Mujer y niña en la ciencia: “El relato y la gestión de la pandemia han sido desproporcionadamente masculinos”

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Helena Legido y el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia | M.V., S.V.

Haz un pequeño ejercicio de memoria. ¿A quién recuerdas hablando de la pandemia en los primeros días de la crisis sanitaria? ¿Qué personas lideraban el discurso en la televisión o internet, bien en el rol de políticos, gestores de salud o periodistas? ¿Qué expertos dominaron el discurso en redes o en los medios de comunicación tradicionales? Ellos (nosotros), varones, fundamentalmente, narraron la pandemia o lideraron su gestión. Sujetos agentes de una crisis sanitaria con la que lidiaron, sobre todo perfiles femeninos. Una pandemia en donde en la investigación en ciencia y en la clínica y cuidados había más mujeres que hombres.

Helena Legido-Quigley pone cifras a esta reflexión en el Día Mundial de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se celebra cada 11 de febrero. Ella fue uno de esos perfiles minoritarios (pero cada vez más presentes) en la esfera pública de la investigación en salud global durante los últimos 3 años. “En general, las mujeres representan el 70% de la fuerza de trabajo en el campo sanitario y apenas el 25% de los puestos de liderazgo”.

Para equilibrar esta desproporción, promover el feminismo, la justicia y la equidad en todos los ámbitos de la salud, nació la sección española de Women in Global Health (WGH) el pasado diciembre, una de cuyas impulsoras es la doctora Legido-Quigley, profesora asociada de Sistemas de Salud en la Universidad Nacional de Singapur, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y evaluadora de la respuesta pandémica.

Le preocupa ver cómo, cuando dejamos atrás lo peor, apagados los focos y los aplausos, se está vaciando de talento y fuerza de trabajo femenina el sector sanitario. ‘La gran dimisión’, que sufren especialmente en países de renta baja y media. Sus profesionales se van, “absolutamente quemadas”.

Cuando la crisis del coronavirus nos parece ya un mal recuerdo…

  • PREGUNTA: ¿…es momento de hacer un repaso desde una perspectiva feminista o de género?

  • RESPUESTA: Ha faltado un análisis de género. Ha habido algunos grupos que han hecho trabajos, pero son una minoría y ha costado que se escuchase su voz en temas de gobernanza. Pensemos que al principio ni siquiera se recogían datos de contagios segregados por género. Luego supimos que en España, al princpio, la mayoría de quienes se infectaban, más del 77%, eran mujeres [por el peso de las sanitarias en enfermería, medicina y cuidados, sobre todo].

    Sucedió también en el campo de la investigación en ciencia donde podía haber mayoría de mujeres, pero no en puestos de liderazgo.
  • P: ¿Qué consecuencias ha tenido esa desplazamiento de la mujer en la ciencia y el liderazgo en la pandemia?

  • R: Lo primero: ellas no se sienten representadas. Los problemas de las mujeres en ciencia es que no se consideren importantes porque no están sentadas en las mesas de decisión. Pasó en la pandemia, con sus comités de expertos (ni siquiera de ‘expertos y expertas’). De alguna manera, pasaba porque las disciplinas que se implicaron en la gestión eran tradicionalmente ‘de hombres’. Y se quedaron fuera otras que (en el mundo académico o de la investigación) son mayoritariamente femeninas, como las ciencias del comportamiento o algunas disciplinas sociales. Sí que hubo algunas, pero ocurre que en ocasiones sus puntos de vista no llegaban a considerarse. Cuando dejas de tener el cuenta al 50%, te vas a equivocar seguro.
  • P: ¿Algún ejemplo concreto?

  • R: Al impacto de la pandemia en la violencia de género no se le ha puesto suficiente atención. O no haber contemplado en los posibles efectos secundarios (leves) de la vacuna las alteraciones temporales en la menstruación. Este tipo de cosas han ocurrido a veces por falta de presencia de mujeres de ciencia en los comités o grupos que diseñan los de estudios. Ha ocurrido antes; muchas enfermedades que tenemos se han dejado de lado. El caso más claro, la endometriosis
  • P: Gestión, investigación y… relato ¿desproporcionadamente masculino?

  • Totalmente. Esto se ha visto en el relato por los líderes. Ha habido algunas excepciones interesantes, como en el caso de Nueva Zelanda. Se ha podido ver un tipo de liderazgo diferente. Y con un liderazgo diferente se tienen resultados diferentes. No es que haya necesariamente correlación con que ellas lo hayan hecho mejor, pero sí distinto. Jacinda Ardern hizo cosas muy diferenets a otros líderes. Mostró empatía, escuchó a científicos, cambiaba de dirección si se equivocaba, pedir disculpas… Esas facetas no se han visto en otros países.

    En general, perdimos una oportunidad de hacer las cosas de otra manera y de contar con más expertas. También en los medios de comunicación. Quizás también porque percibamos que estamos muy liadas investigando y no todas tenemos formación en comunicación para dar la cara, porque pensemos que no se nos valora tanto…

Síndrome de la impostora, mujer y ciencia

Aquí es donde aflora el llamado ‘síndrome de la impostora‘ de la mujer en ciencia. Un fenómeno psicológico en el que la persona afectada carece de la autoestima y la confianza suficiente para el desarrollo óptimo de sus funciones en cargos de poder. Esta infravaloración personal se compensa poniendo más esfuerzo y aumentando la carga de trabajo. Pero, también, apartándose del foco.

