Las desinformaciones sobre una supuesta destrucción masiva de presas en España crearon la narrativa de que se quiere dejar a la población sin agua. Las estructuras derribadas eran en realidad barreras fluviales obsoletas, normalmente pequeñas y que no retenían agua. Además, la narrativa era falsa en lo fundamental: la capacidad de la España peninsular para almacenar agua ha aumentado en la última década. Según un análisis de Maldita.es, se ha acabado la construcción de al menos 18 embalses desde 2010. También se han recrecido embalses ya construidos y hay varios proyectos de almacenamiento de agua superficial.