La homeopatía no es una terapia, tampoco un medicamento: ni la ciencia la avala como tratamiento ni ha demostrado tener efectos en la salud de quien se decanta por ella, más allá del efecto placebo.
“La práctica de la homeopatía es anacrónica, como lo son poner sanguijuelas para tratar dolencias, o creer en el poder de las pirámides de cuarzo, el reiki o las castañas de indias bajo la almohada contra el dolor de muelas. Sus hipótesis son implausibles científicamente hablando y, en sus 200 años de historia, ha sido incapaz de demostrar eficacia para tratar nada cuando se analiza bajo estudios serios y con los controles adecuados”, señala a Maldita Ciencia Elena Campos, Doctora en Biociencias Moleculares y presidenta de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP).
¿Por qué sabemos que la homeopatía no funciona?: principios activos y diluciones
Mucha gente confunde la homeopatía con algún tipo de remedio natural fitoterapéutico (tratamientos basados en plantas), una confusión a menudo interesada, como indica a Maldita Ciencia Emilio Molina Cazorla, Vicepresidente de la APETP, que además pertenece a nuestra comunidad de malditos que se ofrecen a prestarnos sus superpoderes.
Sin embargo, como apunta Campos, aunque en la homeopatía se pueden usar plantas en origen, dependiendo del preparado, “también se usa ‘luz de saturno’, pústulas de sífilis, hígado de pato contra la gripe (por ser las aves susceptibles de estos virus) o muro de Berlín (frente a la sensación de aislamiento). Eso sí, todo ello, en un límite de concentración que como mucho contendría ‘la memoria’ de lo que fue”.
“La industria de la homeopatía es potente y mueve mucho dinero, basando su estrategia comercial en confundir al gran público. Para ello utiliza la confusión entre homeopatía, medicina natural y efecto placebo”, coincide el bioquímico Sergio González Martín, también miembro de la comunidad de malditos.
Pero, ¿en qué consiste exactamente esta práctica, incluida entre las 66 terapias en evaluación por el Gobierno? En diluir, seguir diluyendo y diluir todavía más una sustancia que, a juicio del homeópata, provoque efectos similares a los que se quiere tratar. Hay incluso quienes se refieren a estos productos como “el azúcar más caro del mundo”, dado que los comprimidos están formados a partir de lactosa y sacarosa.
Molina propone un ejemplo: si tenemos insomnio, buscamos un producto que provoque insomnio, como el café. “Diluimos una parte por 99 de agua y sacudimos bien (según Hahnemann, quien elaboró la teoría, sería necesario para impregnar el líquido del ‘espíritu curativo’ del producto). Eso sería la dilución 1 Centesimal Hahnemaniana (1CH)”, explica el vicepresidente de la APETP.
Del resultado obtenido, sacamos el 1% y lo llevamos a otras 99 partes de agua. A continuación, volvemos a sacudir (sucusión, en la jerga de Hahnemann), obteniendo la 2CH.
Si repetimos hasta 200 veces este proceso y al final del mismo mojamos unas pastillas de excipiente (que ayuda a mantener unidos los ingredientes de un comprimido) con unas cuantas gotas de la última dilución, tras su evaporación tendremos un producto homeopático para tratar el insomnio. “Este producto, que obviamente no es más que el excipiente de las pastillas, se vende en farmacias como Coffea Cruda 200CH por unos 7€”, señala Molina.
Inciso: hoy en día, como añade el experto, sabemos que más o menos hacia la dilución centesimal 12, no quedaría ni un solo rastro molecular de la sustancia diluida. “Si se repite la dilución decimal 30 veces, algo que suele ser habitual en los preparados, tendríamos que bebernos miles de litros de la solución para tener la posibilidad de tomar una molécula del principio activo”, apunta la Real Sociedad Española de Química.
He aquí la “base” de la homeopatía. ¿Es esta válida para la ciencia? No. De hecho, hoy sabemos que, para disfrutar de los efectos terapéuticos de los medicamentos, es necesaria una cantidad mínima de los principios activos que los componen.
