"¡Ay! ¡Que me has dado calambre!". El sobresalto que nos llevamos cuando, al rozar a una persona u objeto, estos nos pegan un "chisporrotazo" es considerable. La causa de esto es la electricidad estática: un desequilibrio entre cargas positivas y negativas. Eso que sientes, de hecho, es una corriente de electrones que pasa de un objeto o persona cargado negativamente a ti. Te lo explicamos.
Todos los objetos físicos están formados por átomos y estos, a su vez, por protones (con carga positiva), electrones (con carga negativa) y neutrones (que, como su nombre indica, son neutros). ¿Qué quiere decir esto? Que todo está formado por cargas, las mismas que siempre has escuchado que, si son opuestas (negativas vs. positivas, y viceversa), se atraen. Si son iguales, por el contrario, se repelen.
La mayoría de las veces las cargas positivas y negativas de un objeto están equilibradas (lo hacen neutro) y lo mismo ocurre en nuestro cuerpo. Ahora bien, en el caso de que dos átomos entren en fricción, estos pueden ganar o perder sus cargas negativas: esto es la electricidad estática, el desequilibrio entre las cargas.
La corriente que sentimos al tocar a determinadas personas u objetos es en realidad una corriente de electrones que pasa a un nuevo "huésped" con carga positiva para recuperar de nuevo el equilibrio.
En este vaivén de cargas son muy importantes los materiales de los que están hechos los objetos con los que entramos en contacto ya que, si estos son aislantes (conducen mal la electricidad) hay más posibilidad de que acumulen electrones y los descarguen al entrar en contacto con algo o alguien con carga positiva (¡sorpresa!: calambrazo). "Acumulamos electricidad estática que se incrementa con la ropa o con zapatos muy aislantes o por la sequedad del ambiente. Cuanto tocamos algo que está conectado a tierra, ¡zasca!", aclara a Maldita Ciencia Alberto Nájera, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha y vocal del Comité Científico Asesor en Radiofrecuencias y Salud (CCARS).
El experto añade que las cargas se acumulan más en fibras finas o en el pelo, por ejemplo. Por eso en ocasiones, si pasamos un globo cerca, el cabello se pone de punta.
Es más probable que estos fenómenos que dependen de la electricidad estática ocurran con más frecuencia durante las estaciones más frías. "El aire está más seco y es más fácil acumular electrones en la superficie de la piel. En climas más cálidos, la humedad en el aire ayuda a que los electrones se muevan más rápidamente para que no reciba una carga estática tan grande", explica la página web del sistema de salud infantil KidsHealth.