Se supone que las políticas y la legislación deben ser las vías de acceso a los recursos y los esfuerzos de abogacía. Desafortunadamente, hay cosas como el lenguaje complicado, la falta de promoción de los programas y la falta de apoyo adecuado para las personas cuya lengua materna no es el inglés que hacen que estas políticas parezcan ser inaccesibles para mucha gente. Como joven latine queer y persona de color que aspira a ser agricultora, personalmente he tenido dificultades con la política agrícola y con la manera de utilizarla para mis propios proyectos.
A fin de que la ley agrícola del 2023 pueda apoyar adecuadamente a los agricultores, se deben amplificar e implementar las voces de los agricultores de color.
Como becaria de la Coalición Nacional de Jóvenes Agricultores, mi objetivo es dar a conocer y analizar mis propias experiencias vividas con el fin de comprender las distintas maneras en las que la próxima ley agrícola dictará la política del mismo sector en Estados Unidos e impactará en el futuro agrícola de las personas como yo.
Los alimentos son historia
El acceso a los alimentos siempre ha sido un tema muy personal para mí. La falta de alimentos nutritivos para mi comunidad, la ampliación del acceso a la información nutricional y el acceso a la tierra son las principales razones por las que yo quise ser agricultor. Como crecí en un barrio de Nueva York cuya población predominantemente es de color, he visto a muchos miembros de mi comunidad comprar y consumir productos alimenticios perjudiciales para su salud porque les resultaban más baratos y accesibles que los productos frescos y la carne. Además de la falta de acceso a los alimentos de calidad, la gente de mi vecindario carece de acceso a la educación y a conocimientos de alta calidad sobre la alimentación, la nutrición y el impacto cultural de la segregación racial alimentaria.
Durante los días festivos platiqué con mi madre sobre las distintas formas en que quiero descolonizar mi dieta. Empecé la conversación muy entusiasmada por mi recién descubierta relación con variedades únicas de pimientos picantes y el uso de especias que hacen entrar en calor en los platillos que cocino. Le pregunté por algunas de sus especias y condimentos puertorriqueños/nuyorriqueños favoritos, a lo que ella respondió: “Soy puertorriqueña y el único condimento que conozco es Sazón”.
Aunque me encanta el condimento sazón y los productos aparentemente ilimitados de Goya, me resultó algo triste saber que ella sólo tenía un vínculo con su legado gastronómico a través de una empresa fundada por inmigrantes españoles que fabrica productos altamente procesados y ricos en sodio. Durante conversaciones como éstas con mi propia familia he visto cómo la migración forzada y la asimilación a las tradiciones de las comunidades blancas han afectado a nuestra cultura alimentaria y a la manera en que la vemos.
Las comunidades marginadas han enfrentado de manera desproporcionada una falta de acceso a todos los aspectos de la agricultura, desde la comida hasta la educación. Cada sector de la agricultura fue estructurado deliberadamente para excluir y silenciar a las comunidades de color.
Desde la esclavitud de las personas que trabajan la tierra, las condiciones de trabajo inhumanas, la segregación racial alimentaria y la falta de soberanía alimentaria, a las personas de color se les ha negado históricamente—y se les sigue negando—el acceso a los derechos humanos básicos que las políticas agrícolas deberían proporcionarles. Mediante políticas como la Ley de Traslado Forzoso de los Indios de 1830, las Leyes de Asentamientos Rurales de mediados del siglo XIX, la revocación de la Orden de Campo número 15 y las Leyes de Tierras de Extranjeros de principios del siglo XX, entre otras, el Congreso ha sido responsable del despojo de cientos de millones de acres a los pueblos indígenas y a otras personas de color, mientras facilitaba el acceso y la propiedad de la tierra a los estadounidenses blancos.
La tierra es el poder
Para mí la tierra es poder, soberanía y sentido de agencia; mi vida ha cambiado radicalmente al tener acceso a ella. Durante mi vida de agricultora, he luchado contra la falta de opciones a largo plazo respecto a la tierra, las condiciones meteorológicas extremas causadas por el cambio climático y las estructuras capitalistas de supremacía blanca. Vivo en el valle del río Hudson y eso significa que tengo la suerte de estar en un importante centro alimentario de Nueva York. Aunque hay muchas granjas a mi alrededor, no puedo acudir a ninguna de ellas por falta de un medio de transporte confiable. Por eso cultivo por mi cuenta en algunas parcelas alquiladas de mi huerto comunitario local.
El acceso a la salud, al bienestar y a la medicina están profundamente entrelazados con mi trabajo, ya que cultivo deliberadamente muchas hierbas y plantas medicinales para utilizarlas en tés, tinturas y ungüentos para mi comunidad. Mi objetivo con estas parcelas era experimentar con diversas formas de cultivo y, con el tiempo, vender mi cosecha.
Sin embargo, la tierra que cultivo no es estable desde el punto de vista climático. Desde que empecé a cultivar allí, el huerto comunitario se ha inundado todos los años y los agricultores han perdido sus cosechas de la temporada. El río Wallkill es propenso a la proliferación de algas, las cuales son tóxicas si se ingieren; si se inunda el huerto, no es recomendable comer cualquier producto que sobreviva ni plantar en esa tierra durante un par de semanas o meses. Esa primera temporada perdí toda mi cosecha y las incontables horas que dediqué al cultivo durante el verano. Habría sido aún más desolador si hubiera cultivado los productos para venderlos en el mercado, ya que habría perdido todas mis ganancias y, potencialmente, mi clientela.
