Lula da Silva se enfrenta a los desafíos de unir a un país dividido, impulsar la economía y gobernar sin mayoría parlamentaria

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Lula presidencia Brasil

En 20 años, Luiz Inácio Lula da Silva ha pasado de la presidencia de Brasil a la cárcel y viceversa. El Brasil que gobernará a partir de este 1 de enero no es el mismo que recibió en 2003 ni el mismo que dejó en 2011. Hay retos grandes, dicen los expertos consultados por Newtral.es, como el de unir a un país polarizado,  impulsar la economía tras los años de pandemia y gobernar sin mayoría en el Congreso. En ninguno de los casos le será fácil, pero los analistas destacan que con su triunfo el gigante sudamericano “está volviendo a la normalidad” después de una convulsa administración del mandatario saliente Jair Bolsonaro.

En los últimos años, Brasil ha vivido un torbellino político. Sucedieron investigaciones de dos tramas de corrupción que implicaron a decenas de políticos y empresarios, entre ellos Lula y su compañera de partido, la expresidenta Dilma Rousseff. Luego, la extrema derecha, con Bolsonaro al frente, llegó al poder el 1 de enero de 2019 eliminando políticas sociales orientadas a la educación, salud y medioambiente, según Humberto Meza, doctor en Ciencias Políticas e investigador de la Universidad Federal de Río de Janeiro. La situación se agravó con la pandemia de COVID-19. 

Y en ese contexto vuelve Lula. Los expertos consideran su regreso como un fenómeno porque resucitó de la muerte política y agrupó a sectores políticos antagónicos para conformar una alianza que derrotó a Bolsonaro en las urnas. “Nadie pensaba que era posible un frente amplio, incluyendo la derecha tradicional, pero Lula consiguió hacer campaña con esa derecha tradicional”, dice Meza a Newtral.es.

Una vez alcanzada la victoria, se ciernen sobre Lula los desafíos inmediatos que deberá afrontar a partir de este 1 de enero.  

Impulsar la economía, la tarea urgente de Lula al asumir la presidencia de Brasil 

El programa de Gobierno de Lula da Silva contempla una mayor inversión en servicios públicos y sociales, y en general la “reconstrucción” de Brasil. El gigante sudamericano, según el analista Santiago Cantón, del centro de pensamiento latinoamericano Diálogo Interamericano, tiene una situación favorable en comparación con los demás países del subcontinente, pero muy diferente a la que encontró Lula en 2003.

“Claramente el mundo no es el mismo, y no cuenta con la ventaja que tuvieron los presidentes cuando los precios de los commodities beneficiaron los programas sociales. Tendrá que afrontar la realidad económica”, dice a Newtral.es. Durante los dos primeros mandatos de Lula (2013-2010), Brasil se vio beneficiada por el auge de las materias primas y las ventas de petróleo, que proporcionaron ingresos al país que ayudaron a 20 millones de personas a salir de la pobreza extrema. 

Al cierre de 2010, cuando Lula dejó la presidencia de Brasil, el producto interior bruto del país creció 7,5%, lo que representó su mayor alza desde 1986. Pero pasó de ser la sexta economía del mundo en 2012 a la décima tercera en 2021. Según la Comisión Económica para América Latina (Cepal), en 2022 Brasil crecerá en 2,9%, por debajo de la media del 3,7% en América del Sur.

Según el informe de la Cepal Panorama Social de América Latina, publicado en noviembre de 2022, Brasil fue el único país que presentó un “apreciable” aumento de la pobreza extrema y la pobreza en 2021, alcanzando esta última 24,3%. Por otro lado,  la inflación, que a octubre de 2022 alcanzó el 7,17% interanual, si bien es alta sigue siendo una de las más bajas de la región. 

Antes de asumir la presidencia de Brasil, Lula da Silva impulsó un proyecto de ley que incrementa el gasto social para subsidios por valor de 115 dólares mensuales para 20 millones de familias. Sin embargo, según los expertos, Lula deberá llevar adelante sus políticas económicas en un contexto más adverso que en sus anteriores mandatos.

