“Si un alumno mío es capaz de sacarse de encima totalmente un trabajo o un examen simplemente copiando el texto generado por la IA, la culpa es mía por haber hecho un examen tan irrelevante”, dice David Casacuberta, profesor de Filosofía de la Universidad Autónoma de Barcelona, y con esto resume la oportunidad que se abre a los educadores que se plantean ya incorporar ChatGPT como herramienta en sus clases.
ChatGPT, según Casacuberta, es un problema “sólo para aquellos profesores sin imaginación que ponen exámenes del tipo ‘dime las características definitorias del pensamiento de X’, preguntas que ya se podían responder consultando la Wikipedia”, explica. La aparición de este chatbot ultralisto que ha traído lo más avanzado de los grandes modelos de lenguaje a una herramienta fácil de usar es para este educador “una oportunidad, pues obligará a que profesoras y profesores sean más creativos en sus exámenes y planteen preguntas más elaboradas, que impliquen la aplicación de los conocimientos a resolver problemas concretos”.
Cualquiera que haya usado ChatGPT o su versión en Bing Chat por un momento puede ver rápidamente cómo la educación es uno de los ámbitos en el que más impactarán estas IA generativas de lenguaje. El acceso público a esta herramienta que genera textos únicos, resume, traduce, escribe código informático, resuelve problemas matemáticos y produce ensayos casi indistinguibles al ojo humano, hace de ChatGPT y derivadas la herramienta ideal para los estudiantes.
La cuestión, para los docentes, es cómo utilizarla para aprovechar su potencial como herramienta educativa.
ChatGPT ya está las aulas, pero esto recién empieza
Desde Newtral.es hemos comprobado, en conversaciones con más de una docena de profesores y educadores repartidos por todo el país y de diferentes asignaturas, que en todos sus círculos educativos se habla de ChatGPT. La mayoría lo ha probado, y la mitad lo ha hablado con los estudiantes.
Ramón Salaverría, profesor de Ciberperiodismo en la Universidad de Navarra preguntó a sus alumnos cuántos habían experimentado ya con ChatGPT y le sorprendió la respuesta, pero por lo baja: de 60, apenas una decena. Andrés Boix da clases de Derecho Administrativo en la Universidad de Valencia y comenta que la reacción de los estudiantes fue de cierto escepticismo de que pudiera ser útil. “Les hizo gracia que el profesor lo dijera”, comenta. Él es uno de los que ya les ha dicho que pueden usarlo “pero con criterio”.
“¿Qué mejor entorno que la Universidad para que se aprenda a usar las IA generativas de manera productiva y responsable?” (Salaverría)
“Su aparición es tan reciente que aún no he detectado su uso, e incluso interés por parte de los alumnos”, dice en cambio Pilar Sánchez García, profesora titular de Periodismo de la Universidad de Valladolid, que es una firma defensora de su utilización en clase. “Los profesores debemos perder el miedo a la tecnología y considerar esta herramienta en concreto como un aliado que elimina la dedicación de tiempo a tareas de documentación resueltas. (Debemos) facilitar la experimentación metodológica con los alumnos al preparar las clases y desarrollar un tipo de exámenes más analíticos que memorísticos”, dice.
A José Antonio Rodríguez Serrano, un doctor en IA que ha trabajado muchos años investigando en este campo y también es profesor de Máster en ESADE, le sorprendieron las respuestas que dio ChatGPT a ejercicios y a un examen del grado de Administración de empresas que le puso. “Incluso como persona que ha trabajado en el campo me impresionó”, dijo, y desde ese momento no dudó en que lo incorporaría: se los explicaré el primer día de clases, nos dijo. El lanzamiento de ChatGPT, que él recuerde “puede ser el debate público sobre IA más grande en la última década”, después de que DeepMind con AlphaGo le ganara al Go a un humano.
La mayoría de los profesores de secundaria preguntados por Newtral.es no había hablado del tema con sus alumnos, aunque la mitad de los docentes ya conocen a ChatGPT. En la clase de Jaime Méndez-Navia Muner, profesor de Historia en un instituto de Sotrondio (Asturias), la parte del alumnado de Bachillerato que había oído hablar del tema son justo los que muestran más interés por las noticias de actualidad.
