Preguntas y respuestas sobre la situación de COVID-19 en China a enero de 2023: qué ocurre y qué impacto tiene en España

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Crédito de imagen destacada: QuantFoto.

Tres años después de la detección de los primeros casos de una neumonía rara en hospitales de China, el mundo mira de nuevo al país asiático por su situación sobre el SARS-CoV-2. En las últimas semanas de 2022, China ha reportado un aumento considerable de casos de COVID-19 y del esfuerzo sanitario para tratar a pacientes de esta enfermedad. Esta situación afecta —y según los organismos de salud pública, seguirá afectando— a otros países, incluido España. Te contamos en profundidad.

¿Qué sucede en China?

El país más poblado del mundo cambió a mediados de diciembre su política de salud pública frente a la COVID-19: del ‘zero covid’, una estrategia que busca eliminar el patógeno que causa la enfermedad, empleando estrictos aislamientos obligatorios, un gran esfuerzo constante a la población y otras medidas que afectan la vida diaria de los ciudadanos; hacia una más laxa, que permite realizar viajes domésticos y al extranjero sin necesidad de PCR, aislamiento voluntario y no obligará a hacer cuarentena a aquellas personas que entren al país a partir del 8 de enero.

Después de este cambio, China ha reportado un aumento considerable de infecciones, enfermedades graves y hospitalizaciones por COVID-19. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha manifestado estar “muy preocupada” por esta situación y ha solicitado al país más información detallada sobre la gravedad de las personas enfermas, las hospitalizaciones e ingresos en UCI.

¿Por qué ha ocurrido esto? Mike Ryan, director ejecutivo del Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS, planteó en rueda de prensa que las infecciones víricas altamente contagiosas (como la COVID-19) son “muy difíciles de frenar completamente usando solamente medidas sociales y de salud pública”, mientras que en otros países se han enfocado en alcanzar altos porcentajes de vacunación, especialmente en la población vulnerable.

“Las tasas de vacunación en China, aunque parecen elevadas, siguen estando por detrás en términos de cobertura global [de toda su población] y en particular sobre mayores de 60 años”, recalca Ryan, agregando que algunas pautas de vacunación en este país emplean fármacos con eficacia de protección cercana al 50% o menos en población de más de 60 años: “Esto no es una protección adecuada para una población tan grande como la china”.

También está el hecho de que mucha población no había sufrido una infección por COVID-19 hasta ahora, por las medidas para evitar la transmisión que se habían tomado hasta diciembre. Esto ha causado que algunas personas no contasen con una inmunidad adquirida por haberse infectado de esta enfermedad o una inmunidad híbrida (infección y vacunación).

¿Por qué parece preocupar tanto?

El aumento de la transmisión, como ocurre en China, ofrece a los patógenos (como este coronavirus) más oportunidades de mutar y que aparezcan nuevas variantes que puedan resultar más dañinas para la salud, más capaces de esquivar la protección adquirida por los humanos o con mayor transmisibilidad entre casos. Esta es una de las preocupaciones principales de la situación en China.

Fernando González Candelas, catedrático de Genética de la Universitat de València y especialista en epidemiología y evolución de virus y bacterias, expresó a Science Media Centre España que este mayor riesgo “deriva del mayor número de casos, directamente vinculado con el número de mutaciones que puede explorar el virus para adaptarse mejor a su entorno”. A este riesgo se le suma “la falta de información y datos sobre la actual ola de casos” y la “escasa o nula información sobre las variantes que están asociadas a ella”, alerta González.

Esta falta de información detallada sobre la situación en China es otro problema reconocido por organizaciones sanitarias internacionales. El pasado 30 de diciembre, la OMS se reunió con oficiales del país asiático, donde se solicitó que comparta datos periódicos y a tiempo real sobre la situación epidemiológica, secuenciación genética, el impacto de la enfermedad, hospitalizaciones, ingresos en UCI y muertes.

El Centro Europeo de Control y Prevención de Enfermedades (ECDC, siglas en inglés) reconoció el pasado 24 de diciembre que “no es posible conocer qué variantes están circulando en China y en qué proporción” debido a que el país redujo drásticamente la información sobre variantes que se deposita en el GISAID —una plataforma de datos abiertos sobre el genoma de gripes y del SARS-CoV-2—.