Piensa en lo siguiente: “Si aplicásemos la teoría de la homeopatía al pie de la letra, con una sola gota de ron bien diluida sucesivamente en miles de litros de Coca Cola y vigorosamente agitada, obtendríamos cubatas tan potentes que podrías pillar un coma etílico solo con mojarte los labios”, bromea González.
“Además, evidentemente no por causar síntomas similares (a juicio del homeópata, insistimos) algo va a resultar curativo para una enfermedad con esos mismos síntomas. De funcionar así la biología, curarse de cualquier veneno o tóxico sería tan simple como ultradiluir ese mismo veneno o tóxico y tomar el resultado”, extrapola Molina.
A pesar de su ineficacia, hay gente que sigue lucrándose gracias a ella
Hasta la saciedad, si hace falta: la homeopatía no funciona, más allá del efecto placebo. Aun así, sigue habiendo quienes se lucran a partir de su comercialización. Según datos de Statista, entre noviembre de 2017 y octubre de 2018 el valor de las ventas del mercado de la homeopatía en España ascendía a un total de 56.751.830 euros. Las ventas, tanto en número de unidades como en valor, las encabezaron los laboratorios Boiron S.L., Laboratorios Heel España SAU y DHU Ibérica S.A.
Junto a otras prácticas no científicas, la homeopatía es percibida como científica por proporciones más o menos elevadas de la población (uno de cada cuatro individuos confía en su utilidad para la salud y el bienestar), según el estudio de Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología en España 2018 publicado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). Esto, según el documento, “conlleva riesgos sanitarios por el abandono de tratamientos con evidencia científica para ciertas enfermedades graves”.
Además, el documento de FECYT señala que la confianza en las terapias pseudocientíficas, como la homeopatía, se muestra asociada con las “actitudes desfavorables de la vacunación confirmando una nueva línea de estudios que apuntan una transferencia entre creencias mágicas en la salud y las posiciones contrarias a la vacunación”.
Los productos homeopáticos no se someten a las mismas fases de desarrollo que los medicamentos
En ciencia, antes de atribuir a algo una cualidad, se plantea una hipótesis que posteriormente hay que demostrar de forma empírica. “Por tanto, antes de afirmar que una terapia es eficaz para el tratamiento de una determinada patología, se deben realizar los pertinentes estudios que demuestren su eficacia y seguridad”, recuerda González.
Los tratamientos farmacológicos serios deben superar una serie de pruebas desde que se les atribuye una posible actividad beneficiosa para actuar frente a una enfermedad. Estas pruebas que normalmente duran varios años, empiezan con la investigación en animales y continúan con el desarrollo clínico, que suele durar una media de 5 años y exige una gran inversión de recursos económicos y humanos.
“Sin embargo, para la comercialización de un producto homeopático solo se debe presentar un estudio de seguridad en el que demuestre que no es perjudicial para la salud humana, sin tener que demostrar de ninguna forma específica su actividad o eficacia”, incide González.
¿Qué concluyen las investigaciones y las autoridades sanitarias sobre la homeopatía?
Como recuerda González y ya explicábamos en Maldita Ciencia, existen múltiples publicaciones científicas de rigor que han demostrado científicamente la ineficacia de los tratamientos homeopáticos. Incluso estudios de composición de estas sustancias en los que se demuestra que no contienen ningún principio activo, tratándose de sustancias inocuas que no producen por sí mismas ningún tipo de consecuencia. Puedes hacer un amplio recorrido a través de todos ellos en este artículo del biólogo y divulgador Santiago Campillo.
Ya en 2017, la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria, la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria y la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria advertían que no existía ninguna evidencia de que la homeopatía funcionara más allá del efecto placebo y creían que no debería permitirse su venta como medicamento.
Suicidios homeopáticos: la performance para demostrar la ineficacia de estos productos
Ya hemos explicado por qué los argumentos que ofrece el sector de la homeopatía para tratar de sostener que es una técnica útil no solo no tienen nada que ver con las leyes de la Química y la Medicina (ni la Ciencia en general) y no solo no consiguen los efectos de los que presumen sino que (exceptuando el placebo) no tienen ninguna consecuencia en la salud de quien los consume.