Alguno de los alumnos de Salaverría le ha contado que ya estaba usando ChatGPT como ayuda para preparar el código HTML de ejercicios que hacen en clase. Poco a poco, la herramienta comienza a ser conocida y usada en el aula.
La calculadora de escribir
Con ChatGPT en el campo de juego, se ha empezado a usar el término IAgiarismo, como plagiarismo asistido por AI, acuñado por Paul Graham y recogido por The Guardian. A la manera de una evolución del concepto, ya no se trata de quitar el crédito a otros, como en el plagiarismo, sino el de otorgártelo a ti mismo.
La cualidad de ChatGPT de ser una herramienta extensión de las capacidades humanas recuerda a la calculadora, y también cómo nos hemos adaptado todos a ella. “Hoy no usamos la calculadora para hacer trampas sino para mejorar la productividad”, ejemplifica Rodríguez Serrano, que también señala que los cambios tecnológicos generan incertidumbre. Ya hemos vivido esto con Google y los buscadores, porque un estudiante también podía entonces buscar un trabajo y copiarlo. “20 años después no tenemos dudas que tener internet y Google ha sido mejor para la educación, aunque puntualmente se use a veces para copiar”, señala el profesor.
Una de las diferencias entre ChatGPT y la Wikipedia o Google (al menos el que conocemos hasta ahora) es que el gran modelo de lenguaje genera textos nuevos cada vez, con lo que los detectores antiplagio se quedan obsoletos. Aunque hay formas de detectar textos originados por una IA, la primera preocupación de algunos docentes ante ChatGPT es que los estudiantes elijan el camino corto.
En secundaria puede que el engaño sea más complicado. “Estas IA, si por algo destacan, es por una corrección semántica, sintáctica y ortográfica muy superior a la de un alumno/a medio de 13, 14, 15 años”, señala Méndez-Navia Muner, profesor de instituto, con lo que es muy fácil detectar si los alumnos presentan como propio texto generado por IA.
Una media docena de profesores de secundaria preguntados por Newtral.es no conocían o no habían experimentado con ChatGPT. Desconocen también si sus alumnos lo usan. Cristina, que enseña literatura en un instituto público de Madrid, lo conoce “por lo que ha leído” y piensa que sí puede ser una oportunidad. “Permitirá que nos ocupemos más de pensar y fomentar el espíritu crítico en lugar de ser meros transmisores de contenidos”. Eduardo, también enseña Literatura, pero en el IES Marina Baixa, de Alicante. Después de la conversación con Newtral.es, preguntó a un grupo de 26 alumnos de Bachillerato cuántos conocían ChatGPT y sólo dos admitieron haberla usado, para alguna cuestión de lengua extranjera. Por el momento no piensa implementarla en clase.
“20 años después no tenemos dudas de que internet y Google han sido mejoras para la educación, aunque se usen a veces para copiar” (Rodríguez Serrano)
Otro tema es la educación universitaria. Según Rodríguez Serrano, este es uno de los riesgos, el que los estudiantes lo utilicen para no hacer el trabajo, pero también hay otro, que es que se genere contenido que es incorrecto. En cuanto al primero, hay docentes de ciertas asignaturas más preocupados que los de otras: los profesores que piden tareas con redacciones, o sobre temas genéricos, de lo que hay mucho escrito en millones de documentos con los que se ha alimentado ChatGPT.
Profesores obligados a repensar metodologías con ChatGPT
Muchos ven la oportunidad que presenta ChatGPT de repensar las metodologías a partir de aquí. Entre ellos está Sonia Blanco, profesora de Comunicación Audiovisual de la Universidad de Málaga que dice que conoce muchos profesores que piden recensiones de determinados textos o ensayos de determinados temas, algo que ChatGPT lo hace a la perfección. “Sería ya un tipo de trabajo que eliminaría”, dice.
“A nivel superficial funciona muy bien, parece que está correcto pero después los estudiantes se van a dar cuenta de que no es tan sencillo”, explica Rodríguez Serrano. Dado que el uso de ChatGTP exige revisar lo que entrega, cambiar detalles, editar, buscar fuentes y verificar, porque no podemos fiarnos de lo que dice, sigue exigiendo trabajo por parte del estudiante. “Al final acabas haciendo un trabajo que resulta que son las mismas horas que te querías ahorrar, e incluso el esfuerzo cognitivo que has hecho, has cumplido con el objetivo de aprendizaje que la tarea ha pretendido que tuvieras. Por lo tanto, a no ser que el profesor también sea superficial y no ponga tanto esfuerzo en corregir, no supone una amenaza”, asegura Rodríguez Serrano.
