Traducción del inglés editada por Paula García y Juan Declet-Barreto
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) publicó este mes su síntesis del Sexto Informe de Evaluación. Entre las miles de preguntas que aborda este informe, el cual resume las más recientes investigaciones sobre el clima, una de las más debatidas es la siguiente: ¿Sigue siendo posible limitar el calentamiento global a 1,5°C por encima de los niveles preindustriales? ¿O ya zarpó ese barco?
En teoría, dichas evaluaciones indican que todavía existe una ruta para limitar el calentamiento futuro a 1,5°C o menos. Pero la realidad es que estamos peligrosamente lejos de dicha ruta y es probable que excedamos el límite de 1,5°C en los próximos 10-15 años. Sin embargo, un calentamiento global mayor a los 1,5°C nos acercaría a puntos de inflexión peligrosos y agudizaría la gravedad de los impactos climáticos. Por lo tanto, aunque sepamos que es probable que superemos ese valor, limitar el calentamiento global a 1,5°C debe seguir siendo nuestro objetivo.
Aquí estamos, a apenas unas décimas de grado de llegar a 1,5°C debido tanto a décadas de inacción por parte de los responsables de las políticas públicas como a décadas de engaños y obstrucción por parte de las empresas de combustibles fósiles. Para garantizar que las niñas y los niños de todo el mundo tengan el futuro habitable que merecen, debemos intensificar la presión sobre los gobiernos y acabar con el poder de la industria de los combustibles fósiles.
¿Por qué 1,5°C es un límite importante para el calentamiento global?
El objetivo de limitar el calentamiento futuro a 1,5°C o menos por encima de los niveles preindustriales es una de las piedras angulares del Acuerdo Climático de París, el cual se ganó a pulso gracias a una alianza de pequeños estados insulares y países menos desarrollados de todo el mundo, quienes lo consideraron un límite relativamente seguro para el calentamiento futuro dadas las amenazas existenciales a las que se enfrentan. Las investigaciones sobre las diferencias que hay en el impacto entre un calentamiento de 1,5°C y un calentamiento de 2°C han confirmado ampliamente esa opinión. Como se informó por primera vez en el Informe Especial sobre el Calentamiento Global de 1,5°C del IPCC, este incremento de medio grado representa la diferencia entre perder el 70 por ciento de los arrecifes de coral del mundo y perder el 99 por ciento de ellos; tener un Océano Ártico sin hielo una vez cada 100 años o una vez cada 10 años; y exponer a 271 millones de personas a la escasez de agua en vez de 288 millones. Incluso en este momento nuestro nivel de calentamiento global actual de alrededor de 1,1°C está cobrando un alto precio en vidas, hogares, medios de subsistencia y ecosistemas en todo el mundo.
Dada la mayor gravedad de impactos relacionados con el calentamiento global mayor a 1,5°C y el hecho de que esos impactos recaen con mayor intensidad en la población de los países que menos han contribuido a la crisis climática, 1,5°C es un límite importante para nuestro clima y un poderoso punto de convergencia para los promotores de la acción climática.
¿Qué indican los datos científicos más recientes sobre el objetivo de 1,5°C?
Es indiscutible la importancia de limitar el calentamiento futuro a 1,5°C. Sin embargo, el que esto sea posible depende de que queremos decir con “posible”.
Los modelos expuestos en el informe del Grupo de Trabajo III del IPCC demuestran que las emisiones mundiales tendrían que alcanzar su punto máximo antes de 2025 y disminuir en un 43 por ciento respecto a los niveles del 2019 antes del año 2030 para tener una probabilidad aproximadamente del 40 por ciento de limitar el calentamiento futuro a 1,5°C con un rebasamiento limitado o nulo.
Pero las emisiones siguen en aumento...
Estos modelos suponen que la reducción en las emisiones habría comenzado justo después del 2020.
Aunque las emisiones a nivel mundial disminuyeron (alrededor de un 7 por ciento) en el 2020 como consecuencia de la pandemia de COVID-19, repuntaron en el 2021. Entre el 2021 y 2022, las emisiones mundiales procedentes de fuentes de energía y procesos industriales aumentaron casi un 1 por ciento y los datos preliminares indican que las emisiones en Estados Unidos crecieron aproximadamente un 1,3 por ciento. En otras palabras, no se tomaron las acciones inmediatas que requerían los modelos.
…y sin políticas más firmes, es probable que las emisiones mundiales sigan aumentando.
Como parte del Acuerdo Climático de París, los países de todo el mundo se comprometieron voluntariamente a reducir sus emisiones, lo que se conoce como Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés). En su informe más reciente sobre la brecha en las emisiones, el cual evalúa los posibles resultados basados en las NDC, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) concluyó que se debe reducir el nivel de emisiones a aproximadamente 33 GtCO2e (Gigatoneladas de CO2 equivalente) cada año para el 2030 a fin de mantenernos dentro del límite de 1,5°C. Si las NDC actuales se cumplieran en su totalidad, las emisiones anuales en el 2030 serían de más de 50 GtCO2e y el calentamiento global alcanzaría aproximadamente 1,8°C. Sin embargo, los países están muy lejos de siquiera cumplir con los compromisos de las NDC debido al desfase que existe entre los compromisos asumidos y las políticas implementadas. Con las políticas actuales, las emisiones en el año 2030 serían de aproximadamente 58 GtCO2e a nivel mundial.
