Tasas, examen y hasta una comilona: los costes (oficiales y no tanto) de presentar una tesis doctoral

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Los gastos de presentar una tesis doctoral

Es uno de los últimos y más prestigiosos escalones en la vida académica. El doctorado ocupa, de media, casi cinco años de dedicación y culmina con la presentación de la tesis. Con él se adquieren “competencias y habilidades relacionadas con la investigación científica de calidad”. Pero no es solo tiempo lo que se gasta para convertirse en doctor o doctora: los costes, oficiales y no tanto, de presentar una tesis doctoral son muy elevados. Tanto que en algunos casos superan los 1.000 euros y acaban por disuadir a algunos doctorandos.

En primer lugar, para acceder a un programa oficial de doctorado es necesario tener un título oficial de grado y de máster universitario oficial. Quedan fuera los títulos propios que ofrecen algunas universidades. 

Los precios públicos por estudios universitarios son diferentes según la comunidad autónoma, puesto que la Educación es una competencia autonómica. Es cada región la que los establece anualmente. Los precios se estructuran en una cantidad a abonar en concepto de servicios académicos y otra cantidad en concepto de servicios administrativos y seguro escolar. 

Gastos académicos de presentar una tesis doctoral

Dentro de los Servicios Académicos, los conceptos centrales son la matrícula anual de la tutela académica, que distingue entre estudiantes a tiempo completo y estudiantes a tiempo parcial, algo más baja, y la tasa de examen o defensa de la tesis doctoral. La matrícula hay que abonarla cada año, mientras que la tasa de examen solo se paga la vez que se presenta la tesis.

En la Comunidad de Madrid, la tasa de examen es de 143,15 euros y la expedición del título de doctor, de 229,86 euros. En cuanto a la matrícula anual de tutela académica, es de 390 euros a tiempo completo y de 234 euros si es a tiempo parcial. En Andalucía, sin embargo, la evaluación y defensa de la tesis es de 127,90 euros y la expedición del título, de 200,20 euros. La matrícula anual es de 60 euros. En Cataluña, la dirección, tutela y evaluación continuada de la tesis doctoral supone un desembolso de 401,12 euros anuales, mientras que la lectura y defensa de la tesis doctoral son 156,87 euros. Expedir el título son 218,15 euros.

Además de la tutela académica, existen unos “complementos de formación”, recogidos en el artículo 7 del decreto, para estudiantes que provienen de másteres sin perfil investigador o que no dan acceso directo al programa de doctorado específico. Se trata de materias que estos alumnos deben cursar (y abonar) de forma obligatoria.

Gastos administrativos de presentar una tesis doctoral

Los Servicios Administrativos incluyen la tasa inicial de apertura de expediente, la tasa anual de gastos de Secretaría, que se debe abonar cada año, y la tasa de expedición del título de doctor. También se incluye otra tasa obligatoria de 1,12€, el seguro escolar, de la que quedan exentos quienes tengan cumplidos 28 años al inicio del curso y quienes realicen simultaneidad de estudios o acrediten haberlo abonado en otro Centro.

En 2021 se aprobaron 11.344 tesis doctorales. Es casi la mitad de las que se aprobaron cinco años antes, en 2016, con 20.049. La gran mayoría se dan en la universidad pública: 10.624 frente a las 720 de la privada en 2021.

Otros costes no oficiales: las polémicas comilonas

Uno de los gastos que se encuentra el doctorando cuando da el paso de presentar por fin su tesis es el de las impresiones de la misma. Si la tesis se presenta en formato papel, han de entregarse varios ejemplares debidamente encuadernados y paginados. Aunque no es obligatorio hacerlo a máxima calidad, lo cierto es que es práctica habitual que las encuadernaciones se hagan en cartoné o con papel couché, que elevan los costes y la convierten casi en un libro. Una reciente doctora asegura a Newtral.es que gastó casi 600 euros en las impresiones, aunque la pandemia ha ayudado a empujar para que lo digital se vaya abriendo cada vez más paso frente a las copias físicas.

Otro coste es el del traje académico que hay que vestir en la ceremonia de investidura de nuevos doctores. Toga, muceta y birrete, pueden tener un precio de hasta 800 euros, aunque es posible alquilarlos e incluso hay facultades que ofrecen algunos en préstamo.

Pero de todos los gastos no oficiales hay uno que escama especialmente a los doctorandos: la tradición de invitar a comer a los miembros del tribunal y al director o directora de la tesis doctoral después de presentarla y de obtener la calificación de la misma. Es cierto que la tradición varía notablemente de una universidad a otra, y que nadie obliga al doctorando a ser anfitrión de la comilona, pero se trata de una costumbre tan institucionalizada que muchos reconocen sentirse obligados a ello. 

“Está a la orden del día”, explican en un grupo de WhatsApp de doctorandos, donde se lamentan de la “ruina” que puede suponer ese desembolso, que en algunos casos alcanza los 600 euros. La tradición viene de lejos, como refleja el reportaje que publicó el diario El País en 1996. Julio Carabaña, entonces profesor de Sociología de la Educación en la Universidad Complutense de Madrid, ya mencionaba que la costumbre tenía varias décadas; al menos, desde que él mismo leyó su tesis en 1982.

“En general, los finales de defensa de tesis suelen ser felices, pero si han sido muy duros es tenso llevarlos a comer”, explica a Newtral una doctora que presentó su tesis en mayo de 2019. Aunque es menos habitual, hay quien invita también a familiares y amigos a la mencionada comida. Así lo hizo ella. Pero en su universidad hay rumores de que incluso circulan listados de restaurantes a los que debe invitarse en determinados departamentos de algunas facultades. “No sé si serán habladurías”, insiste la doctora. 

“Es una especie de ritual, una comida de trabajo con los que ya se han convertido en tus colegas, así que lo normal es llevarlos a un sitio elegante”, explica Gustavo, doctor desde hace cuatro años. “No fue una comilona, hubo profesores que se excusaron y solo asistieron tres docentes. Fue una cortesía, como hubiera sido una descortesía no invitarlos. La economía familiar no era boyante y sí significó un esfuerzo”, indica.

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