Tras conocerse que ChatGPT podría aprobar los exámenes para obtener la licencia de médico en Estados Unidos, Alfonso Valencia, del Centro Nacional de Supercomputación de Barcelona (BSC) observó que los sistemas de procesamiento del lenguaje natural basados en Transformers, como es el caso de ChatGPT, “están alcanzando unos niveles de escritura muy impresionantes y básicamente equiparables a los humanos”, y que “los exámenes no deben ser escritos, puesto que es posible contestarlos sin ‘entender’ ni las preguntas ni las respuestas. Es decir, que los exámenes escritos no sirven para valorar los conocimientos de un alumno (máquina o humano), ni su capacidad de respuesta ante un caso real (nula en el caso de la máquina)”.
La detección de texto generado por IA suele ir a la zaga de las últimas actualizaciones de las IA generativas, y ningún detector es perfecto. Para Sánchez García, seguir este camino es perder el foco: “No deberíamos perder energías en buscar herramientas o poner normas que nos permitan diferenciar si un alumno ‘copia’ o no un trabajo -un peligro que siempre ha existido y más en la era digital- sino emplear nuestra mejor capacidad en integrarla en el aula para mejorar sistemas pedagógicos obsoletos para el alumnado actual que ya es nativo digital”.
ChatGPT: Una oportunidad más que un problema para los docentes
Aunque entienden los riesgos, o precisamente por eso, la mayoría de los docentes consultados ve a ChatGPT y las herramientas de IA generativa como una oportunidad más que como un problema. La universidad o la escuela quizás sean los lugares adecuados y seguros en los que experimentar, fallar, debatir, encontrar las mejores opciones.
“Son herramientas que, al fin y al cabo, los hoy alumnos van a encontrarse en su futuro profesional. Por lo tanto, ¿qué mejor entorno que la Universidad para que aprendan a usarlas de manera productiva y responsable?”, dice Salaverría, que piensa que dar la espalda a estas herramientas, lejos de evitar su uso, puede propiciar su abuso. “Puede desencadenar un torrente de fraude y desidia. Es tarea de los profesores y de los propios alumnos explorar no solo el potencial, sino también los límites de estas herramientas. Solo de esa manera aprenderemos entre todos para qué podemos usarlas y en qué situaciones resultan inadecuadas”, señala.
¿Cómo se puede incorporar ChatGPT a la enseñanza? Entre todos los profesores proponen ideas que tienen puntos en común, como propiciar el pensamiento crítico; una interacción mayor con el alumno, que les permita evaluar todo el proceso; que el alumno descubra los conocimientos por sí mismo y que tenga que explicar la metodología que ha seguido cuando usa este tipo de herramientas.
Cómo usan ChatGPT en clase los docentes
Casacuberta lo usa para rebajar las expectativas sobre la IA. Este docente muestra a sus alumnos “cómo cuando le hacemos preguntas algo elaboradas, ChatGPT navega mucho y dice bastantes tonterías y que no deberían confiar en ningún sistema generador de conocimiento que no cite sus fuentes”.
“A mí me da igual si lo has escrito tú o si lo ha escrito una máquina, si lo has escrito con Word o si te lo has copiado de internet”, explica Rodríguez Serrano. “Al final te voy a poner la nota sobre lo que estoy intentando evaluar. Creo que el punto clave es incorporar que es muy fácil generar un texto pero eres tú el que se responsabiliza de lo que has entregado. Es más importante transmitir eso”, dice el profesor.
Salaverría piensa que este tipo de herramientas generativas reclaman una vuelta al modelo de enseñanza mayéutico, el que usaba Sócrates para que fuera el propio alumno quien, por medio de preguntas, descubriera los conocimientos. “De poco sirve pedir a los estudiantes que escriban trabajos, si, mediante un uso indiscriminado de herramientas como ChatGPT, esto les lleva a no explorar ninguna reflexión personal ni creatividad”.
