Ellas contestaron: “Somos nadadoras, es nuestro trabajo”. 

Sin embargo, aún quedaba mucho viaje por delante hasta alcanzar Berlín. En este punto, la película muestra cómo tras lograr la hazaña de sus vidas, las hermanas se hunden en la desesperanza. La realidad no fue muy diferente a la dramatización de la cinta. Los miembros del grupo caminaron durante días, durmiendo en campos o iglesias. Aunque tenían dinero, los taxis se negaban a llevarles y los restaurantes solían negarles el servicio.

Las hermanas viajaron a pie o en autobuses de contrabandistas desde Grecia, pasando por Macedonia, Serbia y Hungría. Estaban en Budapest en septiembre, cuando las autoridades húngaras cerraron la principal estación de tren a los refugiados. Muchos, también las hermanas Mardini, habían gastado decenas de euros en billetes de tren que luego se les prohibió utilizar, lo que provocó que cientos de refugiados protestaran frente a la estación, como informó Reuters

Finalmente, las nadadoras Mardini lograron salir de Hungría, viajaron a través de Austria y llegaron a Alemania, donde acabaron en un campo de refugiados en Berlín compartiendo habitáculo con seis hombres con los que habían viajado. 

Lo que en la película se muestra como pura determinación de Yusra que se planta en el club de Wasserfreunde Spandau para pedir entrenar, en realidad fue un intérprete egipcio que ayudaba con frecuencia en el campo de refugiados el que puso a Mardini en contacto con el club y con Sven Spannekrebs, el entrenador que accedió a hacerle una prueba y el que acabó preparándola para competir. 

El sueño olímpico se cumple para Yusra 

El camino de Yusra hacia los Juegos Olímpicos ha sido, por tanto, inverosímil. Compitió en Río en el primer equipo de refugiados en unas Olimpiadas, una hazaña sorprendente teniendo en cuenta que unos meses antes estaba hundida hasta el cuello en el Mediterráneo nadando para salvar su vida. Y volvió a hacerlo por segunda vez en los Juegos Olímpicos de Tokio en 2020.

Pero sus logros no acaban aquí. A sus 24 años, es embajadora de buena voluntad de Acnur (la Agencia de la ONU para los Refugiados) desde 2017. También ha escrito un libro, Mariposa (en referencia al estilo de natación con el que compitió en Río), donde cuenta su trayectoria de refugiada a nadadora olímpica.

La labor humanitaria de Sarah en Lesbos

Por su parte, Sarah decidió volver a Lesbos para ayudar a otros refugiados que, como ella y su hermana, se ven obligados a huir de sus países, tal y como se muestra en la cinta. Lo que aparece en la película relegado a tan solo un fotograma es, en realidad, muy relevante. 

En 2018, cuando Sarah trabajaba para la ONG griega Centro Internacional de Respuesta a Emergencias (ERCI por sus siglas en inglés) fue detenida por el Gobierno griego acusada de tráfico de personas. Según el Observatorio de Derechos Humanos hubo “motivos políticos” detrás de este arresto y, según Amnistía Internacional, la detención fue “injusta e infundada”.

En concreto, se le culpa a ella y a otro voluntario de haber facilitado la entrada a Grecia de centenares de migrantes desde agosto de 2016 hasta enero de 2018; de espionaje, por haber seguido sistemáticamente las comunicaciones de los guardacostas griegos y de los europeos de Frontex, y de lavado de dinero a través de las cuentas bancarias de la ONG.  

Por estos delitos, Mardini y el otro voluntario fueron encarcelados durante 107 días antes de ser liberados bajo fianza, mientras las autoridades realizaban las investigaciones, según informa Acnur. El juicio para determinar su inocencia se celebrará en enero de 2023.

Fuentes

The New York Times

The Guardian

Vogue

Reuters

Acnur

Amnistía Internacional

Observatorio de Derechos Humanos

Comité Olímpico Internacional

Read Entire Article