¿Qué acciones individuales son más eficaces contra el cambio climático en la dieta y transporte? Reducir el consumo de carne y dejar el coche

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Una usuaria nos ha preguntado qué acciones como individuos son las más eficaces para luchar contra el cambio climático. ​​Antes de explicar qué se sabe al respecto, aclaremos que ni todo recae en el individuo ni estamos exentos de tener que actuar. Lo explica el ambientólogo y divulgador Andreu Escrivà: “Que todo no sea acciones individuales no significa que no tengamos una parcela personal con relevancia clara en mitigar el cambio climático”. En este artículo nos centramos en las acciones más útiles a través de la dieta y el transporte y en una segunda parte hablamos de lo que puede hacerse desde casa.

No todas las personas tienen el mismo impacto, como contaremos al final, pero vamos en primer lugar con el impacto diario de la ciudadanía en su conjunto (lo que se entiende como la demanda). El Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) en su sexto informe del año 2022 dedicado a la mitigación del cambio climático analiza cómo modificar la demanda tiene “un potencial muy elevado para reducir las emisiones: permitiría hacerlo en hasta un 70% para el año 2050”, explicó a Climática Julio Díaz-José, profesor e investigador de la Universidad Veracruzana (México) y autor principal del capítulo del IPCC sobre la demanda y los aspectos sociales de la mitigación del cambio climático.

El documento del IPCC indica que los cambios socioculturales y de estilo de vida pueden acelerar la mitigación del cambio climático aunque los cambios de comportamiento individual son insuficientes si no van acompañados de cambios estructurales y culturales. También señala que la acción colectiva y la organización social son “cruciales” para cambiar las políticas públicas de mitigación del cambio climático [págs. 3 y 4].

El informe aclara que dar prioridad a la movilidad sin coches, caminando y en bicicleta, y adoptar la movilidad eléctrica podría ahorrar muchas emisiones. “Otras opciones con gran potencial de mitigación son la reducción de los viajes en avión, el ajuste de la calefacción y la refrigeración, la reducción del uso de electrodomésticos, el cambio al transporte público y el desplazamiento del consumo hacia dietas basadas en plantas”, según el IPCC.

Primero vamos a centrarnos en lo que comemos porque el sector alimentario es causante de entre el 20 y el 40% de las emisiones totales que contribuyen al cambio climático. Y las dietas veganas y vegetarianas son más baratas, sanas y sostenibles, indicó un estudio de 2021 publicado en The Lancet Planetary Health. “A nivel científico, existe bastante certeza sobre los impactos positivos de reducir el consumo de carne. Es verdad que hay debate sobre los efectos de la eliminación total de la carne y de transitar hacia una dieta vegana, pero la realidad es que la reducción del consumo de proteínas animales beneficiaría al planeta y a la salud general de la población”, según Julio Díaz-José.

“Una dieta más sostenible debe incluir reducciones en el consumo de carne de los países de altos ingresos”, indicó a Nature Corinna Hawkes, directora del Centro de Política Alimentaria de la Universidad de la City de Londres. Por lo tanto, reducir el consumo de productos animales, y sobre todo de la carne, en la dieta es una buena forma (y sana) de reducir nuestra huella de carbono. Pero no todo los animales que comemos impactan por igual.

Por kilogramo de producto, de lejos el mayor emisor de gases de efecto invernadero es la carne de vaca, seguido por el cordero y la oveja. En cambio, la carne de cerdo tiene un impacto menor que el queso e incluso menor que algún producto vegetal como el café y el chocolate negro. La carne con menor impacto es la de ave. Los huevos contribuyen menos al cambio climático que el pescado de piscifactoría. La leche animal está al nivel del tofu y por debajo del arroz. Los productos con menor impacto en la crisis climática son los frutos secos, los cítricos, las manzanas, las patatas y las raíces alimenticias como el puerro y el hinojo, según un análisis de 50 productos alimentarios publicado en 2018 en Science.

¿Es mejor consumir en España un kiwi producido en Nueva Zelanda que un filete de vacuno local? Hannah Ritchie, científica de datos e investigadora de la Universidad de Oxford (Reino Unido) en la Oxford Martin School y jefa de investigación de la organización Our World in Data, señala que el impacto del transporte es marginal (para la mayoría de los productos es menor al 10%) en las emisiones totales respecto al de la producción de alimentos. Por lo que consumir local reduce sólo reduce ligeramente el impacto climático de tu alimentación. En cambio, Andreu Escrivà, que es autor del libro ‘Contra la sostenibilidad’, indica a Maldita.es que es partidario de consumir local y de temporada pese a la poca huella de carbono del transporte en algunos productos porque “hay que ir más allá” y hacerlo por otros motivos como “conservar el paisaje, estar más conectados a la tierra y a los cambios de estaciones”.

En cuanto a las carnes producidas de forma sostenible, comer menos carne es casi siempre mejor que comer carnes sostenibles para reducir tu huella de carbono, aunque una producción de carne más sostenible aún puede marcar una gran diferencia, indica Ritchie en Our World in Data. En Maldita.es ya hemos contado que la ganadería extensiva emite más metano, pero la intensiva, más dióxido de carbono, que permanece más tiempo en la atmósfera. También hemos explicado por qué debes tener cuidado al comparar la contribución al cambio climático de la ganadería y del transporte. Y cómo conseguir todas las proteínas que necesitas sin consumir productos de origen animal.

El 6% de las emisiones de gases invernadero viene del desperdicio alimentario. Aunque la mayoría de esta pérdida de comida ocurre en la cadena de suministro, reducir el desperdicio alimentario como consumidores es otra forma individual (y colectiva) de rebajar nuestro impacto climático.

Hablemos ahora de movilidad y transporte, que supone en torno al 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero totales. El IPCC indica [pág. 27] que el teletrabajo puede ser una herramienta importante para evitar el transporte por carretera por trabajo, pero que “su ahorro depende en gran medida de los modos, distancias y tipos de uso de la oficina que se eviten y de si se inducen desplazamientos adicionales debido a una mayor disponibilidad de tiempo o al uso del vehículo por parte de otros miembros del hogar”.

“Existe un alto potencial de mitigación al adoptar métodos de transporte activos, como caminar o moverse en bicicleta. Pero esto no depende de decisiones individuales, sino de la infraestructura y de la organización de las ciudades y del trabajo. Si el centro de trabajo está muy alejado de nuestra vivienda o el camino no es seguro, acabaremos por no hacerlo”, según el autor del IPCC Julio Díaz-José.

Los factores socioculturales pueden reducir de un 5 al 15% las emisiones del transporte por tierra de cara a 2050, según el IPCC, con la movilidad activa aportando entre un 2 y un 10% de disminución de la huella de carbono y el teletrabajo el 1% frente al 20-50% de reducción por cambios en infraestructuras y el 30-70% de cambios tecnológicos como la prohibición de los motores de combustión como los de diésel y gasolina. “Vamos a reducir los niveles de movilidad y de consumo energético de la sociedad y vamos a ver qué funciona y conviene mejor en cada caso” para optar por el teletrabajo, ir en bicicleta, en transporte público o compartiendo coche al lugar de trabajo, añade el ambientólogo Andreu Escrivà.

El País, junto con el Instituto de Investigación Tecnológica (IIT) de la Universidad Pontificia Comillas (Madrid), ha desarrollado una herramienta que estima cuántas emisiones puedes ahorrar con cada acción a partir de los datos de un hogar y estilo de vida concreto. Así puedes calcular si ahorras más teletrabajando o yendo en autobús al trabajo según tus circunstancias particulares. Respecto al impacto de la aviación, el IPCC estima entre un 10% y un 40% la reducción en 2050 por evitar los vuelos de larga distancia y cambiar al tren siempre que sea posible, entre otros factores socioculturales.

Para cerrar este apartado, aportemos los datos que aclaran que no todos tenemos la misma responsabilidad en la crisis climática. Por ejemplo, un milmillonario emite un millón de veces más gases de efecto invernadero que cualquier persona del 90% más pobre de la humanidad y el 1% más rico ha sido responsable de más del doble de las emisiones de carbono que la mitad más pobre de la humanidad durante los 25 años en que las emisiones alcanzaron niveles sin precedentes, según Oxfam Intermón.

Si nos centramos, por ejemplo, en las emisiones de la aviación, que contribuyen en un 3,5% al cambio climático, sólo el 1% de la población mundial es responsable de más de la mitad de las emisiones de la aviación de pasajeros y únicamente el 11% de los habitantes del planeta volaron en 2018, según un estudio publicado en la revista científica Global Environmental Change.

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