Desde luego, no todas las salidas de plano son voluntarias. La presión por invisibilizar a las mujeres en ciencia ha estado y está ahí. Pero WGH recogió algunos testimonios sobre este síndrome: ”Cuando comparo mi currículo con el de algunos compañeros y escucho cómo hablan de sí mismos pienso: ‘me encantaría ser capaz de hablar así de mi misma’”.

Explica Neus Rosell, presidenta de WGH Spain e investigadora en ISGlobal que “una se piensa que está sola en el ring, cuando de repente escuchas el término del síndrome de la impostora y te viene un arrebato de alegría y optimismo. Lo que tiene nombre, existe y puede transformarse”.

“La expectativa mediática es que tienes que saber de todo. Hay hombres que están más dispuestos a exponerse. Se los penaliza menos”

Las voces expertas en los medios de comunicación en la pandemia fueron mayoritariamente masculinas. Primero, por la inercia periodística de contar con hombres que anteriormente estuvieron dispuestos a hablar o a hacer análisis o dar una imagen de mayor solvencia. Después, por una parte de ese síndrome. Y también por verse más penalizadas ellas por dar la cara. Tanto por una parte del público como por sus propios jefes y colegas, explican Rosell y Legido-Quigley.

“La expectativa mediática es que tienes que saber de todo. Y yo no me atrevo a hablar de lo que no sé. Ellas estaban menos dispuestas. Yo lo sufría a veces en la pandemia. Le decía a los periodistas ‘de esto no me preguntes’. Yo no sabía de vacunas, por ejemplo”. Y, aún así, a Legido-Quigley la hemos podido ver bastante en televisión y prensa.

  • P: Cómo es posible que sólo entre el 10%-20% del mundo de la investigación sean profesoras? ¿Qué consecuencias tiene en la perpetuación de ciertas dinámicas?

  • R: Son menos las mujeres que promocionan en ciencia. Hay que estudiarlo exhaustivamente pero cuando tienen hijos o se quedan embarazadas, no se suele tener en cuenta y la carrera empieza a ir más rápido en el hombre. ¿Cuántas llegan a rectoras o catedráticas? Como se prioriza el publicar más y conseguir a financiación… Hay un problema con las publicaciones científicas, en demasiados casos se ponen de primeros autores ellos aunque sean ellas las que han tenido las ideas o la carga investigadora. Ellos se llevan el mérito.

    Pero también hay quien lo deja porque no ve progreso. Se promociona antes al hombre y se le paga mucho más. Yo ahí veo una solución: que se hagan públicos los sueldos de todos en el mundo académico y ahí se vean las diferencias. Y valorar más a las instituciones con programas serios en igualdad.

Proporción de hombres y mujeres en la ciencia y la academia
  • P: ¿Es útil fomentar las carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería, matemáticas) entre las niñas o más necesario romper techos de cristal en la academia? ¿Hay un problema de vocaciones desincentivadas o de vocaciones frustradas?

  • R: Seguramente, las dos cosas. Percibo que las generaciones nuevas no tienen tanto interés; creía que con la covid se despertarían más vocaciones. Pero quizás no ven futuro o sus experiencias o han sido negativas. Llegan a laboratorios donde a veces se soportan comentarios machistas y malos sueldos. Igualmente, pueden faltar referentes a los que admirar para la gente más joven. Las escuelas de salud publica deberían dar ejemplo de igualdad. Pero ni siquiera en las mejores del mundo ocurre.

El informe Radiografía de la brecha de género en la formación STEAM de 2022 destaca que las chicas en España sacan mejores notas medias en el bachillerato y en las Pruebas de Acceso a la Universidad, donde son mayoría. Lo cual no revela un especial problema de vocación respecto a la educación superior. En FP, destaca una caída sostenida en el interés por estudiar Informática y Comunicaciones (10% del alumnado).

En España, según el Informe CYD 2021-22 la presencia de mujeres docentes e investigadoras (PDI) ha aumentado en los últimos 5 años (aumento de 4,3 puntos de catedráticas). Pero sigue siendo la categoría con menor participación femenina: el 74,4 % de los catedráticos son hombres.

Sólo el 5,2 % de las mujeres adolescentes creen que trabajarán en ciencia y en ingeniería, mientras que el porcentaje de chicos es del 15,3 %. Esto cambia en las ciencias de la salud, donde casi el 20% tiene expectativas profesionales, frente al 7% de los varones.

Legido-Quigley está ahora particularmente implicada en ese papel de acompañamiento a esas mujeres que quieren convertirse investigadoras. Mentoría y espíritu combativo para la ciencia femenina que viene. “Desde WGH queremos que las niñas que hoy están viendo por primera vez referentes de mujeres STEM tengan el camino menos difícil y crezcan con el convencimiento de que son capaces y, sobre todo, necesarias”, explica Rosell.

“Por supuesto también hay que reconocer el trabajo de las mujeres líderes ya existentes, (divulgación y educación), avanzar en la construcción de espacios seguros para las mujeres y otros colectivos invisibilizados”, concluye la presidenta de WGH.

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