Aun así, el ECDC recalca que dos de las variantes que se considera que están en China en la actualidad, BF.7 y BA.5, ya han circulado ampliamente en Europa y han sido sustituidas por otras variantes en este continente. Por este motivo, sumado a las altas tasas de inmunidad en la población europea, el ECDC considera que “un aumento de casos en China no se espera que impacte en la situación epidemiológica de COVID-19 en Europa”.

Otra preocupación de la situación en China coincide con una temporada importante de viajes que comienza este enero. Según expresó el 17 de diciembre el epidemiólogo jefe del Centro Chino de Control y Prevención de Enfermedades, Wu Zunyou, el brote de COVID-19 en este país se estima que alcance su pico este invierno y lo haga en tres olas: “La primera, hasta mediados de enero; la segunda, coincidiendo con las celebraciones de Año Nuevo Lunar el 21 de enero; y la tercera, en febrero, con el regreso de estas vacaciones en China”.

¿Qué medidas se están tomando en España? ¿Y en otros países?

La ministra de Sanidad de España, Carolina Darias, anunció el 30 de diciembre las medidas que este país ejecutará ante la situación de COVID-19 en China: controles en aeropuertos españoles a viajeros procedentes de China, a quienes se les pedirá una prueba negativa de COVID-19 o una pauta completa de vacunación de fármacos autorizados por la OMS (que es diferente a la de la Agencia Europea del Medicamento). Italia, Estados Unidos, Japón y Taiwán son otros países que han tomado medidas similares a la española.

El Centro de Control y Prevención de Enfermedades en Estados Unidos (CDC, siglas en inglés) anunció el 28 de diciembre que exigirá a los pasajeros procedentes de China, Hong Kong y Macao un test negativo de COVID-19 o un certificado de recuperación de esta enfermedad, independientemente del estatus vacunal y a partir del 5 de enero.

Medidas similares que se tomaron en casos anteriores

Aunque solo el tiempo dirá cómo evoluciona la situación y si estas medidas cumplen su propósito, no es la primera vez que se implementan controles en aeropuertos con motivo de una situación particular de COVID-19.

Pedro Gullón, médico especialista en medicina preventiva y salud pública de la Universidad de Alcalá, plantea en Science Media Centre España que “hay que preguntarse la razón por la que se adopta cualquier medida”. Si es por el peligro de importar casos a España y que la alta incidencia de China afecte a este país, “creo que tanto la PCR como el certificado de vacunación tienen una utilidad muy limitada, debido a que en España ya existe transmisión comunitaria alta”.

Si, por otro lado, se adopta por la posible entrada de variantes, “cabe preguntarnos si existen verdaderas razones por las que esa variante surja ahora en China y no en Estados Unidos, que lleva meses de transmisión descontrolada”. A esto le suma que, si ha surgido una nueva variante en China, “es probable que ya esté circulando por países de nuestro entorno, por lo que habría que extender las medidas a todos los vuelos”. “Bajo las dos razones para hacerlo, en ninguna de ellas las medidas propuestas [por el Ministerio de Sanidad] tendrían la efectividad esperada”, zanja.

Peiró coincide con Gullón en plantear si los controles de vuelos a China deberían extenderse también a Estados Unidos y a países que envían más datos de secuencias genéticas de sus variantes. A su vez, recuerda que estar vacunado de COVID-19 “reduce notablemente el riesgo de desarrollar covid grave, pero no el riesgo de infectarse” y que España cuenta con una población muy vacunada y con gran tasa de inmunidad híbrida. “Mejor si nos preocupáramos un poco más de incrementar “cuartas” [dosis de vacuna] a personas mayores y vulnerables y de que las personas sintomáticas de cuadros respiratorios lleven mascarilla y reduzcan su interacción con otras personas”, opina.

Por último, Óscar Zurriaga, presidente de la Sociedad Española de Epidemiología, cree que pedir una prueba negativa de COVID-19 o certificado de vacunación “probablemente no alcanzará la eficacia completa que se pretende, aunque sí puede retrasar algo el potencial impacto de lo que esté sucediendo en China”. “Tenemos el precedente del cierre de vuelos con Sudáfrica en noviembre-diciembre de 2021 para detener la entrada de la variante ómicron y que no obtuvo la eficacia que se pretendía”, recuerda.

“Al margen de que se adopte esta medida u otras, hay que seguir insistiendo en la importancia de disponer de la pauta vacunal completa, incluyendo dosis de refuerzo y de las medidas aconsejadas en cada momento”, concluye Zurriaga, en mención al uso de mascarillas, la distancia social y la ventilación de espacios.

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