Los ojos de los renos cambian por Navidad para ver mejor en la oscuridad

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Ojo de reno | James Mckay

Cuenta el oftalmólogo Glen Jeffery que en 2008 se pidió un regalo un tanto macabro por Navidad. Un par de ojos de renos disecados. Le llegaron en forma de paquete desde Noruega. No fue exactamente Papá Noël quien se los trajo, sino la agencia de correos con la que trabajan sus colegas de investigación escandinavos.

Jeffery lleva desde entonces trabajando ojos de renos fallecidos tanto en invierno como en verano. Estas particularísimas necropsias le han dado las claves para concluir que los animales más navideños (con permiso de los camélidos) tienen verdaderos superpoderes de visión. No son sus narices ni sus cornamentas, sino sus ojos los que brillan de una manera muy peculiar cuando llega Navidad.

De primeras, sacó un globo ocular de cada bote de aquel envío. Y a simple vista ya se notaba una diferencia: mientras que la superficie interna posterior del ojo del reno muerto en verano era dorada con un halo turquesa, la del invierno era de un azul profundo. “Fue un shock, porque los ojos de invierno eran azules. Nunca había visto algo así en mi vida”, explica Jeffery en The Conversation.

Esto le llevó a pensar que los ojos de los renos, conocidos como caribúes, podrían cambiar con las estaciones. Así que comenzó su misión de comprender la misteriosa estructura que cambia de color en los ojos de los renos y el impacto que tiene en su capacidad de ver en las diferentes condiciones de luz estacional del Ártico. Después de todo, en las regiones más septentrionales es noche perpetua alrededor del 21 de diciembre.

Los renos tienen ‘espejos’ en los ojos, como los gatos, pero de color azul

Jeffery no es el primero en mirar a los ojos a los renos. Vayamos un poco más atrás en el tiempo. ¿Por qué le brillan los ojos en la oscuridad a algunos animales? Hubo un oftalmólogo y fotógrafo de los entresiglos pasados que se pasó días y días en una habitación oscura del zoológico de Londres. Se llamaba George Lindsay y su obsesión era fijarse en los brillantes ojos de roedores, murciélagos y guepardos en la oscuridad.

El resultado fue una serie de 50 ilustraciones extraordinarias. Ahí se observan por primera vez con claridad unas estructuras llamadas tapetum lucidum. Esa especie de espejos que hacen que a algunos animales les brillen los ojos en la oscuridad cuando incide algo de luz en ellos (perros y gatos, por ejemplo). Pero los primates, por ejemplo, no tenemos estos tapetes. ¿Tienen los renos espejos en los ojos?

Animales como gatos o perros tienen unos espejos llamados ‘tapetum’ para ver mejor en la oscuridad.

La verdad es que nadie lo había estudiado en profundidad. Así que Jeffery organizó visitas a Noruega, donde pudo examinar a renos vivos. El cambio de color era evidente, dice, tan pronto como mirabas sus pupilas. Para determinar el rango de su visión, el equipo de Jeffery insertó un electrodo de oro debajo de los párpados de los animales que habían sido anestesiados para detectar las señales eléctricas generadas por diferentes colores de luz.

Las mediciones, publicadas en 2011, mostraron una sensibilidad sorprendentemente alta en el rango ultravioleta. Desde entonces, los experimentos han revelado que las córneas y el cristalino de los ojos de los renos dejan pasar a un porcentaje relativamente alto de luz ultravioleta, mientras que los humanos, por ejemplo, absorben la mayor parte.

En Navidad, los renos ven mucho pero borroso

Con estos descubrimientos anatómicos, los cambios estacionales y el azul profundo del tapetum de los renos en invierno comenzó a tener sentido. En el invierno polar, el débil sol se eleva lo suficientemente cerca del horizonte como para que la atmósfera disperse longitudes de onda de luz más cortas (es decir, las azuladas). Ese eterno crepúsculo rojo es, paradójicamente, “un entorno totalmente saturado de azul y ultravioleta”, explica Jeffery a New Scientist.

El color azul profundo del tapetum, sin embargo, mejora su reflectancia en esas longitudes de onda más cortas, por lo que se dispersa más luz a través de la retina. Dado que el tapetum azul dispersa la luz en múltiples direcciones, el resultado es una imagen algo borrosa. De hecho si tú miras a un cartel luinoso en neón azul podrás leer peor lo que dice que si es rojo. Pero en el caso de los renos, la sensibilidad mejorada ayudaría a la detección de fuentes de alimentos como los líquenes, que absorben parte de la luz ultravioleta.

Pasa igual con el pelo de los animales; una mayor sensibilidad a esta longitud de onda también debería ayudar a los renos a detectar depredadores, como lobos u osos polares. Pero tiene un inconveniente: los tendidos eléctricos chisporrotean en ultravioleta. Los ojos de los renos pueden verlo y les asusta. Sus territorios y ecosistemas, así, menguan en invierno, pues no les gusta demasiado acercarse a estas líneas.

En su último estudio, publicado a principios de este año, Jeffery trabajó con el astrónomo Robert Fosbury, profesor emérito del Observatorio Europeo Austral en Garching, Alemania, para explicar cómo se produce el cambio de color en función de la estructura de la superficie del tapetum. Las imágenes de los microscopios electrónicos habían revelado previamente que el tapetum está hecho de fibras de colágeno, dispuestas en capas con agua rellenando los espacios entre ellas.

La pareja predijo que eliminar el fluido acercaría las fibras y cambiaría las longitudes de onda que reflejaba la superficie. Y, bingo. Cuando colocaron un tapetum en papel de filtro y registraron el cambio de reflectancia a medida que el agua se evaporaba, en un par de horas, el color dorado se transformó en un azul profundo. Tal y como hacen los ojos de los renos en la naturaleza, cuando llega Navidad.

¿Hay renos con la nariz roja?

Respuesta corta: sí. En invierno, los renos pueden concentrar en su nariz una gran cantidad de flujo sanguíneo. Tienen este órgano muy bascularizado, lleno de venitas y arterias. Y los glóbulos rojos pueden terminar por dar ese aspecto más rosado o rojizo a sus narices.

Como se explica en este artículo navideño de hace unos años en BMJ, “la microcirculación de la nariz tiene funciones fisiológicas importantes, como calentar, filtrar y humidificar el aire inhalado, controlar la inflamación, llevar líquido para la formación de moco y suministrar oxígeno a las células del tejido nasal”. Esto permite a los renos resistir las bajas temperaturas.

Eso sí, no se conoce reno alguno al que le brille la nariz fuera de la tradición de Rudolph, que parece venir de una historia de Navidad escrita por Robert L. May en 1939.

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