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Para él estas herramientas deben servir para impulsar al alumno a ir más allá. “Por ejemplo, presentar en la clase un texto sobre algún asunto generado automáticamente mediante ChatGPT e instar a que, a partir de él, propongan ideas complementarias, indiquen asuntos olvidados o, incluso, detecten errores, que los hay y muchos”.
Levantar el listón, para docentes y alumnos
Las IA generativas levantan inevitablemente el listón para los profesores, “porque tú tienes que aportar algo más», dice Rodríguez Serrano. “Tenemos que pensar en qué somos buenos los humanos”, reflexiona.
Pilar Sánchez García, que además investiga el uso de IA en medios, cree que ChatGPT puede hacer que la enseñanza dé “un necesario salto pedagógico”, y que en el aula se dedique menos tiempo a las clases magistrales teóricas y más a la enseñanza analítica crítica. “Estamos ante una tecnología que impacta en una nueva forma de aprendizaje en la era digital”, dice.
A priori, ella ve a ChatGPT complementario para varias metodologías generales en cualquier área de conocimiento:
- Sirve de complemento a la metodología denominada ‘aula invertida’ en la que son los alumnos quienes preparan la materia teórica correspondiente. Y cómo ChatGPT se lo pone, en principio ‘fácil’, se podría complementar con dos técnicas más, contrastar lo que señala ChatGPT con otras fuentes y/o expertos.
- Experimentar con una formación más personalizada en la que el alumno es quien decide en qué partes teóricas quiere profundizar y cómo realizar búsquedas en la elaboración de su propio material de estudio.
- Recurrir a los resultados de ChatGPT para promover exposiciones y debates analítico-crítico sobre la sobre la teoría ofrecida y contrastada previamente.
Boix hace otro aporte concreto: traer de vuelta el examen oral, que sufrió un retroceso en los últimos años. También aboga por una mayor interacción con el alumno, de manera que no sea problemático que utilice ChatGPT, Google o Wikipedia.
La medida más básica para incorporar ChatGPT al aula aconsejada por Casacuberta a los profesores es “no tenerle miedo, probarlo, ver qué cosas hace bien, cuáles hace mal, compartir sus resultados con los alumnos y diseñar trabajos y exámenes donde ChatGPT sea irrelevante”.
Docentes ante ChatGPT: gana la personalización
Rodríguez Serrano está tranquilo. En las materias que él da, relacionadas con la inteligencia artificial, hay muchísimo material gratuito por internet: ejemplos de programas, de código, pero la gente sigue pagando por másteres personalizados o por coaching. ¿Por qué? Algo tiene que ver lo que este profesor llama «hacerte un camino», un learning path.
«Lo que te puede aportar alguien que sabe sobre estos temas es muy complicado ahora por parte de una tecnología». Dice que en educación hay un punto que va a costar mucho de automatizar, o al menos quedan unos cuantos años: el de la personalización del aprendizaje. Si cualquiera puede ir a Youtube y aprender a tocar la guitarra gratis, ¿por qué hay gente que sigue pagando profesores particulares de música? “Porque aprender es mucho más que ver un vídeo. Es saber por cuál se empieza, qué me cuesta más, y eso sucede en todos los aprendizajes”, explica.
Ninguno de los centros de los docentes con los que hemos hablado se está planteando una política de IA a nivel corporativo, aunque la mayoría de los profesores consultados están ya incorporando estas herramientas.
Fuentes
David Casacuberta, profesor de Filosofía, Universidad Autónoma de Barcelona
Jose Antonio Rodriguez Serrano, profesor del Departamento de Operaciones, Innovación y Data Sciences de Esade
Pilar Sánchez García, profesora titular de Periodismo, Universidad de Valladolid
Andrés Boix, profesor de Derecho Administrativo, Universitat de València
Ramón Salaverría, profesor de Periodismo en la Universidad de Navarra
Sonia Blanco, profesora de Comunicación Audiovisual, Universidad de Málaga
Daniel Gómez Martínez, profesor de secundaria, Torrelavega (Cantabria)
María José, profesora de secundaria IES Manuel Gutiérrez Aragón
Berna, profesor de literatura de instituto Asturias
Jaime Méndez-Navia Muner, profesor de Historia, IES Juan José Calvo Miguel de Sotrondio (Asturias)
Cristina Palmeiro, profesora del IES Malala Yousafzai de Madrid
Eduardo, profesor de Literatura en el IES Marina Baixa (Alicante)
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