No obstante, Santiago Cantón, de Diálogo Interamericano, pone en perspectiva el pragmatismo de Lula da Silva para impulsar los cambios económicos en su país. “Lula es pragmático al tener a un Gobierno que representa, en el aspecto económico, a los conservadores”, dice. 

Recientemente, Lula presentó a los 37 funcionarios que le acompañarán al frente del Ejecutivo. La mayoría son personas ligadas a su partido, aunque también incorporó a líderes de centro como la excandidata presidencial Simone Tebet. 

Lula da Silva debe unir a un país dividido y gobernar haciendo alianzas 

Dos meses después de las elecciones generales, Brasil vive momentos álgidos debido a las protestas que han protagonizado simpatizantes de Jair Bolsonaro. En diciembre, decenas de partidarios llegaron a cuarteles del Ejército de Brasil para pedirle que impidiera la asunción de Lula da Silva. Y en las últimas semanas, ha aumentado la alerta de que ocurran atentados terroristas.

Eso ocurre mientras Bolsonaro se ha negado a asistir al traspaso de mando, según la prensa local. “Bolsonaro deja el poder con un apoyo político importante, pero es mucho menor que el 49,1% de los votos que recibió en las urnas. Estos votos muestran más la fuerza casi mayoritaria de los sentimientos anti-Partido de los Trabajadores que la fuerza del propio bolsonarismo”, escribió recientemente el politólogo Carlos Melo.

Los expertos consultados por Newtral.es coinciden en el nivel de polarización en Brasil al que Lula debe hacer frente. “[Lula] recibe el país bajo mucha tensión producto de esa polarización que dejaron las elecciones y el apoyo político que de alguna forma tiene Bolsonaro. En las calles hemos visto la cantidad enorme de movimientos que no reconocieron la derrota electoral”, agrega por su lado Meza.

Gobernar sin mayoría en el Congreso  

La división también se ve reflejada en el Congreso de Brasil. En febrero, que es cuando asumen sus cargos los funcionarios electos, tanto la Cámara Baja como la Alta estarán dominadas por partidos de derecha. “Lula va a gobernar con alianzas porque además esa es la naturaleza del Gobierno que fue electo en octubre”, explica Meza. 

Lula llegó al poder apoyado por facciones políticas de derecha e izquierda que se unieron para derrotar al bolsonarismo. En la Cámara Baja, Lula solo cuenta con 139 de los 513 escaños, por lo tanto deberá establecer alianzas con otros partidos de centro para sacar adelante sus propuestas de Gobierno. “En relación con el Congreso, el hecho de que no tenga la mayoría también lleva a que busque un centro donde esté bien con todos los sectores. Tendrá que dialogar, consensuar y salir adelante de esa manera”, explica a Newtral.es el experto de Diálogo Interamericano, Santiago Cantón. 

Al ser consultado por el rol del Ejército en la era que se inaugura con Lula a partir del 1 de enero, Cantón cree que le restará la influencia que le concedió Bolsonaro. Es decir, que la presencia de militares en el Gobierno, agrega, va a cambiar porque “no es algo bueno para la democracia”. El Ejército recientemente expresó su compromiso “inquebrantable con la democracia, el pueblo brasileño, la armonía y la paz social”. 

Aunque también existen otros desafíos referentes al medioambiente, por ejemplo, los analistas coinciden en que el rol de Lula también debe ser el de establecer una nueva izquierda en Brasil que le permita mantener el poder de cara a las próximas generales, pero sin su figura. “Espero que Lula ayude a que la izquierda se renueve de aquí a cuatro años y que haya nuevos nombres que sean capaces de mantener una renovación en los partidos democráticos”, dice el politólogo Meza. 

Fuentes

Entrevista Humberto Meza, politólogo

Entrevista Santiago Cantón, Diálogo Interamericano

El País

The New York Times

Comisión Económica para América Latina y el Caribe

El Correo

Folha de São Paulo

DW

France 24

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