La inestabilidad de la tierra que actualmente cultivo significa que no podré seguir utilizándola a largo plazo. Como aspirante a agricultor, esto es devastador. Ya era bastante difícil encontrar tierras asequibles para cultivar sin tener que lidiar con el problema de trabajar tierras afectadas por la inestabilidad climática.
Estas dificultades se agudizan por la pérdida de las tierras agrícolas debido a la compra y el desarrollo de las mismas por parte de personas que no son agricultores. Además, las comunidades de raza negra e indígenas sufren la pérdida de las tierras agrícolas a una tasa desproporcionadamente alta. Estas realidades pueden apreciarse a través de las respuestas de los agricultores a la Encuesta Nacional de Jóvenes Agricultores del 2022: encontrar tierras asequibles era algo muy difícil o extremadamente difícil para el 59% de los encuestados en general; sin embargo, el 65% de los agricultores BIPOC (raza negra, indígenas y personas de color) consideraron que el mismo problema era algo muy difícil o extremadamente difícil.
Los impactos ambientales resultantes del desarrollo, como la pérdida de la capa vegetal del suelo, la degradación de la calidad del suelo y la contaminación del agua, reducen aún más las oportunidades que tienen los agricultores de cultivar en las tierras restantes. Una parcela bien manejada y cuidada juega un papel fundamental en la resiliencia y la mitigación del cambio climático. Sin embargo, estas tendencias aceleradas hacen mucho más difícil que los agricultores implementen y mantengan esas prácticas. Al igual que yo, casi un tercio de los jóvenes agricultores dependen únicamente de tierras alquiladas para operar sus negocios. Desafortunadamente, la falta de acceso a los acuerdos de arrendamiento de tierras que sean seguros, estables y a largo plazo es algo que experimentan con demasiada frecuencia los jóvenes agricultores provenientes de comunidades de color y, a menudo, se enfrentan a situaciones en las que está en riesgo su seguridad y su sentido de albedrío y autonomía.
Un acceso más equitativo a la tierra
Por estos motivos, la Coalición Nacional de Jóvenes Agricultores está pidiendo al Congreso que invierta $2,5 millones de dólares como parte del proyecto de ley agrícola del 2023 para permitir un acceso equitativo a un millón de acres de tierra en beneficio de la próxima generación de agricultores. Los principales asuntos a los que creo que debemos prestar atención son: conseguir que las personas de color vuelvan a trabajar la tierra, confiar en sus conocimientos y apoyar sus proyectos.
1-Devolver la tierra a los agricultores de color
Debido a que la pérdida de la tierra es un reto muy significativo para que los agricultores puedan continuar con su labor, la política federal debe reconocer los esfuerzos de los usuarios de las tierras y reforzar los incentivos para que los propietarios de las tierras agrícolas realicen la transición de sus tierras a futuras generaciones de agricultores. La inversión en una fuente de financiamiento multianual dedicada a los proveedores de servicios técnicos servirá para apoyar tanto a los agricultores que buscan un acceso a la tierra como a los propietarios que estén realizando la transición de su propiedad agrícola, dando prioridad a los programas estatales de mediación que se enfoquen en integrar a los agricultores menos favorecidos y a los propietarios herederos.
2-Los agricultores de razas y etnias marginadas tienen experiencia y conocimientos, pero necesitan recursos
Con reducir los requisitos de solicitudes y agilizar los procesos, además de una divulgación equitativa y culturalmente apropiada a los agricultores jóvenes y BIPOC, más agricultores se beneficiarían de los programas federales.
Específicamente, es necesario asegurar que los programas del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) se adapten a las tierras de propiedad comunal, ya que muchas granjas agrícolas son operadas por agricultores BIPOC y aspirantes a agricultores que están interesados en los modelos comunales de operación. Del mismo modo, el financiamiento del Programa de Subvenciones de Entrenamiento y Divulgación de Oportunidades Agrícolas ofrecerá a los agricultores un mayor acceso a programas de desarrollo de habilidades y capacitación en diversas actividades agrícolas, y les permitirá financiar nuevos proyectos o iniciativas en sus granjas.
3-Una gran idea debe recibir un gran apoyo
El financiamiento del USDA que se distribuiría directamente a los proyectos de acceso a la tierra dirigidos por la comunidad permitirá que los agricultores financien proyectos específicos para su granja y su misión agrícola personal. Debemos asegurarnos de que el financiamiento del USDA esté a disposición de las entidades elegibles, dando prioridad a los proyectos dirigidos por agricultores y rancheros “socialmente desfavorecidos y con dificultades económicas” según la definición del USDA, quienes a menudo son ignorados en las oportunidades de financiamiento gubernamental.
A fin de progresar adecuadamente, la agricultura estadounidense debe poner fin a su indiferencia y al silenciamiento de las voces y los objetivos de los agricultores BIPOC. No debemos olvidar que además del sufrimiento significativo y a pesar de él, la relación entre las personas de color y la tierra que ocupan es una de supervivencia, recreación y alegría. Como parte de la campaña One Million Acres for the Future (Un millón de acres para el futuro) de la Coalición Nacional de Jóvenes Agricultores, pido al Congreso que apruebe una inversión histórica en el acceso equitativo a la tierra como parte del proyecto de Ley Agrícola del 2023. La creación e implementación de medidas como las mencionadas servirán para preparar a los agricultores para el éxito. El éxito de los agricultores significa un sistema alimentario más localizado y sostenible para todos.
El próximo proyecto de ley agrícola es una oportunidad de lograr un cambio real y duradero para nuestros agricultores. Independientemente de su posición respecto al sistema agrícola, este proyecto de ley agrícola es para usted, así que asegúrese de que su voz sea escuchada. Para participar en la campaña y recibir avisos sobre futuras acciones, inscríbase aquí: p2a.co/land.