María Añó: “Hubiera preferido no ser campeona de España y que me hubieran tratado como a una persona”

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La gimnasta María Añó en una imagen de archivo. FOTO INSTAGRAM

En 2019, el Proyecto FER -programa de fomento del deporte en la Comunidad Valenciana- señalaba a María Añó como una deportista que podía “marcar una época en la rítmica nacional”. La gimnasta de Benicarló (2002) tenía solo 16 años y el entorno señalaba sus grandes posibilidades en la rítmica. Añó consiguió ser campeona de España en cinco ocasiones y sorprendió en el Europeo de Bakú 2019 situándose entre las diez mejores especialistas de mazas

Para entonces, detrás del éxito había asomado un trabajo psicológico reparador. Una década en el deporte había sido suficiente para ver la otra cara de la élite, la de tomar conciencia de dónde situar los límites físicos y mentales en el método de entrenamiento y competición. María Añó escuchó la palabra “loca” por parte de su entrenadora, y quiso saber por qué se había llegado a este extremo. La terapia abrió su mente. “Empecé a ver la luz”, explica en una entrevista en Newtral.es. 

Unos meses después de comenzar las sesiones acudió al Comité Tres Veces No, plan de prevención y actuación ante el abuso, acoso y agresión sexual de la Real Federación Española de Gimnasia (RFEG), para relatar abusos de autoridad por parte de la entrenadora que había tenido desde los tres años en el Club Mabel de Benicarló. La Federación expulsó a la instructora y el caso terminó en el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD), que resolvió a su favor a finales de 2022. 

El TAD ratificó la sanción de la Federación a la entrenadora con la inhabilitación para ocupar cargos en la organización deportiva y licencia nacional. Esta medida fue respaldada por el Comité de Disciplina Deportiva por abuso de autoridad y actos notorios y públicos que atentan contra la dignidad o decoro cuando revisten “especial gravedad en el Reglamento de Disciplina de la RFEG” en una resolución definitiva en vía administrativa. 

María Añó: “Hay que dejar de normalizar que te digan gorda con 38 kg”

La experiencia negativa de María Añó se remonta a su infancia. Con solo tres años ingresó en el Club Mabel, donde creció de la mano de la gimnasia con el único sueño de disfrutar de ella. “No tenía grandes pretensiones más allá de pasármelo bien, siempre pensaba en el día a día”, recuerda. 

Cuando la rutina se volvió profesional, comenzó una exigencia que, con el tiempo, se extralimitó. “Hay que saber que la élite es disciplina y responsabilidad, pero no insulto ni maltrato físico y psicológico”. Con esto, Añó se refiere a los términos en los que se dirigían a ella: “Hay que dejar de normalizar que te insulten, que te llamen gorda pesando 38 kg, que te dejen sin comer o que te peguen con barras para estirar los pies”, lamenta. 

Tras estas experiencias, María Añó desarrolló un trastorno alimenticio, y tanto su cuerpo como su mente se bloquearon. “No podía ni levantarme de la cama, me pasaba el día llorando y eso lo utilizaba en mi contra, decía que si reaccionaba así es porque no valía para esto. Me decían que en la Federación nadie me quería, que si conseguía ir a la selección era gracias a ella”, recuerda. 

En 2018, Añó quería dejar la gimnasia, pero le dio una oportunidad en paralelo a la terapia. “Piensan que con estos métodos vas a llegar más lejos y muchas veces es al revés. Llega un momento en el que la cabeza y el cuerpo dejan de funcionar, y eso lo utilizan como excusa para incidir en que no vales para el deporte de élite, que no aguantas la disciplina y eres una irresponsable o indisciplinada”. 

María Añó: “No podía soportarlo y decidí darme un parón”

En 2019 la Federación le ofreció irse al centro Colonial Sport de Valencia, donde pensaba que su situación cambiaría. Sin embargo, se encontró con la misma entrenadora, esta vez en solitario. “Yo lloraba y ella hacía ver que era una llorona y que no valía para eso”. Por este motivo, insiste en la importancia de la figura del psicólogo, especialmente siendo menores. “Para sobrellevar la exigencia, y porque alguien tiene que hacerte ver lo que no mereces”.

En este proceso de reconstrucción, la Federación le ofreció volver a la élite en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de León. Sin embargo, la situación se volvió insostenible cuando vio que revivía constantemente lo que sucedía. “Estaba ocho horas viendo a la entrenadora y en los mismos espacios. Era como volver al pasado una y otra vez, no podía soportarlo más. Decidí darme un parón”, explica.
Reconstruyendo su propia historia y mirando hacia lo que vivió, María Añó lamenta no haber disfrutado tanto como imaginaba. “Nunca tuve grandes objetivos deportivos, no quería títulos, solo divertirme. Cuando fui profesional quise sacar lo mejor de mí para representar a España, pero se convirtió en una pesadilla. Hubiera preferido no ser campeona de España y que me hubieran tratado con respeto, como a una persona”, concluye.

Fuentes

Comité de Disciplina Deportiva de la RFEG

Entrevista a María Añó

Tribunal Administrativo del Deporte

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