Calzoncillos, cascos para animales, pegatinas y medidores de frecuencia… que no sirven para nada. Desinformadores y conspiranoicos están vendiendo estos productos poniéndoles el apellido ‘antirradiación’, vendiéndolos por un valor muy superior al de compra y prometiendo que con estos cachivaches, las radiaciones no ionizantes —como el 5G, el wifi o las microondas— no harán daño, a pesar de que estas ondas no suponen un problema para la salud humana.
Aun así, encontramos en el mercado artilugios que presumen de poder proteger frente a estas radiaciones e incluso medirlas para comprobar si un entorno es ‘seguro’. “A través de un portal online, compré un medidor de frecuencias que se promocionaba en grupos desinformadores de Telegram, y creo que me costó 35€”, contaba en la Twitchería Científica Alberto Nájera, profesor de Radiología y Medicina Física en la Universidad de Castilla-La Mancha y codirector del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS), con el que hoy celebramos que en Maldita.es retomamos colaboración.
Esta radiación de comunicaciones debe estar siempre por debajo de los límites internacionales de seguridad establecidos por la Comisión Internacional de Protección de Radiación no Ionizante (ICNIRP, por sus siglas en inglés). Concretamente sobre el 5G, el Instituto de Ingeniería Eléctrica y Electrónica (IEEE, por sus siglas en inglés) ha publicado una actualización en la que no ha cambiado su límite de seguridad con respecto al 3G y 4G.
Como decimos, los dispositivos que se promocionan en grupos desinformadores para detectar radiación cuestan unos 35 euros. ¿Cuánto cuestan los dispositivos que de verdad se utilizan en el laboratorio para medir magnitudes similares? Unos 7.500€ más su calibración correspondiente, a la que se les somete cada tres años para garantizar que el equipo sigue funcionando y que cuesta en torno a unos 2.500€.
Supuestamente, los aparatos de 35 euros miden tres valores. Entre otros, los de “la densidad de potencia de, en principio, radiofrecuencia”. Los desinformadores, como cuenta Nájera, mientras muestra cómo el artilugio ofrece una cifra de 6 seguida de varios decimales, comparten vídeos en los que se capta el número que marca el aparato, malinterpretándolo: al estar en inglés, el punto debe interpretarse como una coma (en caso de leer 6.000, estaríamos hablando de 6 microvatios por centímetro cuadrado [6,000], no de 6000). “Si ya en la primera frase no se sabe interpretar lo que se está midiendo, os podéis imaginar”, recogía Nájera.
En cualquier caso, aparatos como este “no son fiables”. “No sabemos lo que realmente está marcado. Puede que alguno de los valores proceda de una radio FM, que lleva con nosotros más de 100 años”, explicaba el experto. Con los aparatos oficiales de los que disponen los profesionales en el laboratorio, sin embargo, sí se puede saber exactamente cuál es la fuente (un móvil, una antena…), detecta hasta 80 bandas de frecuencia y es capaz de discriminar entre todas ellas (elegir cuáles medir y cuáles no). “Los aparatitos que se utilizan para grabar vídeos conspiranoicos no sirven para nada más que para sacar dinero y meter miedo a la gente”, advierte.
Además, añade que, para detectar el 5G “hay que llevar a cabo un proceso bastante complicado” sobre el que se sigue estudiando y cuyo procedimiento se está desarrollando junto a la Universidad Politécnica de Valencia (gran cantidad de horas, gran equipamiento compuesto de baterías, de teléfonos móviles, ordenadores, varios medidores y varias antenas…) para garantizar que la medida se está haciendo bien”.
También se promocionan supuestos emisores de ondas que bloquean los teléfonos móviles: “Si yo lo enciendo, se supone que, ahora que estamos conectados por wifi, se debería bloquear o perder la señal [spoiler: esto no sucede durante la conexión con Nájera])”. O “luces para neuromodular” que, evidentemente, no neuromodulan.
¿Pegatinas y calzoncillos antirradiación? No: pegatinas y calzoncillos a secas
Con respecto a las pegatinas que se venden bajo el reclamo de que son capaces de evitar o ‘diluir’ la radiación (¿qué radiación?), Nájera aclara que se trata de “ simples pegatina de papel”: “No hacen nada. Todos estos utensilios se utilizan para infundir miedo, que la gente siga comprando”.
El precio de estas pegatinas que se venden como ‘antirradiación’ fluctúa de los 5 a los 20€ la unidad, a pesar de que al por mayor se venden por cinco euros un paquete de 100 unidades. Menos económicos aún son los calzoncillos antirradiación (60€), “y, si quieres aguantar toda la semana, tendrás que comprarte por lo menos tres, ¿no?”, reflexionaba Nájera en tono irónico. “Pero, igual que venden esto, venden visillos para dormir, pinturas, persianas, cortinas… Ahí está el negocio”.
Pero al igual que venden pegatinas y calzoncillos, “también venden pinturas, persianas, cortinas… hasta cascos para gallinas”. “Yo pensaba que era de broma, pero si buscáis ‘cascos antirradiación para gallinas’, lo encontráis”. ¿Qué es realmente? Un pequeño casquito de plástico, con pintura de efecto metálico, con una pequeña cinta, que se puede colocar en cabezas de gallina (o en todo lo que tenga el mismo tamaño). “Pero aunque fuera metálico o un apantallamiento perfecto, aparte de innecesario [frente a la radiación], es absurdo”.
Vacunarnos no nos convierte en magnéticos: la narrativa desinformadora sobre los componentes de la vacuna contra la COVID-19
Otras de las narrativas desinformadoras sobre la COVID-19 afirman que los componentes de las vacunas son magnéticos y, por tanto, nocivos. “Una forma de ver si yo soy magnético por haberme vacunado, sería ver si esta cadena de clips se me pega o no en el brazo”, explicaba el codirector del CCARS en la Twitchería mientras se acercaba la propia cadena a la piel (sorpresa: nada se queda pegado a nadie). A esto se le añade que no todos los metales son magnéticos.
¿Otra forma de comprobarlo? Acercarnos a una brújula. “Si a una brújula le acerco un imán o algo magnético, se reorienta [...] Es el mejor detector y el más sensible. Todavía sigo esperando un vídeo del ‘vacunado magnetizado’ que, al acercarse una brújula, haga a esta moverse mínimamente”.
Este artículo es una colaboración mensual entre Maldita Ciencia y el Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS).