‘Ruido’, un retrato de las miles de mujeres desaparecidas y asesinadas en México

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“México feminicida”, “Si tocan a una, respondemos” o “Dejen de matarnos”. Son los lemas que decoran la entrada de una de las sedes de la Fiscalía General de Justicia del país norteamericano, a la que acude Julia a reconocer un cuerpo. Al menos, para eso la han llamado. Julia Velázquez, el personaje interpretado por Julieta Egurrola (la madre de la directora de la película, Natalia Beristáin), lleva nueve meses buscando a su hija Ger, desaparecida tras un viaje con sus amigas. La historia de Ruido es la de muchas otras mujeres que siguen buscando a sus desaparecidos en México tras años de odiseas burocráticas, amenazas e inacción de las administraciones.

Los miles de mujeres que “aprendieron a buscar” por sí mismas a sus familiares desaparecidos en México

El periplo de Julia está inspirado en las historias de miles de personas que buscan por sí mismas a sus desaparecidos en México ante la inacción de las instituciones. Al inicio de la película, su personaje acude a una asociación de mujeres que “aprendieron a buscar” a sus familiares, como ellas comentan, organizando batidas a lo largo de todo el país en las zonas donde creen que pueden encontrar alguna pista.

La idea de la directora, que roza el documental con esta película, fue introducir “los rostros y las voces de aquellas mujeres que viven esto fuera de la ficción”, como explica en una entrevista con el Instituto Mexicano de Cinematografía.

De hecho, en la película aparecen mujeres que integran en la realidad colectivos de búsqueda de personas desaparecidas como la asociación Voz y Dignidad por los Nuestros, que invitan al personaje de Julia a las batidas que organizan siguiendo el rastro de alguna pista o analizando hasta el último recoveco de un zulo para encontrar restos de algún desaparecido. En la cinta también aparecen la activista trans Kenya Cuevas, la fundadora del primer albergue para mujeres trans en México, o la poeta Jimena González, como explica la directora en el Instituto Mexicano de Cinematografía.

La asociación Voz y Dignidad por los Nuestros lleva años perfeccionando estos dispositivos de rastreo de forma incansable: “Nueve años, dos semanas de búsqueda al mes. Quisiéramos que el mes tuviera más semanas”, cuenta en una de las escenas Edith Pérez, una de sus miembros.

Otros colectivos como Movimiento por nuestros desaparecidos en México llevan años organizando este tipo de búsquedas. En 2016 “surgieron las primeras dos brigadas nacionales, impulsadas por colectivos de familiares en las que lograron localizar cuerpos y restos de personas, además de fosas clandestinas”, como explican en su web.

Más de 22.000 mujeres desaparecidas en México desde que hay registros

El objetivo de estas asociaciones es dar respuesta a la necesidad de las familias de desaparecidos de encontrar alguna esperanza, construyendo comunidad y tejiendo una red de apoyo para ofrecerles recursos y herramientas en momentos complicados.

En ese sentido, la realidad del país es cada año más dura para estas familias, ya que el número de desaparecidos en México ha ido en aumento en los últimos años. En mayo de 2022, la cifra superó los 100.000 y “el 24,7% de los casos corresponde a niñas y mujeres”, según el último Diagnóstico de mujeres desaparecidas del Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia, que analiza casos de feminicidios, trata y desapariciones de niñas y mujeres en el país, “entendiendo que los tres fenómenos son parte de la máxima expresión de violencia contra las mujeres”.

“Haciendo el trabajo de otros”: cuerpos sin identificar, corrupción y odiseas burocráticas

La película también retrata los fallos del sistema a la hora de acompañar a las familias que buscan a sus desaparecidos. En una de las escenas, Julia acude a una comisaría en busca de pistas del paradero de Ger y se encuentra con la pasividad de los agentes de policía, que solo le ofrecen documentos e informes desactualizados.

Sin embargo, consigue que la policía la lleve hasta un camión en el que almacenan decenas de cuerpos sin identificar para ver si alguno pertenece a su hija y hacer “el trabajo de otros”, gracias a que Julia soborna a una de las agentes. En otra de las escenas se ve en qué condiciones de insalubridad están (cubiertos con mantas con los brazos colgando).

En ese sentido, la organización Movimiento por nuestros desaparecidos lleva tiempo denunciando las deficiencias a la hora de contabilizar a los fallecidos sin identificar y conservar los cuerpos. En un informe de 2021, la asociación elevó la cifra a 52.000, la mayoría inhumados en “fosas comunes de cementerios públicos” con “registros deficientes y alta probabilidad de extravío de cuerpos”. 

Todo enmarcado en una “crisis forense” por el “personal insuficiente, bajos sueldos y contratos temporales” con bastantes carencias “de sistemas de supervisión y control de calidad”, además de unas “bases de datos subutilizadas”, como apunta el documento.

Otras referencias a hechos reales: el homenaje a Marisela Escobedo y la oleada de protestas contra los feminicidios

Otro de los personajes que aparecen en la película es el de Abril Escobedo, una periodista que acompaña a Julia en su búsqueda para documentar su historia. Abril, como explicó en la presentación del filme la actriz que le da vida, Teresa Ruiz, se inspira en Marisela Escobedo, “una madre que se convirtió en activista social para reclamar justicia en el caso de su hija Rubí”, asesinada en 2008, todo un símbolo de la lucha contra los feminicidios.

Además, en la última parte de la película, la directora retrata la oleada de protestas contra los asesinatos de mujeres, un problema estructural en el país, que inundaron de morado en los últimos años las calles de México y gran parte de América Latina. Solo en 2022, el Gobierno de México registró 947 feminicidios en todo el país.

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