Para mostrar esto de una manera más directa y visual, hay colectivos o personas que realizan suicidios homeopáticos, una especie de performance para mostrar de forma sencilla que estos productos son meramente el excipiente de las pastillas que venden como medicinales. “Se trata de actos en los que se comen varias cajas de algún producto homeopático, al que supuestamente se le atribuyen potentes efectos, delante de un grupo de personas. Normalmente utilizan somníferos homeopáticos e ingieren varios paquetes durante el acto mientras leen las características que se le atribuye al producto”, explica González.
Tras varias horas, se comprueba que la persona que se ha tomado la sobredosis del producto homeopático se encuentra perfectamente. Ahí concluye el acto.
Como ejemplo, este vídeo del médico y youtuber Víctor Manuel Encina Delgado en el que ingiere 60 pastillas homeopáticas “para dormir”. “¿Ustedes creen que una sobredosis de 60 pastillas de un medicamento que funciona realmente no dé ningún efecto? [...] Esto es una farsa, no funciona. No gasten su dinero ni sus esperanzas en esto”, afirma tras el experimento. Spoiler (predecible, además): termina sano y salvo.
“Todo el mundo tiene claro que tomarse un bote de calmantes entero debería ser letal de necesidad. Pero, si en lugar de calmantes reales, usamos calmantes homeopáticos, quienes asistan al ‘suicidio’ comprobarán que la única reacción es la de la boca pastosa por tanta pastilla dulce junta”, aclara Molina.
La problemática sanitaria derivada, y que también pretende denunciarse con estos “suicidios homeopáticos”, es que haya alguien que de verdad se crea que esto trata la ansiedad u otros problemas psicológicos y/o emocionales (al igual que quien confía en ellos para cualquier otro fin), retrase la petición de ayuda profesional seria y acabe en depresión u otra cosa peor.
“Pero claro, de esa situación nadie con competencias legales se hace cargo. También te venden homeopatía contra la alergia, e incluso ha habido fallecimientos de personas que confiaban en ella como tratamiento contra el cáncer. Parece que nadie te cuenta qué pasa si no tratas tu patología como debes, ni hay remedio cuando has perdido la oportunidad terapéutica real”, apunta Campos.
El papel de las autoridades en relación a la homeopatía
En definitiva, ¿te conformas con un vaso de agua en el que echan una sola gota de refresco cuando pides una bebida en un bar? ¿No te parecería ridículo llenar el depósito de tu coche con 50 litros de agua y una sola gota de gasolina? “Eso sí, bien agitada”, ironiza Gonzalez. Y, sin embargo, como añade el experto, los adeptos de la homeopatía, en algo tan importante como nuestra salud, esto “les parece bien y se dejan llevar por algo tan peligroso como abandonar un tratamiento ampliamente demostrado por una pseudoterapia sin rigor científico”.
Por desgracia, en palabras de González, son productos que cuentan con muchísima propaganda, por culpa, en parte, de una legislación negligente a nivel europeo que los cataloga como medicamentos (en base a presiones lobísticas de sus grandes industrias francesa y alemana). “También por el incumplimiento deontológico de supuestos profesionales sanitarios como farmacéuticos que los dispensan en sus boticas, médicos que las prescriben o enfermeras que las recomiendan”, señala Molina.
Bajo su punto de vista, sería injusto dejar la pelota en el tejado del ciudadano. “Los ciudadanos esperamos de nuestras autoridades sanitarias que velen por el buen hacer de los profesionales sanitarios y que no se nos oferten fraudes como supuestas terapias, algo que no está ocurriendo hoy por hoy”, concluye.
Campos opina que se debería actuar siendo serios y sin ambages. “El negocio de la homeopatía debería acabar cuanto antes. Si un día consigue demostrar fehacientemente que sirve para alguna dolencia, entonces que se incorpore al vademecum para tal indicación. Mientras esto no ocurra, debería estar prohibido que se vendiera con fines sanitarios. La profesión sanitaria no debería permitirse díscolos que pongan en riesgo la salud de los pacientes aplicando falsas terapias”.
En este artículo han colaborado con sus superpoderes el maldito Emilio Molina Cazorla, Vicepresidente de la APETP y el bioquímico Sergio González Martín.
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