Una abstención, múltiples argumentos: así se ha defendido este voto en las mociones de censura

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Votos moción de censura

Abstenerse, según la RAE, es “no participar en algo a lo que se tiene derecho”. Esta definición aplicable a muchos aspectos de la vida no coincide, sin embargo, con la práctica del Congreso de los Diputados. En las cinco mociones de censura que ha acogido hasta la fecha, en todas menos en una se han contado entre los votos alguna abstención. Y, en algunos casos, con un mayor significado que muchos síes o noes. 

Lo está viviendo estos días el propio PP, que a diferencia de en la primera moción de censura de Vox asegura que optará por el botón amarillo, en lugar del rojo, bajo el argumento de que no quiere ni a Santiago Abascal ni a Pedro Sánchez. 

Lo hicieron también formaciones como el PSOE en la moción de censura liderada por Pablo Iglesias en 2017 o Manuel Fraga en la que pretendió derrocar a Adolfo Suárez en 1980. Eso sí, con argumentos cambiantes y consecuencias distintas.

1980. Fraga y Blas Piñar: la abstención no es señal de “indiferencia”

Felipe González ofreció en 1980 una alternativa al Gobierno de Adolfo Suárez.. Dos referentes de la derecha y de la ultraderecha por aquel entonces como Manuel Fraga y Blas Piñar compartían la necesidad de desalojar a la UCD del poder, pero no de llevar a Felipe González a la Moncloa. De ahí que optaran por que su voto en la moción de censura fuera una abstención. 

“En modo alguno supone indiferencia ni asumir riesgos injustificados”, argumentaba el líder de Alianza Popular, quien reconocía en su discurso haber aprendido la lección de la investidura de Suárez: “El gesto patriótico de darle nuestros votos al presidente Suárez, sin condiciones ni contrapartidas, en la votación de investidura, para que pudiera gobernar sin concesiones ni consensos, también ha resultado inútil, desgraciadamente para España”. Y ante esta situación, se encomendaba a sus dos puntales: la divinidad y España. “Pedimos a Dios ayuda, en este momento decisivo, y confiamos en España”. 

Blas Piñar, por su parte, secundó el argumento de que pulsar el botón amarillo no era “ni indiferencia ni desconocimiento” sino la única vía que le quedaba ante lo que él consideraba “un fallo tremendo de la Constitución”: “La moción de censura -que yo comparto al Gobierno de la UCD no puede transformarse automáticamente en una investidura de confianza al señor González”.

1987. Según Hernández Mancha, la abstención era una falta de “gallardía”

De primeras, parecería impensable que el candidato a la presidencia en una moción de censura prefiriera un voto en contra que una abstención pero fue lo que ocurrió en 1987. 

Antonio Hernández Mancha, líder de Alianza Popular, sabía que su aspiración de reemplazar a Felipe González no contaba con los apoyos suficientes. No obstante, creía que era necesario tener una opinión formada sobre el Gobierno socialista, aunque fuera en su perjuicio. De ahí que interpretara como una falta de “gallardía” la abstención: “En este pleno tenemos todos la obligación de tomar posturas claras y nítidas, bien porque nos guste como lo hace el Gobierno, en cuyo caso la gallardía será siempre mejor que la incertidumbre de una abstención, bien porque entendamos que el Gobierno no está en condiciones de arreglar los problemas que la sociedad española tiene planteados.”

El diputado de CIU, Miquel Roca, no le compró el discurso. Para él, la moción de censura era una “maniobra de distracción” utilizada por ambos lados del hemiciclo y, como se negaba a ser partícipe de ello, encontró en la abstención el voto que le hacía sentir más cómodo: “La cuestión no es si nos da lo mismo don Antonio o don Felipe. La cuestión es que nos da profundamente lo mismo una moción que no guarda ninguna relación con el eje de la problemática actual. Esta es nuestra posición: no guarda ninguna relación”. 

2017. Para el PSOE, “a veces abstenerse tampoco es tan grave”

Tuvieron que pasar 30 años para que el hemiciclo volviera a vivir un pleno de moción de censura. En 2017, Pablo Iglesias recuperaba esta iniciativa para intentar echar a Mariano Rajoy, objetivo que solo podía hacerse realidad si era apoyado por el PSOE. 

Los socialistas se encontraron, así, entre la espada y la pared y optaron por la abstención como vía intermedia. Una abstención a la que quisieron quitarle peso, aunque lo cierto es que ha sido la única decisiva de todas las mociones que llevamos hasta ahora: si los socialistas se hubieran decantado por un sí, Pablo Iglesias habría sido presidente del Gobierno. 

Precisamente de esta trascendencia fue de lo que quiso desprender a su grupo José Luis Ábalos, quien se centró en las dificultades que el hipotético Ejecutivo de Podemos tendría para gobernar en minoría: “¿No ve que es inviable? Entonces, no generemos una falsa expectativa. Este es un acto fallido en origen, así que libérenos de esa responsabilidad (...) Además, queremos demostrarle que a veces abstenerse tampoco es tan grave.”

  • Argumento bumerán. Esta última frase mostraba una doble costura tanto entonces como ahora. En 2017 porque apenas unos meses antes el PSOE se había roto en dos por una abstención: la de la investidura de Mariano Rajoy. Y en 2023 porque uno de los argumentos de los socialistas contra la abstención del PP es cargarla de importancia y significado, por mucho que sea irrelevante en términos aritméticos. 

Para el PP, una abstención le da galones al candidato 

En esa misma moción de censura, la de Podemos contra el Gobierno del PP, a la bancada de la derecha le tocaba asumir un papel a la defensiva al que dio voz su portavoz, Rafa Hernando. Para este, la abstención de los socialistas lo único que provocaba era dar galones al líder morado, por aquel entonces con apenas un año de experiencia en el Congreso: “¿Acaso es mejor abstenerse permitiendo entender que el señor Iglesias puede ser considerado líder de la oposición?”, les preguntaba. 

  • Argumento bumerán. Esta idea, sin embargo, se vuelve ahora en contra del PP, que vive una situación similar a la de los socialistas en 2017 al ver cómo el partido más escorado dentro de su espectro ideológico presenta una moción de censura. Defienden su abstención como una forma de no respaldar ni a Sánchez ni a Abascal, pero en ningún caso piensan que con ella le estén dando más peso al líder de Vox. 
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