Toda persona cafetera que se precie conoce los entresijos de una cafetera italiana, formada por tres piezas: el recipiente para almacenar el agua, el que se utiliza para colocar el grano molido y aquel en el que se acumula el café ya hecho… Esta máquina es precisamente el blanco de uno de esos mitos ‘de toda la vida’ que tanto nos gustan en Maldita.es: ¿es cierto que no hay que lavar este tipo de cafeteras porque, con el tiempo, los restos de café que acumula hacen mejores los cafés posteriores? Sentimos decepcionarte si era lo que hasta ahora dabas por hecho, pero no.
“Siempre se ha dicho que los restos de café eran lo que iba haciendo que el café que se hacía después supiera cada vez mejor, que no teníamos por qué lavar este tipo de cafeteras”, explicaba a Maldita.es en una de nuestras Twitcherías científicas Beatriz Robles, dietista-nutricionista, tecnóloga de los alimentos y maldita que nos presta habitualmente sus superpoderes. Es más, la sabiduría popular se negaba incluso a aclarar el recipiente del café después de ponerlo al fuego. “Pues es una cerdada”, añadía la experta, rotunda.
El motivo es que el café es una materia orgánica y que, como tal, pueden crecer en ella microorganismos. Supone el caldo de cultivo perfecto: “Tenemos materia orgánica, tenemos humedad y tenemos una temperatura ambiente… ¿Qué más queremos?”, plantea retóricamente Robles.
No perdamos de vista que algunas de estas cafeteras tienen zonas a las que es muy difícil acceder y que se limpian con dificultad. “Con lo cual, si encima dejamos esos restos durante cierto tiempo, imaginemos el ecosistema que puede crecer en una cafetera”. La conclusión: “A pesar y en contra de la creencia popular, hay que lavarlas”.
Además, al tratarse de un alimento que desprende aceites, si estos no se quitan de la cafetera con jabón, se van quedando pegoteados a ella. “Al final se rancian, dando un sabor asqueroso al café”, explica Mikel López Iturriaga en El Comidista. “¿Enjuagarías una sartén [solo] con agua después de freír bacon? No, ¿verdad? Pues no hagas esa marranada con el café”, añade.
En el interior del depósito también pueden salir manchas con aspecto similar al del óxido pero que, en realidad, se trata de café quemado: tanto al poner el café en el embudo como al llegar al punto de ebullición, las partículas de café caen a la base del depósito del agua. Cuando no queda agua, se queman, dando lugar a estas pequeñas manchas.
Que haya que lavar esta herramienta no quiere decir que tengamos que frotar como si nos fuera la vida en ello: con pasar una esponja con jabón normal y corriente y aclarar, es suficiente. Para terminar y de cara a evitar la aparición de moho, es recomendable secarla con papel de cocina.
En este artículo ha colaborado con sus superpoderes la maldita Beatriz Robles, dietista-nutricionista y tecnóloga de los alimentos, que forma parte de Superpoderosas, un proyecto de Maldita.es en colaboración con FECYT que busca aumentar la presencia de científicas y expertas en el discurso público a través de la colaboración en la lucha contra la desinformación.
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