En 1958, el mercado de los refrescos fue el primero en introducir masivamente un producto sin azúcar. Y cuando hablamos de ‘sin azúcar’, solemos referirnos a un azúcar concreto como la sacarosa. Bajo el reclamo de ‘bajo en calorías’, Estados Unidos comercializó su Diet Rite, una alternativa a la cocacola, imitando –con limitado éxito– su sabor. En sus ingredientes no había eritritol, sino el primer cóctel edulcorante artificial masivo: el ciclamato con sacarina.
65 años después, los refrescos de cola ‘zero’ superan en ventas en España a los azucarados. Los edulcorantes han sido objeto de una revolución investigadora impulsada por un industria que ya no busca tanto el reclamo ‘light’. El público pide opciones tan dulces como saludables, a la luz de la evidencia que, según algunas personas expertas, equiparan al azúcar añadido en exceso con un veneno.
Pero, ¿son los edulcorantes artificiales una alternativa saludable al azúcar libre, agregada a refrescos, bollos, panes, derivados cárnicos y otros tantos ultraprocesados? La respuesta corta es no. Pero no hay evidencias de que sean ‘peores’ que el azúcar, que tiene impactos negativos en la salud largamente conocidos. Técnicamente, los edulcorantes (naturales o artificiales) no son inseguros. Pero sanos, sanos, tampoco.
¿Qué pasa en concreto con el edulcorante eritritol y el riesgo de infarto e ictus?
Ahora, un grupo de la Clínica Cleveland (Ohio, Estados Unidos) ha asociado el consumo de un edulcorante concreto, eritritol (E-968), con un mayor riesgo de infarto de miocardio y de ictus. El estudio también ha confirmado que el eritritol puede facilitar la la formación de coágulos. Con todas las limitaciones de este trabajo, publicado en Nature Medicine, viene a sumar evidencia a los riesgos del abuso de edulcorantes que, por otro lado, han demostrado su seguridad en dosis bajas ante las agencias reguladoras.
En concreto, el eritritol es un polialcohol. Se obtiene de la fermentación del azúcar del maíz pero está presente en cantidades bajas en otros productos fermentados o frutas, de manera natural. Es aproximadamente un 70% más dulce que el azúcar de mesa, no aporta calorías y se absorbe directamente en sangre para terminar escretado por orina. Pero mientras está en la sangre, este estudio sugiere que, de manera residual, puede acumularse. ¿Lo suficiente como para dar lugar a problemas de coagulación en algunas personas –seguramente, con cierta predisposición–?
El estudio no ha ido más lejos en su indagación, pero abre una vía a explorar. “Demuestra que cuando los participantes consumían una bebida edulcorada artificialmente con una cantidad de eritritol que se encuentra en muchos alimentos procesados, se observaban niveles notablemente elevados en la sangre durante días, niveles muy superiores a los observados para aumentar los riesgos de coagulación”, explica Stanley Hazen, autor principal del estudio.
Hazen insiste en la importancia de “realizar más estudios de seguridad para examinar los efectos a largo plazo de los edulcorantes artificiales en general, y del eritritol en particular”. Y es verdad que este trabajo tiene las limitaciones propias de partir de un estudio observacional. Además, el mayor riesgo de coágulos (por más plaquetas en sangre) sólo se ha podido vincular al eritritol en apenas 8 personas en un ensayo piloto.
Un estudio del eritritol con limitaciones, pero que se suma a la idea de que ‘no son tan sanos’
“En general, los consumidores tienen una percepción negativa de los edulcorantes, sobre todo de los intensivos. No es de extrañar”, explica Ana Belén Ropero Lara, profesora de Nutrición y Bromatología (Universidad Miguel Hernández, proyecto BADALI). Junto a Marta Beltrá García-Calvo y Fernando Borrás, han analizado la composición nutricional de productos con edulcorantes y sus originales con azúcares añadidos. Reconocen que, aunque reducen claramente el aporte energético, ”los efectos de los edulcorantes sobre la salud aún son un tema controvertido”.
Los tres explican en un artículo en The Conversation que los edulcorantes (no sólo el eritritol) se han relacionado con hipertensión, diabetes tipo 2 y enfermedad cardiovascular. También con síndrome metabólico, resistencia a la insulina y modificaciones en la microbiota intestinal. Incluso sus efectos sobre el peso corporal son contradictorios.
