Una de cada 100 muertes cardiovasculares se debe a días de frío o calor extremo

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Frío y calor extremos, anomalías y muertes climáticas | M.V. y Cárdenas (Efe)

Una de las proyecciones de la emergencia climática afirma que se multiplicarán (ya está pasando) los fenómenos meteorológicos extremos. En concreto, el frío y el calor extremo que pueden derivar en muertes. El riesgo de morir se acentúa no solo en esas jornadas, sino cuando se vive un acúmulo de olas de calor o frío con un claro impacto en el corazón o nuestro sistema circulatorio, como pone de relieve una nueva investigación publicada en la revista Circulation.

Dominic Royé (Universidad de Santiago de Compostela) es uno de sus autores. Explica a Newtral.es que “pensamos muchas veces en huracanes y otras catástrofes que cuestan vidas” pero sin duda lo que más impacto tiene en la vida de las personas “y en sus muertes son las temperaturas no óptimas“, días de calor o de frío extremo, por el daño que producen en la salud cardiovascular. La temperatura es lo que más mata”.

Las temperaturas extremas son el fenómeno natural que más mata.

Las muertes inducidas por frío o calor están en el centro de la discusión sobre los impactos de la emergencia climática en la salud. Recientemente, el informe The Lancet Countdown ponía de relieve que la exposición al calor extremo por el cambio en el clima exacerba las enfermedades cardiovasculares y respiratorias. También, los resultados adversos en el embarazo, el empeoramiento de los patrones de sueño, la mala salud mental y el aumento de las muertes relacionadas con lesiones.

Pero lo cierto es que, como explicaba a Newtral.es desde ISGlobal el investigador Marcos Quijal, el frío tiende a matar más que el calor. Sin embargo, como estudió en 2021, “temperaturas que nunca hemos visto en el futuro pueden ser cotidianas. Y “el riesgo en las temperaturas cálidas es mucho más alto que en las temperaturas frías”, precisa.

Ahora, el nuevo trabajo en que participa el profesor Royé ha analizado 32 millones de muertes cardiovasculares de los últimos 40 años. El análisis abarcó 567 ciudades en 27 países de todo el mundo. Por cada 1.000 muertes por problemas del corazón o vasculares, el estudio detectó que las jornadas de calor extremo generaban 2,2 muertes adicionales; mientras que el frío extremo origina 9,1 fallecimientos adicionales. “Y hay que tener en cuenta el efecto estadístico: pensamos que en muchos países hay más días de frío extremo que de calor”.

El frío trae más muertes extra que el calor, pero las olas de calor lo cambian todo

En efecto, podemos decir que el frío mata más que el calor, al menos a nivel cardiovascular. Pero Royé matiza: “cada grado de más cuando hace mucho calor es más peligroso (…) el riesgo puede ser hasta tres y cuatro veces más grande. Digamos que el calor mata de forma más aguda, directa”, más rápida, en términos exponenciales”. En caso del frío, el impacto en las muertes “puede durar semanas” hasta que se aprecia.

En este sentido, la recurrencia y persistencia de las olas de calor ligadas a la emergencia climática (vínculo probado este año) está disparando las muertes en algunos países menos adaptados a las altas temperaturas que España. En todo caso, hasta el verano de 2018 no se registraban tan pronto tantas defunciones atribuibles al calor, unos valores que años anteriores se registraban en agosto según el sistema de vigilancia del Instituto de Salud Carlos III.

En 2021, un estudio internacional calculó que un 37% de las muertes por exceso de calor serían evitables frenando los efectos de la emergencia climática. En un país como España, el calor sigue siendo el riesgo natural, ligado a la emergencia climática, que más muertes trae, por encima del frío.

Las muertes por insuficiencia cardiaca se disparan

Entre las enfermedades cardiovasculares examinadas en el estudio, la insuficiencia cardíaca se relacionó con el mayor exceso de muertes por temperaturas extremas (2,6 muertes adicionales en días de calor extrema y 12,8 con frío extremo). La enfermedad isquémica (11,7/1.000 muertes), el ictus (11), la insuficiencia cardíaca (8,3) y la arritmia (9,8) son las patologías que se ven más afectadas por el frío extremo. 

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“Una de cada 100 muertes cardiovasculares puede atribuirse a los días de temperaturas extremas, y los efectos de la temperatura fueron más pronunciados cuando se analizaron las muertes por insuficiencia cardiaca”, subraya otro de los autores, Haitham Khraishah, investigador de la Universidad de Maryland (EE.UU.). ”Esto puede explicarse por la naturaleza progresiva de la insuficiencia cardiaca como enfermedad, que hace a los pacientes susceptibles a los efectos de la temperatura”, apunta.

Aunque es claro el impacto del frío extremo en la insuficiencia cardiaca, Royé hace especial hincapié en el papel de las noches tropicales y tórridas. Jornadas en que el mercurio no baja de los 20º o 24ºC se han convertido en lo normal durante el verano (y hasta algunos días de este otoño) en lugares como España. El impacto en la calidad del sueño es evidente (“hasta 80 horas perdidas de sueño al año para mediados de siglo“) y eso también afecta al sistema inmunitario y la salud mental, además de los posibles efectos cardiovasculares.

Una de cada cuatro personas con insuficiencia cardíaca es reingresada en el hospital dentro de los 30 días posteriores al alta, y solo el 20 % de los pacientes con insuficiencia cardíaca sobreviven 10 años después del diagnóstico, recuerdan los autores.

En el caso del calor, las dolencias que padecen un mayor impacto son ictus (3,6), seguida de enfermedad isquémica del corazón e insuficiencia cardíaca (en los dos casos, 3,5 muertes adicionales), y arritmia (0,1). 

No, el calentamiento global no compensa las muertes por frío

Para empezar, “las bajas temperaturas no van a desaparecer por la emergencia climática”. De hecho, puede acrecentar algunos episodios de frío extremo, por ejemplo, con fenómenos que aún están en estudio como la ralentización de la corriente que nos trae aguas templadas al Atlántico norte.

Además, está el problema de la adaptación. El impacto en la salud será tanto peor cuanto menos preparada o acostumbrada esté una población a los rigores invernales o las olas de calor. El frío y el calor se cobran muchas más muertes allá donde se producen nevadas a destiempo o fuera de lugar, igual que días donde los mercurios se disparan. Es lo que ocurrió este verano en Reino Unido, por ejemplo. Sus 40 grados no impactan igual allí que en el sur de España.

Por otro lado, “aunque pudiera bajar el riesgo por bajas temperaturas, tampoco veremos tal efecto de manera significativa en la mortalidad”, entre otras cosas porque el calor se lleva por delante esa ventaja. “En las curvas de exposición-respuesta muestran cómo sube el riesgo mucho más ante el calor en términos relativos”.

“Tenemos que estar al tanto de las exposiciones ambientales emergentes”, añade el primer autor del estudio Barrak Alahmad. “Hago un llamamiento a las organizaciones profesionales de cardiología para que encarguen directrices y declaraciones científicas sobre la intersección de las temperaturas extremas y la salud cardiovascular. Así, podremos ofrecer más orientación a los profesionales de la salud e identificar lagunas en los datos clínicos y futuras prioridades de investigación», concluye.

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