Y luego están los aerosoles…
Estas estimaciones dejan de lado un proceso de retroalimentación importante que hará aún más difícil mantenerse dentro del límite de 1,5°C. Además de liberar gases de efecto invernadero, la quema de combustibles fósiles libera aerosoles que tienen un efecto de enfriamiento en el planeta. Sin esos aerosoles, el calentamiento que hemos experimentado hasta la fecha habría sido aún mayor. Y debido a que la reducción de las emisiones provenientes de combustibles fósiles también reducirá los aerosoles resultantes, se espera que este efecto de enfriamiento disminuya a medida que reduzcamos nuestro uso de los combustibles fósiles. Este proceso de retroalimentación reducirá los beneficios que tiene la reducción de las emisiones en los cambios de temperatura a nivel global.
Los informes del IPCC y del PNUMA explican con exactitud lo que tendría que ocurrir para que exista la posibilidad de no sobrepasar el límite de 1,5°C. Por supuesto que las posibilidades pueden hacerse realidad y tal vez exista un mundo en el que las reducciones inmediatas, sustanciales y continuas de emisiones se consoliden en los próximos dos años y lleven a una reducción de casi la mitad de las emisiones mundiales en esta década. Pero la historia, la realidad política y los compromisos actuales hacen pensar que ese futuro es poco probable.
¿Por qué estamos próximos a alcanzar un calentamiento de 1,5°C?
Han pasado casi 33 años desde que se publicó el primer informe del IPCC. En vez de servir como una llamada de atención para los responsables de las políticas en todo el mundo, las emisiones mundiales han aumentado considerablemente desde entonces, nada menos que un 54 por ciento. Esta inacción no se debe a la falta de información o de datos científicos útiles. Más bien es producto de la indiferencia de los responsables de las políticas públicas, quienes priorizan las ganancias a corto plazo sobre las necesidades a largo plazo, así como del engaño y la obstrucción de la billonaria industria de los combustibles fósiles. Estas dos fuerzas que provocan la falta de acción climática están relacionadas, ya que las empresas de combustibles fósiles tienen un acceso ilimitado a los responsables de las políticas.
Para ser perfectamente claros, a pesar de los datos científicos inequívocos recabados durante más de 30 años, los responsables de las políticas públicas en todo el mundo, y en particular de los países más ricos como Estados Unidos, no han atendido los llamados a la acción tanto por parte de los científicos como de las comunidades más afectadas por el cambio climático. La industria de los combustibles fósiles también ha jugado un papel fundamental al engañar deliberadamente al público sobre las causas y consecuencias del uso continuo de los combustibles fósiles, al apostar por un modelo de negocios diseñado para causar estragos en el planeta y al oponerse firmemente a la acción climática a cualquier nivel.
¿Qué hacemos ahora?
Un calentamiento global adicional mayor al límite de 1,5°C nos acercaría a peligrosos puntos de inflexión, discontinuidades y ciclos de retroalimentación asociados a una aceleración exponencial de los impactos. Muchos de ellos iniciarían a lo largo del camino hacia un calentamiento global de entre 1,5°C y 2°C, por lo cual es esencial limitar el calentamiento tan cerca de 1,5°C como sea posible.
En otras palabras, aunque sepamos que no es probable que logremos limitar el calentamiento global a 1,5°C o menos, debemos comportarnos como si pudiéramos limitarlo a 1,5°C o menos, además de preparar a las comunidades para un mundo más peligroso en el que hayamos rebasado dicho límite.
Esto significa que durante esta década necesitamos realizar cambios rápidos y transformadores en todos los sectores de la economía mundial. Debemos disminuir rápidamente las emisiones; los países más ricos, como Estados Unidos, deben liderar la reducción de las emisiones y el apoyo financiero a los países de ingresos bajos y medios para ayudarles a seguir trayectorias energéticas limpias y bajas en carbono. El informe del Grupo de Trabajo III del IPCC concluye que “los flujos financieros actuales están muy por debajo de los niveles necesarios” para alcanzar los objetivos de reducción de emisiones, especialmente en los países en vías de desarrollo.
También debemos dejar de construir infraestructura basada en combustibles fósiles que nos atarán a emisiones adicionales a futuro. Escribo esto apenas unos días después de que el gobierno del Presidente Biden aprobara el enorme proyecto de perforación petrolífera de Willow en Alaska, el cual operará durante décadas; este es el tipo de cosas que sencillamente no debemos seguir haciendo.
La industria de los combustibles fósiles se ha opuesto y ha obstruido durante muchas décadas todas las acciones significativas contra el cambio climático. Y a pesar de las vehementes afirmaciones que señalan lo contrario, la industria no se ha comprometido a alinear su modelo de negocios con las acciones necesarias para minimizar los daños climáticos de acuerdo con el IPCC. La industria sigue siendo un obstáculo para el futuro que merecen las niñas y los niños del mundo. Después de negarse a liderar el camino hacia un futuro de energía limpia y a seguir a otros que ven el potencial de ese futuro, debemos hacer a un lado a la industria y exigir que se responsabilice de todas estas décadas de engaños y obstrucción.
Sobre la autora
Kristina Dahl es científica principal especializada en ciencia climática en el Programa de Clima y Energía de la Unión de Científicos Conscientes (UCS, por sus siglas en inglés). En dicha función, ella aporta dirección científica, pensamiento estratégico y conocimientos técnicos y analíticos al equipo dedicado al clima, así como a las campañas y los programas de la UCS. Su investigación se enfoca en el impacto que tiene el cambio climático en las personas y los lugares, particularmente el aumento del nivel del mar y el calor extremo.