“Los polialcoholes se usaban en productos donde el azúcar tiene un papel estructural, como bollería, galletas, chocolate o turrones sin azúcares añadidos. Los edulcorantes intensivos estaban exclusivamente en bebidas. Pero desde hace unos años usan ambos cada vez en más alimentos. Las bebidas siguen teniendo solo intensivos”.
De hecho, algunas instituciones públicas internacionales no recomiendan el uso de edulcorantes, aunque no los consideran peligrosos. Es el caso de la Organización Mundial de la Salud. Pero no recomendarlos o no darles la categoría de ‘sanos’ no implica que sean inseguros.
Las agencias reguladoras, como la EFSA en el caso de la UE, deben evaluar la evidencia disponible para elaborar sus dictámenes sobre seguridad de un producto como los edulcorante. También se determinan las cantidades máximas que se pueden consumir sin riesgo al cabo del día.
Desde la Sociedad Española de Nutrición, el profesor Rafael Urrialde de Andrés explica que la EFSA lleva más de 9.000 posicionamientos en materia de nutrición desde que se creó. En el caso de los edulcorantes, “hasta la fecha no ha cambiado los posicionamientos y datos, incluso en las reevaluaciones totalmente exhaustivas de los edulcorantes que ha efectuado”, aclara en el SMC de España.
Evidencias e indicios sobre los edulcorantes y sus riesgos hasta la fecha
En general, los edulcorantes (nutritivos como el eritritol o no nutritivos, como la sacarina) se consideran seguros y bien tolerados. Sus efectos sobre la intolerancia a la glucosa, la activación de los receptores del sabor dulce y las alteraciones en la composición de la microbiota intestinal son controvertidos. Aquí, presentamos un resumen de la evidencia publicada con rigor y el debate al respecto (a fecha de 2023):
- 🟢🟢🟢🟢 Efecto laxante de los polialcoholes: Está probado el efecto laxante de un consumo excesivo de edulcorantes como el eritritol y otros polialcoholes. De ahí que esa advertencia se incluya en las etiquetas, conforme al reglamento 1169/2011. Esto se puede deber al impacto que tiene en la fermentación bacteriana, incrementando la producción de gases y, seguramente, teniendo un impacto inflamatorio que, eso sí, por ahora sólo se ha visto en animales.
Los efectos secundarios laxantes que se asocian con el consumo excesivo de polialcoholes son improbables en el caso de los alimentos que contienen eritritol. Y algo más en la sacarina y la sucralosa. - 🟢🟢🟢⚪️ Alteración de las bacterias intestinales y orales: Quizás sea uno de los puntos en donde se han encontrado más evidencias. La mayoría de edulcorantes analizados cambian la microbiota que habita naturalmente en nuestro intestino o boca, protegiéndonos. La cuestión es si esa alteración es o no perjudicial para nuestra salud (y en qué grado). Y cuánto pesa el consumo de eritritol u otros edulcorantes. De hecho, en 2019, un estudio en Food and Chemical Toxicology vino a decir que no se pueden sacar conclusiones sobre impactos en la salud de un cambio en la microbiota por el consumo de edulcorantes. Y que en ese cambio hay muchos factores en juego.
En 2022 se publicó en la revista Cell un seguimiento de personas que tomaron dosis admisibles de sacarina, sucralosa, aspartamo y estevia. Y se observó alteración de heces y microbioma oral y de metaboloma plasmático. En paralelo, la sacarina y la sucralosa afectaron significativamente las respuestas glucémicas en sangre. Una vez más, no pudieron ver ninguna consecuencia a nivel clínico.
Algunos polialcoholes pueden absorberse parcialmente en el intestino delgado; sin embargo, varios de ellos (maltitol, lactitol y xilitol) pueden llegar al intestino grueso y aumentar el número de bifidobacterias. Por su parte, edulcorantes basados en derivados de aminoácidos, como el aspartamo, son absorbidos en el duodeno e íleon, y podrían tener menos impacto en la microbiota intestinal. - 🟡🟡🟡⚪️ Más infecciones bacterianas complicadas: Es cierto que se ha observado un aumento de infecciones provocadas por Clostridium difficile en América del Norte y Europa en la última década. Algunos, como Robert Britton (Colegio de Medicina Baylor) lo vinculan a la aprobación de la trehalosa, un azúcar que se usa desde hace algo más de 20 años como edulcorante de uso humano.
- 🟡🟡⚪️⚪️ Efecto en la salud cardiovascular: El estudio sobre el eritritol se suma a otro publicado en 2022 en la prestigiosa BMJ. En este caso, se centraron en el consumo de bebidas edulcoradas, edulcorantes de mesa, productos lácteos, etc. con tres moléculas: aspartamo, acesulfamo K y sucralosa. Se midió el impacto en una cohorte de 103.388 personas de mediana y avanzada edad. Se observó una mayor proporción de problemas de corazón especialmente entre quienes sucralosa y acesulfamo. Y más riesgo de ictus con el aspartamo. Una vez más, la diferencia no es desproporcionada entre quienes toman edulcorantes y quienes no, toda vez que el consumo de azúcares libres también está claramente ligado a mayores riesgos cardiovasculares. Y este fue un estudio observacional, no entra en la relación causa-efecto.
- 🟡🟡⚪️⚪️ Riesgo de síndrome metabólico: ¿Qué hace que una personas tengan mayor riesgo cardiovascular? Suelen ser varios factores, pero cuando confluyen más de tres se habla de ‘síndrome metabólico’. Por ejemplo, tener alta el azúcar en sangre + colesterol + grasa abdominal. ¿Propician los edulcorantes artificiales que tengamos estos factores? Una revisión publicada en Nutrients en 2019 vio indicios de ello. “Existe una creciente evidencia de que los edulcorantes están implicados en el desarrollo de anomalías metabólicas”.
- 🟡⚪️⚪️⚪️ Efecto en el sobrepeso: Este punto es controvertido. Hay indicios de que, en efecto, pueda tener un cierto impacto metabólico que paradójicamente haga que algunas personas que consumen muchos productos edulcorados sin azúcar terminen engordando. Una revisión de estudios de 2010 tiró de ese hilo. Los datos de grandes estudios epidemiológicos respaldan la existencia de una asociación entre el consumo de bebidas endulzadas artificialmente y el aumento de peso en infancia. Pero si analiza el impacto en lo particular en niños y niñas, no se muestran marcadores en sangre o el grasa que respalden esta idea.
También se ha especulado con un efecto rebote en adultos: es decir, personas que inicial una dieta baja en azúcar que terminan comiendo más por no limitar la ingesta de productos procesados o ultraprocesados con edulcorantes. Es decir, suprimen el azúcar, pero hay otros ingredientes que fomentan el sobrepeso. Se ha planteado la hipótesis de que la ingesta diaria de edulcorantes no calóricos puede ‘engañar’ al cerebro fomentando el deseo y la adicción al azúcar.
Así, tampoco hay evidencias de que el consumo de edulcorantes sea útil para perder peso. Una revisión publicada en 2022 con la OMS tampoco llega a conclusiones claras. “Debemos desterrar la idea de que los productos con edulcorantes aportan menos energía, porque depende del tipo de alimento”, explica Ropero Lara. - 🔴⚪️⚪️⚪️ Riesgo de cánceres: No hay ninguna evidencia sólida de que los edulcorantes propicien la formación de tumores y sí una leyenda que data de los años sesenta y setenta. Un estudio de 1970 con cliclamato y otro realizado en 1979 encontraron un vínculo entre el consumo de altas dosis de edulcorantes con el desarrollo de cáncer de vejiga en ratones. Al final, se vio que no era la sacarina, sino los cálculos renales los que estaban tras esa tendencia. Y tras los cálculos, el consumo de sal, azúcar u otros componentes de la dieta.
Otros trabajos han tratado de encontrar vínculos entre edulcorantes y cáncer. Pero ninguno serio ha logrado probar que exista tal relación, como sí lo han encontrado –aun con limitaciones– entre el consumo de alimentos ultraprocesados con azúcar y sal. Sin embargo, entre los consumidores de productos edulcorantes factores de riesgo ligados al cáncer. Un estudio de 2022 trató de ver en una cohorte francesa de más de 103.000 personas si quienes decían tomar habitualmente estos productos tendían a tener más tumores. Y vieron que había más riesgo de cáncer de mama entre consumidores de aspartamo y acesulfamo K. Pero no se podía descartar que estuviera más vinculado al sobrepeso. ¿Estuvo implicado el edulcorante en ese sobrepeso?
En Estados Unidos está prohibido el ciclamato. Y sí, inicialmente por los datos de aquellos ensayos en ratas de 1969. Pero actualmente mantiene su no autorización por otras razones ajenas al cáncer. La EFSA es clara en cuanto a sus revisiones de seguridad y no contempla que los aditivos autorizados sean cancerígenos.